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¿Por qué el Pentágono derrocha tanto dinero en sus aviones F-35?

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El caza estadounidense F-35 de la empresa Lockheed Martin es el diseño más caro y además uno de los más controvertidos de la historia militar. ¿Por qué el Pentágono destina tantos fondos a un proyecto que parece traer más problemas que beneficios?
A pesar de que el año pasado inspectores del Pentágono revelaron un total de 363 defectos en el programa de desarrollo del caza de ataque unificado (Joint Strike Fighter, JSF) F-35, la Fuerza Aérea de EE.UU., la Infantería de Marina y la Armada no quieren abandonar el programa de desarrollo del avión, porque, al parecer, siguen creyendo en la gran promesa que el F-35 representa. El Pentágono ha comprado un total de 29 aeronaves de este tipo este año y ha solicitado la financiación para adquirir 34 aviones adicionales para el año fiscal 2015.
 
El portal Business Insider publicó una lista de características de los F-35 por las cuales los militares apuestan por el futuro exitoso del proyecto, que ya superó su presupuesto inicial en 167.000 millones de dólares. No obstante, teniendo en cuenta la cantidad de fallos en sistemas que consideran prometedores, da la impresión de que la Fuerza Aérea y la Infantería de Marina simplemente no tienen ninguna otra alternativa.

Un cazabombardero de este tipo está equipado con un dispositivo de interferencia de señales de radar, pero la capacidad del bloqueo se limita únicamente a la banda X del espectro electromagnético, algo que lo hace inútil frente a los detectores de radar que funcionan en otras longitudes de onda. Boeing trata de utilizar este fallo de su competidor para instar a la Marina a comprar más Boeing EA-18G Growlers, "el campeón indiscutible" de la interferencia de radares.
 
Asimismo, el casco del piloto del F-35 ofrece una visión general de 'realidad aumentada' que se alimenta de los datos de seis cámaras instaladas en el fuselaje del avión. Esta funcionalidad le permite al piloto observar a través de las cámaras lo que pasa fuera del avión, añadiendo información virtual a la información física ya existente. 

No obstante, esta funcionalidad digital se controla mediante un programa informático denominado ALIS. Los servidores que controlan estos programas son un objetivo muy tentador para los 'hackers'. Si los enemigos logran penetrar en los programas que controlan las misiones, podrían desactivar toda la flota de estas aeronaves sin necesidad de efectuar ni un solo disparo.

Seis sensores infrarrojos pasivos incorporados a la aeronave pueden alertar al piloto del acercamiento de misiles, así como identificar el lugar de su lanzamiento, proporcionar el seguimiento de aeronaves que se están aproximando y reemplazar las gafas tradicionales de visión nocturna por una visión infrarroja en un círculo de 360 grados alrededor del F-35. Sin embargo, toda la información está almacenada en los servidores a través del mencionado programa ASIL, que puede ser vulnerable a ataques externos.
 
En cuanto a las armas, una serie de pruebas exitosas dan cierta esperanza a los militares estadounidenses para la justificación del programa, valorado de momento en más de 390.000 millones de dólares. Todos los F-35 contienen seis soportes externos para armas junto con dos secciones internas que también contienen dos soportes cada una. El avión furtivo puede llevar una combinación mixta de misiles aire-aire, aire-tierra o misiles antibuque, bombas guiadas y hasta nucleares. En total, el F-35 puede transportar una carga útil de armas de más de 8.000 kilogramos.

El cazabombardero estadounidense se desarrolla en tres versiones: para la Fuerza Aérea, la Armada y la Infantería de Marina, y las tres comparten el mismo fuselaje, motor, radar y armas. Al ganar en 2001 el concurso para el nuevo caza multifuncional, Lockheed se centró en convertirse en el único fabricante activo de aviones de quinta generación, dejando a competidores como Boeing la poca envidiable suerte de actualizar sus aviones antiguos, con lo cual el F-35 podría convertirse en el único nuevo caza de EE.UU.

Desde mediados de los años 90 el Pentágono es totalmente dependiente del éxito del proyecto del F-35, diseñado para compensar la reducción de su flota de aviones de combate, diseñados y construidos en gran parte en los años 70 y 80. En las décadas siguientes, la Fuerza Aérea de EE.UU. puede ceder por completo ante la fuerzas aéreas de otras potencias mundiales. 
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