La última caída de los precios "lleva indicios de injerencia política y económica, y Rusia ha sido su objetivo claro" tras las sanciones impuestas por la UE y EE.UU.", sostiene el autor, Paul Cochrane.
"Pero al fin y al cabo la situación reforzará los ya crecientes lazos de Rusia con los mayores importadores del sureste de Asia, en particular China, e impulsará el giro de las exportaciones rusas hacia el este", escribió el autor.
Pronto el descenso en la exploración y explotación en Norteamérica, causado por el desplome de los precios, conllevará una falta de oferta, y en consecuencia un rebote de los precios, beneficiando a las economías petroleras, incluida la rusa.
"Una preocupación en el corto plazo es que las empresas de energía endeudadas pueden causar el caos en los mercados financieros occidentales si se declaran en quiebra debido a la falta de beneficios. Esto podría tener un efecto dominó en el sistema financiero mundial, que experimenta dificultades desde la crisis del 2008", indicó el periodista.
"Esta vez los gobiernos occidentales y las instituciones financieras internacionales no tienen el dinero para rescatar al sector financiero otra vez", agregó.