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Los radicales aprovechan la falta de capacidad de la oposición ucraniana
Hace tres meses los grupos radicales conformaban un sector muy minoritario dentro de Maidán. Sin embargo, en las últimas semanas han tomado la voz principal en la plaza de la Independencia de Kiev, con la violencia como bandera.
Decenas de personas que defienden la principal plaza de la capital ucraniana no se consideran ni radicales ni terroristas. Dicen ser ciudadanos comunes y corrientes que están cansados de la represión del presidente Víktor Yanukóvich. Un hastío que comienza a crecer también hacia los líderes de la oposición.
Desde que se produjeron los primeros muertos de la crisis se ha ido abriendo una brecha de manera paulatina entre Maidán y su clase política.
"Creo que en estos momentos, la oposición no ha asumido adecuadamente la situación. Y que se olviden de que los manifestantes se irán a sus casas si los líderes de la oposición llegan a acuerdos con el Gobierno", opina Oleg, un manifestante de Kiev.
Esa falta de sintonía ocurrió este jueves, cuando los detractores del Gobierno pactaron una tregua con el presidente Yanukóvich. No pasaban más de 10 horas para que se viniera abajo. Los radicales hacían oídos sordos al acuerdo.
Mientras tanto, ante las acciones más extremistas, los propios opositores han preferido mirar hacia otro lado o han terminado justificándolas.
"La gente está en las calles para luchar con la anarquía, para luchar contra la carencia de justicia en Ucrania", dijo Vitali Klitschkó, líder de la oposición ucraniana.
De corte nacionalista, xenófobo y muy conservador, los grupos radicales han ido organizándose mejor y han aprovechado la falta de capacidad de los políticos.
"En un primer momento creí en la oposición pero después no. Desde el 19 de enero, que comenzó la violencia, dejé de creer. ¡No hacen nada! Solo gritan. ¡Haremos -dicen- haremos, pero nada!", refuta Vladímir, un manifestante.
Ahí radica uno de los motivos del respaldo que reciben los extremistas, quienes han actuado sin que les tiemble el pulso. Es el caso de Pável, que asegura haber apoyado las protestas desde el inicio y nunca formó parte de los enfrentamientos contra los antidisturbios.
Sin embargo, con el paso del tiempo se ha ido inclinando hacia los más violentos. "No son extremistas sino héroes. Están dando la vida por nosotros", sostiene el joven.
Desde el Gobierno creen que una parte de los que protestan no son más que lobos con piel de cordero.
"Las llamadas protestas pacíficas hasta ahora no han sido pacíficas, sino ataques radicales. [Los manifestantes] continúan tomando edificios administrativos e incendiando coches", manifestó el jefe de la Administración General del Ministerio del Interior en Kiev, Valeri Mazan.
La desafección política en Ucrania ha sido un buen caldo de cultivo para las organizaciones extremistas. Sus actuaciones están encontrando la complicidad de los opositores, que parecen estar dispuestos a pagar cualquier precio por la muerte política de Yanukóvich.
Desde que se produjeron los primeros muertos de la crisis se ha ido abriendo una brecha de manera paulatina entre Maidán y su clase política.
"Creo que en estos momentos, la oposición no ha asumido adecuadamente la situación. Y que se olviden de que los manifestantes se irán a sus casas si los líderes de la oposición llegan a acuerdos con el Gobierno", opina Oleg, un manifestante de Kiev.
Esa falta de sintonía ocurrió este jueves, cuando los detractores del Gobierno pactaron una tregua con el presidente Yanukóvich. No pasaban más de 10 horas para que se viniera abajo. Los radicales hacían oídos sordos al acuerdo.
Que se olviden de que los manifestantes se irán a sus casas si los líderes de la oposición llegan a acuerdos con el Gobierno
Mientras tanto, ante las acciones más extremistas, los propios opositores han preferido mirar hacia otro lado o han terminado justificándolas.
"La gente está en las calles para luchar con la anarquía, para luchar contra la carencia de justicia en Ucrania", dijo Vitali Klitschkó, líder de la oposición ucraniana.
De corte nacionalista, xenófobo y muy conservador, los grupos radicales han ido organizándose mejor y han aprovechado la falta de capacidad de los políticos.
"En un primer momento creí en la oposición pero después no. Desde el 19 de enero, que comenzó la violencia, dejé de creer. ¡No hacen nada! Solo gritan. ¡Haremos -dicen- haremos, pero nada!", refuta Vladímir, un manifestante.
Ahí radica uno de los motivos del respaldo que reciben los extremistas, quienes han actuado sin que les tiemble el pulso. Es el caso de Pável, que asegura haber apoyado las protestas desde el inicio y nunca formó parte de los enfrentamientos contra los antidisturbios.
Sin embargo, con el paso del tiempo se ha ido inclinando hacia los más violentos. "No son extremistas sino héroes. Están dando la vida por nosotros", sostiene el joven.
Desde el Gobierno creen que una parte de los que protestan no son más que lobos con piel de cordero.
"Las llamadas protestas pacíficas hasta ahora no han sido pacíficas, sino ataques radicales. [Los manifestantes] continúan tomando edificios administrativos e incendiando coches", manifestó el jefe de la Administración General del Ministerio del Interior en Kiev, Valeri Mazan.
La desafección política en Ucrania ha sido un buen caldo de cultivo para las organizaciones extremistas. Sus actuaciones están encontrando la complicidad de los opositores, que parecen estar dispuestos a pagar cualquier precio por la muerte política de Yanukóvich.
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