Adiós Shuttle, bienvenida Soyuz
El 21 de julio de 2011 finalizó el último vuelo del programa Space Shuttle. La nave de uso múltiple Atlantis con cuatro astronautas a bordo aterrizó en el cosmódromo Kennedy en Cabo Cañaveral, poniendo fin a la época de los transbordadores.
Al abandonar la Estación Espacial Internacional, los tripulantes del Atlantis dejaron en la órbita recuerdos de aquella época que duró 30 años: un modelo diminuto del legendario vehículo cósmico, así como el banderín de EE. UU. que voló en el primer vuelo de un transbordador en 1981.
"Colocaremos el Atlantis en un museo, junto con otros tres orbitadores, para que las generaciones que nos sigan los admiren y aprecien", dijo poco después del regreso a la Tierra el comandante de la nave, Chris Ferguson.
El astronauta espera que los niños sientan el orgullo por los logros aportados por el programa Space Shuttle y se inspiren para hacer "cosas fantásticas" en el futuro. Lo que es "indudable", "América no va a dejar de explorar el espacio", aseguró Ferguson.
Los 30 años de los transbordadores
El aterrizaje del Atlantis se convirtió en una de las fechas más significativas en la historia de la exploración espacial. Durante tres décadas, los transbordadores estadounidenses garantizaron no solo el acceso al espacio a los humanos, sino también la transportación a la órbita de la carga útil sin la que la construcción del laboratorio orbital y varios grandes avances científicos, tales como los descubrimientos hechos por el telescopio espacial Hubble, no habrían sido posibles.
El programa de transbordadores fue desarrollado por la compañía North American Rockwell por encargo de la NASA. En el período entre 1975 y 1991 se construyeron seis vehículos espaciales. El Columbia, construido en 1979, fue el primer Space Shuttle en funcionamiento. El transbordador sufrió una catástrofe fatal en la etapa final de su 28º vuelo el 1 de febrero de 2003. El segundo transbordador, el Challenger, inició sus vuelos en 1982. El Challenger se estalló pocos segundos después de su décimo despegue el 28 de enero de 1986. Estos siniestros costaron la vida a 14 astronautas.
El tercer transbordador, el Discovery, realizó exitosamente 39 vuelos en el período entre 1982 y 2011. El cuarto Space Shuttle, el Atlantis, formó las filas de la 'flota cosmica' en 1985 y realizó en total 35 vuelos. El Endeavour, la quinta nave, que fue construida para reemplazar al Challenger y fue puesto en marcha en 1991, voló al espacio 25 veces.
El equipo de transbordadores está integrado también por la nave Enterprise, que a finales de los 70 se utilizaba para ensayar los métodos de aterrizaje. Todos los transbordadores ocuparán sus puestos en los museos espaciales de EE. UU.
Cambio a Soyuz: fiables y económicas
La respuesta a la pregunta de por qué los transboradodores, vehículos que reúnen las tecnologías más avanzadas y tienen mucha capacidad de transportación, ceden el paso a las naves cósmicas rusas es simple: las Soyuz son fiables y económicas.
El coste de cada vuelo de un transbordador es de unos 450 millones de dólares. Para realizar 22 vuelos de los Space Shuttle desde mediados de 2005 hasta 2010, se asignaron al presupuesto de la agencia espacial estadounidense unos 1.300 millones de dólares. El orbitador puede transportar a la órbita 20-25 toneladas de carga, incluidos los módulos para la estación y de seis a ocho astronautas. Al mismo tiempo, el lanzamiento del cohete portador ruso Proton M con la carga de 22 toneladas cuesta de 70 a 100 millones de dólares.
Las primeras Soyuz junto con los cohetes Soyuz fueron elaborados en la Unión Soviética en los 70, pero no son nada 'obsoletos'. Al revés, estos vehículos, que han comprobado su efectividad durante varias décadas, son constantemente modernizados.
A partir del próximo año, volarán a la EEI las naves de nueva generación. Actualmente el segundo Soyuz de la nueva serie TMA M, en la que se emplean sistemas digitales de control, está pasando los ensayos, indica el servicio de prensa de Roscosmos.
Las Soyuz se encargarán del transporte de los tripulantes y de cargas a la plataforma orbital por lo menos hasta el 2016. Si en los próximos años aparecen alternativas a las naves rusas pilotadas, pasará tiempo antes de que los nuevos vehículos comprueben su capacidad de garantizar el nivel de seguridad necesario para los vuelos de los hombres al espacio.