La apatía se adueña del ambiente político en EE. UU.
La caída del apoyo al movimiento conservador estadounidense Tea Party demuestra la frustración de la sociedad, decepcionada también por la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas económicos y sociales en tiempos de crisis. Esta es la opinión del asesor y analista internacional Martin Terrones.
De acuerdo con una reciente encuesta realizada en noviembre por Pew Research Center, el 20% de la población de EE. UU. apoya la agenda radical conservadora del Tea Party, mientras que hace un año este porcentaje ascendía al 27%. Por otra parte, el 27% ahora no están de acuerdo con el movimiento, un 5% menos en comparación con noviembre de 2010.
El Tea Party surgió tras las elecciones de 2008, con la llegada a la presidencia del demócrata Barack Obama. El movimiento defiende el regreso a los orígenes de EE. UU., una política financiera estatal más estricta y cuenta con el apoyo de numerosos millonarios y grandes empresas estadounidenses.
Ambiente de apatía en EE. UU.
El apoyo descendente al Tea Party puede ser, por un lado una preocupante señal para los republicanos de cara a las elecciones presidenciales de 2012, pero también se trata de una tendencia común a todas las fuerzas políticas de élite de EE. UU., según la opinión del analista Martin Terrones.
“A nivel nacional existe indignación por el Gobierno estadounidense, especialmente por su falta de compromiso” ante los desafíos de la crisis económica. Por eso “se crea un ambiente de apatía o indiferencia” en la sociedad norteamericana, declaró Terrones a RT.
Si los políticos, ya sea el presidente, los senadores o los representantes, no hacen lo que el pueblo quiere, “muchos se dan por vencidos y deciden dejar de votar”. La situación con el Tea Party también lo demuestra, según Terrones, porque “sus líderes no están haciendo lo que se esperaba que hicieran”.
Por otro lado, el experto sostiene que no se puede menospreciar la influencia de los miembros de ese movimiento ultraconservador en el Congreso, porque en cierto sentido a menudo han hecho imposible el consenso entre los republicanos y los demócratas para tomar algunas decisiones.