¿Cuánto cuesta para el Pentágono la vida de un civil afgano?
Estados Unidos indemnizó a las familias de las víctimas del ataque atribuido al soldado Robert Bales, que se saldó con 17 muertos en el sur de Afganistán el pasado 11 de marzo.
Las familias afectadas recibieron 50.000 dólares por cada miembro fallecido y 11.000 por cada herido. Estos pagos son de los mayores realizados por el Pentágono en Afganistán en este concepto. Sin embargo, según señalan algunos especialistas, la vida de un militar estadounidense 'cuesta' al menos diez veces más.
Actualmente el Departamento de Defensa de EE. UU. paga a las familias de los soldados fallecidos 100.000 dólares para cubrir los gastos del entierro y como subsidio extraordinario. Además, la mayoría de los soldados norteamericanos tienen un seguro militar que permite que sus familiares reciban hasta 400.000 dólares en caso de fallecimiento. Además, a las viudas e hijos menores de edad se les asigna una pensión regular.
En otras palabras, la muerte de un soldado estadounidense se traduce en compensaciones de entre 500.000 dólares y un millón y medio, según los medios internacionales.
En cualquier caso, las indemnizaciones a las víctimas de la masacre realizada por Bales son muy generosas en comparación con lo que suelen recibir los civiles que son víctimas de acciones del Ejército norteamericano en Afganistán.
El Pentágono, el Departamento de Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE. UU. pueden pagar compensaciones por decisión de los órganos judiciales o como acto de buena voluntad sin reconocer su responsabilidad en los daños causados por soldados estadounidenses.
Para comparar, por la muerte de una persona civil en Afganistán a manos de militares norteamericanos puede estipularse una indemnización de hasta 2.300 dólares, por heridas graves 467 dólares y por heridas leves 236.
Algunos especialistas señalan que las tensiones entre el contingente de EE. UU. en Afganistán y los habitantes locales se han intensificado tras el trágico incidente de Kandahar, por lo que el Gobierno norteamericano ha decidido aumentar las compensaciones para intentar mejorar la situación.
Actualmente el sargento Robert Bales se enfrenta a un juicio en el que podría ser sentenciado hasta a la pena capital por 17 cargos oficiales de homicidio premeditado. Su defensa estará basada en el argumento de que Bales sufrió un desorden postraumático antes del trágico suceso y afirma no recordar el momento de la masacre.