Entre los ganadores figuran las compañías de gas y petróleo, los grandes fondos de cobertura, los turistas que viajan a Europa y los consumidores estadounidenses, cuyo poder de compra ha aumentado significativamente gracias a la fortaleza del dólar.
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En Europa, los ganadores son los exportadores: la debilidad del euro hace que las exportaciones sean más atractivas, puesto que la mayor parte del comercio mundial se denomina en dólares estadounidenses, según un estudio de RT.
Los perdedores son las empresas estadounidenses (ya que los ingresos que reciben del extranjero en divisas nacionales disminuyen), las aerolíneas que necesitan comprar combustible para aviones en dólares, la propia Europa en general, donde la inestabilidad de la moneda puede causar inestabilidad e incertidumbre, y especialmente los bancos europeos, que ahora tienen que prestar a tasas históricamente bajas, cercanas al nivel en que esta actividad deja de ser rentable.
En general, según los economistas, quien pierde es EE.UU., ya que su industria pierde competitividad, "no solo en los mercados europeos, sino también en aquellos donde sus importaciones compiten con las de Europa".