La OTAN se mancha de nuevo las manos con sangre afgana
Rohullah Samon, portavoz de las autoridades de la provincia de Paktia donde se produjo el caso, declaró que Mohammad Shafi, su esposa y sus seis hijos murieron en un ataque aéreo alrededor de las 8 de la tarde, hora local, en la aldea de Suri Khail. “Shafi no era un talibán. Tampoco pertenecía a ningún grupo opositor. Era un lugareño”, declaró Samon. “Ahora estamos investigando el caso para establecer las edades de sus hijos y cuántos eran chicos y chicas”, agregó.
Los bombardeos de la OTAN que causan muertes de civiles erosionan cada vez más la confianza del pueblo afgano en las fuerzas internacionales. “Si las vidas de los afganos no están aseguradas, la firma de una cooperación estratégica no tiene sentido”, declaró el presidente Hamid Karzai a principios de este mes. Las preocupaciones de Karzai salieron a la luz tras la muerte de 18 civiles en cuatro bombardeos en las provincias de Logar, Kapisa, Badghis y Helmand.
El año pasado se registró un récord de muertes de civiles en Afganistán, 3.021 fueron asesinados en ataques suicidas de los talibanes y bombardeos de la coalición. La ONU atribuye el 77% de estas muertes a la agresión talibán y el 14% a las acciones de las tropas de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) y afganas. La causa del 9% de los asesinatos cometidos se clasifica como 'desconocida'.
Una atrocidad más, una atrocidad menos
El tema principal de la Cumbre de la OTAN celebrada esta semana en Chicago fue la situación en Afganistán, mejor dicho, el futuro del país tras la salida de las fuerzas de la ISAF. La OTAN ya ha manchado sustancialmente su prestigio en Afganistán: a principios de 2012 en internet se publicó una grabación de soldados estadounidenses mofándose de los cadáveres de los afganos. Pasadas unas semanas, una gran cantidad de libros religiosos musulmanes, incluso decenas de libros del Corán, fue quemada en una base militar de EE. UU. en Bagrām (a unos 60 kilómetros de Kabul).
El 11 de marzo en el distrito de Pandzhvai, en la provincia de Kandahar, un soldado de EE. UU. se escapó de su unidad militar, se fue a una aldea cercana y mató a tiros a 16 civiles: ocho niños, cuatro mujeres y cuatro hombres ancianos. La víctima mortal más joven de esta masacre nocturna tenía solo dos años de edad. El Pentágono declaró entonces que el crimen fue cometido por un militar con trastornos psíquicos, Robert Bales.
La Alianza Atlántica prometió retirarse gradualmente de Afganistán entre el 2013 y 2014. Seguidamente Estados Unidos anunció que está dispuesto a emprender una misión de formación a partir del 2015.