Las redes inalámbricas: ¿una fuente de peligro para la salud humana?
Una nueva dolencia está afectando a los estadounidenses. Se trata de la llamada hipersensibilidad electromagnética (HSE), que está asociada a la exposición a las redes inalámbricas, teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos.
Los síntomas de esta extraña enfermedad se parecen a los de un resfriado: se registran dolores de cabeza, dolores musculares, de articulaciones, etc. Además a veces a los que padecen la HSE les arde la cara, como si tuvieran una alergia. Alrededor de un 5% de los estadounidenses creen que sufren esta afección del siglo XXI.
Los científicos de la Universidad de Luisiana llevaron a cabo un experimento que demuestra que la HSE puede estar causada por los campos electromagnéticos de baja frecuencia. Para ello, sometieron a pruebas a una mujer de 35 años que se pensaba que podía padecer de HSE.
La mujer permanecía sentada en una silla de madera mientras que los investigadores conectaban la corriente a unas placas metálicas por periodos de 90 segundos para crear una serie de campos magnéticos. La mujer tenía que describir sus sensaciones después de cada sesión. Durante algunas de estas no se conectaba la corriente y por lo tanto no se creaban campos magnéticos, sin que mujer lo supiera, a modo de placebo.
El resultado fue que la mujer sintió dolores de cabeza y temblores musculares durante las exposiciones reales, mientras que no presentó ningún síntoma extraño durante la mayoría de las exposiciones simuladas.
No obstante, según la Organización Mundial de la salud la HSE “no tiene un criterio diagnóstico claro y no hay pruebas científicas para vincular la HSE con la exposición a los campos electromagnéticos”. Por lo tanto, no puede considerarse “un diagnóstico médico”.
Mientras que en el mundo científico no hay unanimidad sobre los posibles efectos nocivos de los campos electromagnéticos sobre la salud humana, los que se creen afectados por la HSE se escapan a Green Bank, en el estado de Virginia Occidental. Green Bank se encuentra en una zona de 'radio silencio' de 33.000 kilómetros cuadrados, creada para evitar interferencias con los numerosos radiotelescopios del área. Allí no hay antenas transmisoras de señales de celulares, ni redes inalámbricas y los 'HSE positivos' se sienten como en un paraíso, esperando que los avances tecnológicos que se han convertido en algo habitual en el resto del país jamás lleguen a su refugio.