Civiles de armas tomar: la oposición libia requisa arsenales entre la población
Las nuevas autoridades de Libia han empezado a requisar los arsenales a la población de Trípoli. Sin embargo, en los últimos meses ver a hombres armados que deambulan por las calles se ha convertido en una estampa habitual para los habitantes de la capital libia.
Un corresponsal de RT informa desde Trípoli que los fusiles y las ametralladoras están por todos los rincones de la capital libia. Según los rebeldes, gran parte del armamento lo requisaron cuando numerosos miembros del ejército de Gaddafi cambiaron de bando. Además, la confiscación de arsenales también les ha servido como modo de abastecimiento. Algunos afirman que algunas de las armas que poseen las pagaron de sus propios bolsillos.
Según miembros de las fuerzas rebeldes, la enorme cantidad de armas que mantiene esta fuerza irregular no genera temor en la población. “La gente no tiene miedo, ahora las armas están en manos de los rebeldes… no de los asesinos. Gaddafi nos asustaba y nos mataba... Ahora no hay problemas. Las armas están en nuestras manos”, dice Feraz, guerrillero de la insurgencia.
Al menos por ahora, porque son los propios opositores los que advierten que llegará un momento en que la situación del país se normalice, un tiempo en el que las armas no sean necesarias. Y dicen que las van a entregar a las autoridades.
Esa respuesta se multiplica como una consigna, pero nada garantiza que sea por puro espíritu cívico que los rebeldes vayan a devolver los arsenales las armas que poseen. En Trípoli la convivencia con estas máquinas de matar es algo tan cotidiano… que hasta los niños están acostumbrados a su presencia en las calles.
Los niños en Trípoli juegan con armas de juguete. Sin embargo, ante el delicado escenario político y la gran cantidad de armas que están en manos de los civiles, este inocente juego infantil adquiere una connotación completamente diferente. Los pequeños juegan simulando que son rebeldes. Gritan con determinación que darán muerte a Gaddafi. En este mismo barrio vive Mohammad Errapti, que al igual que sus amigos no ha recibido entrenamiento militar, pero que junto a ellos decidió blandir las armas para combatir al gobierno. Sin embargo su falta de experiencia le costó ser herido en la pierna. Aunque en esta ocasión la suerte lo acompañó.
“Ni siquiera me di cuenta hasta que mi amigo me dijo que mi pierna estaba sangrando. Apretó el gatillo por error. Él mismo estaba muy asustado”, recuerda.
Para muchos libios el enorme volumen de armamento en manos de civiles es sólo una de las dificultades que deberá afrontar el nuevo gobierno nacional. A esto se suma la falta de agua potable, de alimentos y medicinas. Problemas muy acuciantes que dibujan un panorama desesperanzador aunque, de todas formas, la mayoría de los habitantes de Trípoli contempla el futuro con optimismo.
En situaciones de emergencia como la que vive Libia, la confianza en el otro es muy importante. Sin embargo, la falta de control sobre las armas gravita sobre el problema prioritario para el nuevo gobierno: garantizar la paz social, algo para lo que será necesario que las armas sean administradas sólo por las autoridades competentes.