Los científicos Steven Ruff y Jack Farmer, de la Universidad Estatal de Arizona (EE.UU.), sostienen que unos inusuales yacimientos minerales de sílice opalina hallados en la superficie de Marte pueden haber sido creados por microbios, informa 'The Independent'. De ser cierta esta teoría, supondría una revolución en la historia científica.
El proceso de estudio comenzó cuando el rover Spirit de la NASA descubrió en 2009 estos yacimientos minerales en el interior del cráter marciano Gusev, un lugar que los astrobiólogos creen que una vez estuvo cubierto de aguas termales y géiseres. Tras examinar el compuesto mineral con más detalle, los científicos hallaron que estaba recubierto de una serie de protuberancias diminutas en forma de coliflor.
Para profundizar en la investigación, Ruff viajó al desierto de Atacama (Chile), un área tan sumamente seca, inhabitada y elevada sobre el nivel del mar que representa uno de los ambientes terrestres más parecidos a la superficie marciana. Allí el científico se centró en la región desértica de El Tatio, repleta de géiseres, y quedó sorprendido al hallar formaciones de sílice muy similares a las que habían sido descubiertas en Marte.
Formaciones minerales similares han sido descubiertas en el parque nacional de Yellowstone (EE.UU.) y en el suelo volcánico del distrito Taupo (Nueva Zelanda), con la diferencia de que en esta ocasión iban acompañadas de restos fósiles con marcas que confirman la existencia de antigua vida microbiana. De esta forma, los científicos sostienen que si los microbios crearon estos yacimientos minerales en estos lugares pudieron haber hecho lo propio en el desierto de Atacama y, por extensión, en la superficie marciana.
El pasado diciembre, Ruff y Farmer sugirieron en una reunión de la Unión Americana de Geofísica que si se pretenden buscar pruebas de vida en el planeta rojo, estas formaciones podían ser un buen punto de partida. Aunque el rover Curiosity de la NASA, que actualmente se encuentra en Marte, no puede explorar el cráter Gusey, el rover Marte 2020 lo tiene establecido como uno de sus posibles lugares de aterrizaje.