Corea del Sur es el último aliado de EE.UU. en expresar su deseo de unirse al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura impulsado por Pekín. Washington parece convencido en querer dejar pasar la ocasión: por un lado afirma que da la bienvenida al Banco pero duda de la dedicación de China a los derechos laborales y humanos en proyectos a gran escala, según escribe el colaborador de 'Forbes' Kenneth Rapoza. La posición del dólar en particular y de la economía estadounidense en general podría verse afectada de no integrarse en la nueva estructura bancaria, opina Rapoza.
Este jueves Turquía, también aliado de EE.UU. en la OTAN, solicitó también su adhesión a la nueva entidad, uniéndose no solo a países de la región Asia-Pacífico sino también a varios estados europeos como Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Suiza y Luxemburgo. El 28 de marzo se adhirió al proyecto Rusia.
El banco de China es una apuesta de Pekín para aumentar el papel global de su moneda. Parte de este proceso incluye la apertura de sus cuentas de capital a los inversionores extranjeros. Se espera que el yuan forme parte de los derechos especiales de giro del FMI. Es probable que EE.UU. presione en contra de incluir al yuan en la canasta de monedas del FMI, ya que esto abriría la puerta a que el yuan se convierta en una moneda de reserva global, escribe el analista.
"Cuando el yuan se convierta en una moneda de reserva global, ello pondrá en peligro la posición del dólar como la moneda dominante en bancos centrales. Podría ser un duro golpe para el dólar", concluye el autor citando al economista Jan Dehn.
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