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Una nueva replica de 6.2 grados se registró en Chile

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Un nueva réplica de 6.2 grados de magnitud en la escala de Richter se registró en el centro de Chile, reavivando el pánico en la población del país.

Un nueva réplica de 6.2 grados de magnitud en la escala de Richter se registró en el centro de Chile, reavivando el pánico en la población del país.

El epicentro del temblor se situó a 109 kilómetros al noreste de Talca, a unos 35 kilómetros bajo la superficie. No se han reportado víctimas ni daños materiales. El caos y la angustia se apoderaron de miles de chilenos unas horas después del terremoto, que ha dejado al menos 711 muertos, numerosos afectados y cuantiosos daños materiales. 

Una de las ciudades peor paradas, Concepción, fue escenario de violencia y saqueos. Algunos chilenos, desesperados por la falta de agua y alimentos, empezaron a asaltar supermercados y farmacias. Los casos de vandalismo se multiplicaron.

En esta situación, la presidenta del país, Michelle Bachelet, decretó el estado de catástrofe, lo que implica el despliegue de 10.000 soldados en las zonas de Maule y Biobío.

Bachelet explicó que  “lo que se ha buscado con esta medida es garantizar la situación de orden público en las zonas más afectadas y acelerar la distribución y entrega de ayuda”.

Los militares que se dirigieron al epicentro de la tragedia anunciaron que no habrá más lugar para saqueos. El jefe de la plaza de la región de Biobío, Guillermo Ramírez, a su vez, recomendó “a los delincuentes” que no se metieran “con las fuerzas armadas. Se va actuar con severidad, pero dentro del contexto de la ley".

Previamente, en las zonas de Maule y Biobío se estableció el toque de queda. Según agentes de las fuerzas armadas, las personas que salgan por la noche a la calle sin autorización serán detenidas. Sin embargo, muchos habitantes de las zonas afectadas se quedaron sin hogar y tienen que pasar noches al borde de las carreteras, de las principales avenidas y en las plazas públicas.

“Queremos comer”

Mientras algunos damnificados pasan horas en las largas filas de los supermercados y estaciones de servicio para conseguir comida y agua, otros, declarados “delincuentes”, actúan de una manera más violenta, descerrajando los almacenes y acarreando en sus espaldas desde cajas con leche hasta lavadoras y televisores.

 “No es robo, es desesperación. No tenemos nada para comer ni para beber", dijo una mujer a la televisión chilena, saliendo de un supermercado.

"Tenemos que comer. Los que tienen hijos me entienden", señaló otra mujer, mientras que un hombre corría del supermercado, empujando un carrito lleno de cervezas y otro introducía en el baúl de su auto un televisor LCD. Evidentemente, para algunos chilenos el saqueo de los comercios era una cuestión de supervivencia y otros se aprovecharon del pánico común para abastecerse de electrodomésticos. A los últimos no los pararon ni los tanques con cañones de agua, ni los gases lacrimógenos que disparó la policía para reprimir los saqueos.

La alcaldesa de Concepción, Jacqueline van Rysselberghe, explicó que como era fin de mes, en los hogares ya no había reservas. Pero agregó que “nada justifica el saqueo y el robo”.

Unas horas después de la tragedia, desde Santiago se dirigieron a Concepción las camionetas con ayuda humanitaria. La distancia entre las dos ciudades es de 500 kilómetros, lo que supone un viaje de no más de cinco horas. Sin embargo, las primeras ayudas demoraron en llegar 15 horas, ya que la principal ruta al Sur estaba bloqueada.

"Es triste, pero se está aplicando la ley del más fuerte. Dijeron que iba a llegar ayuda, pero yo la ayuda no la he visto por ninguna parte", declaró Juana Ortega, de 65 años.

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