Durante el mandato de Kim Jong-un los empresarios están gozando de una libertad anteriormente inimaginable que les permite fijar distintos salarios para estimular la producción y despedir empleados.
En el sector agrícola, los campesinos ahora pueden vender el resto de su producción de forma privada después de entregar una cuota de la misma al Estado.
Los beneficios económicos ya se dejan sentir en las calles de Pionyang, donde la previa monotonía del vestuario socialista está dando lugar a una diversidad de moda callejera y cada vez una mayor cantidad de gente que utiliza celulares.
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Según Bradley Babson, académico de la Universidad John Hopkins en EE.UU. y miembro del Comité Nacional sobre Corea del Norte, en declaraciones a BBC Mundo el cambio se debe a una "creciente demanda de la población".
En Corea del Norte existe un complejo sistema dual en el que el Gobierno sigue gestionando los sectores estratégicos de la economía, tales como armamento y extracción, mientras el mercado para los productos básicos de consumo permanece en una zona gris desde su nacimiento en los 90 por la incapacidad del Estado para facilitar el suministro.
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El sector privado supone un 30% de la actividad económica, según algunas estimaciones.
Otra señal de que el país está experimentando cambios económicos es la presencia de capital extranjero. Por ejemplo, una compañía egipcia ha suministrado la infraestructura para la telecomunicación en la nación comunista.
Con todo, aún se trata de un desarrollo limitado que no cambiará sustancialmente si no aumenta la inversión extranjera, algo que no llegará sin reformas más profundas, opinó Hazel Smith, experta de la Universidad de Lancashire Central.