Los bancos centrales de los países emergentes comenzaron a acumular reservas de divisas después de la crisis financiera asiática de finales de los años 90 del siglo pasado a fin de proteger los mercados nacionales durante los períodos de acceso limitado a capital extranjero, según Bloomberg.
De este modo, los principales tenedores de reservas de divisas a día de hoy son China, Japón, Arabia Saudita, Suiza, Brasil y Rusia.
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El gigante asiático, que cuenta con las mayores reservas de divisas del mundo, las redujo hasta 3,8 billones de dólares en diciembre, después de que en junio alcanzaran el récord de 4 billones. Las reservas internacionales de Rusia disminuyeron en un 27%, llegando a 360.200 millones en marzo, en comparación con los 493.300 millones un año antes.
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Ante la rápida caída del precio del petróleo, Arabia Saudita ha gastado 10.000 millones de dólares de las reservas desde agosto del año pasado, reduciéndolas hasta los 721.000 millones de dólares. En el caso de Brasil, sus reservas se redujeron hasta los 371.000 millones.
La razón que motiva a los bancos centrales de varios países a dejar de invertir en moneda extranjera radica en el deseo de estas naciones en desarrollo de compensar la salida de capitales y apoyar la moneda nacional. Paralelamente, el dólar ha aumentado su valor frente al euro, pero esto podría ser un arma de doble filo para EE.UU.
El crecimiento del dólar en este caso puede llevar a resultados desastrosos para las empresas multinacionales estadounidenses socavando su rentabilidad, que depende de las ventas en el exterior. Por ejemplo, empresas como la fabricante de joyas Tiffany y la desarrolladora de software Oracle ya han anunciado una corrección monetaria de ingresos a la baja.