Un informe reciente de The Wall Street Journal detalla cómo funcionó la Casa Blanca al tratar de esconder el deterioro físico y mental del presidente Joe Biden, que tuvo un papel de mando reducido. El reporte se basa en entrevistas con cerca de 50 personas que participaron o tuvieron conocimiento directo de las operaciones al interior del Gobierno.
El reporte destaca que "los presidentes siempre tienen guardianes", pero en el caso de Biden "los controles eran mayores", revelando que había demasiados "límites" sobre con quien hablaba y lo que le decían. Mientras, los asesores de prensa recopilaban fragmentos de noticias para el jefe de Estado excluyendo las noticias negativas que hablaban sobre él.
Según el medio, en algunos eventos los funcionarios imprimían tarjetas con las preguntas para el mandatario previamente aprobadas y se las daban a los donantes demócratas para leerlas, pero incluso "con todos estos pasos, Biden cometía errores", lo que confundía a los donantes que estaban al tanto de que el líder estadounidense conocía las preguntas con anticipación.
"Un indicio de que era necesario ajustar la apretada agenda presidencial a la avanzada edad de Biden surgió muy pronto, apenas en los primeros meses de su mandato", recoge la publicación, detallando que los funcionarios se dieron cuenta de que el presidente "se cansaba si las reuniones se alargaban y cometía errores".
De tal manera, asegura que "si el presidente tenía un mal día, las reuniones podían suspenderse por completo". Un exasesor recordó que un funcionario de seguridad le dijo en 2021 que era necesario posponer un encuentro porque el mandatario "tiene días buenos y días malos". "Y hoy fue un mal día, así que vamos a abordar esto mañana", añadió entonces.
Un "pequeño grupo de asesores se mantuvo cerca" del inquilino de la Casa Blanca especialmente cuando "viajaba o hablaba en público", acompañándolo en un "alto grado", expresó una de las fuentes del diario, quien agregó que esa "toma de la mano" no se parecía a nada que haya ocurrido con otros jefes de Estado.
La Administración actual tuvo que colocar a funcionarios en roles que debía ocupar el presidente como sucedió con el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan; el consejero principal, Steve Ricchetti; y la directora del Consejo Económico Nacional, Lael Brainard; que fueron intermediarios de Biden. Incluso, en cierto momento se tuvo que contratar a Jeffrey Katzenberg, un especialista para mejorar la voz debilitada del mandatario.
Algo que no se pudo esconder
Antes del desastroso desempeño de Biden en su debate con Donald Trump, el informe del fiscal especial, Robert Hur, planteó dudas sobre la capacidad del actual líder para continuar al mando del país, ya que lo describía como un anciano con "limitaciones significativas" con su memoria. A pesar de que Biden fue preparado para su entrevista con el fiscal especial, "no podía recordar las líneas" que su equipo le dijo antes del encuentro, sostuvo una fuente de WSJ.
Uno de los escenarios que puso fin a la reelección de Biden fue precisamente el debate con Trump, en donde las estrategias de protección no pudieron esconder el estado de su agudeza mental, que hizo que el Partido Demócrata se inclinara por sustituirlo como candidato.