El príncipe Guillermo deja las Malvinas tras aumentar la tensión con Argentina
El príncipe Guillermo regresó al Reino Unido después de haber cumplido una instrucción militar durante un mes y medio en las Islas Malvinas. Su presencia en el territorio insular provocó una reacción negativa de Argentina que reclama la soberanía de ese archipiélago.
El duque de Cambridge, segundo en la línea de sucesión del trono británico, realizó un entrenamiento como piloto de helicóptero de la Real Fuerza Aérea, a tan solo pocas semanas de que se cumpla el 30 aniversario de la guerra entre Reino Unido y la Argentina por esa zona.
Además un grupo de veteranos argentinos de esa contienda recorre el país desde el 15 de Marzo hasta el 2 de Abril, fecha en que se inició el conflicto. Con esta acción rinden un homenaje a los caídos y pretenden despertar en los ciudadanos el espíritu de soberanía.
Este miércoles, ex soldados que fueron movilizados en 1982, ocuparon la ‘Torre de los Ingleses’ en Buenos Aires para pedir al gobierno ser reconocidos como veteranos de guerra y tener derecho a recibir una pensión.
Mientras tanto, según una encuesta publicada por el diario ‘The Guardian’, más del 60% de los británicos creen que se deberían proteger las islas Malvinas "a cualquier precio" y solo un 32% está a favor de la negociación con Argentina.
Mientras se acerca el aniversario de la Guerra de las Malvinas, la relación entre ambos países comienza a tensionarse. Este año no ha sido la excepción, sobre todo luego que el gobierno británico enviara un destructor hacia el Atlántico Sur. Algo que ha sido interpretado por el país sudamericano como un intento de militarizar la región.
“Queremos un Atlántico Sur, un Pacífico y una América del Sur absolutamente desmilitarizada, no tenemos problemas ni tenemos problemas de guerras”, dijo la mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner.
Gran Bretaña ha señalado que se trata de un movimiento rutinario, pero el escenario actual no es el más oportuno. Argentina intenta discutir la soberanía de las islas con el Reino Unido, y el envío de un destructor a semanas de conmemorarse el 30 aniversario de un conflicto que costó la vida de más de 700 personas, es visto como una clara señal que la postura británica será inflexible ente cualquier eventual negociación.
Sin embargo, y a diferencia de lo ocurrido hace tres décadas, la postura Argentina ha contado con el respaldo unánime de los países latinoamericanos. “Al unísono, la región latinoamericana y caribeña viene acompañando las posiciones de que Gran Bretaña y Argentina deben sentarse a dialogar”, afirma Julio César Gambina, presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas de Buenos Aires.
Reino Unido niega la posibilidad de establecer conversaciones bilaterales, aduciendo que debe ser escuchada la voz de los propios habitantes de Malvinas, y respetar su derecho a la autodeterminación. “Las Malvinas pertenecen a sus habitantes, somos británicos con derecho a la autodeterminación. Estaríamos felices de establecer conversaciones con Argentina sobre cualquier tema, excepto la soberanía, que no es negociable”, asegura Sukey Cameron, representante del Gobierno británico en las Malvinas.
Las Malvinas han cambiado radicalmente su valoración para Reino Unido. Desde que finalizó la guerra el aporte económico al archipiélago se ha multiplicado, a la vez que los mismos habitantes han desarrollado una importante economía pesquera. Pero también podría diversificarse al campo energético.
“Al ampliarse la prospección de petróleo y gas, los problemas entre Gran Bretaña y Argentina han aumentado. Desde el punto de vista argentino, si las islas y las aguas del norte contienen grandes cantidades de hidrocarburos y resultan comercialmente explotables, por supuesto que aumentará el temor que tanto Reino Unido como Argentina nunca se den la posibilidad de negociar la soberanía”, sostuvo Klaus Dodds, profesor de geopolítica de la Universidad Royal Holloway.
Por ahora la nación sudamericana espera que el aniversario de la Guerra de las Malvinas sea una oportunidad, una coyuntura que permita finalmente comenzar a negociar por un territorio que siente le pertenece.