Los pronósticos de expertos estadounidenses sobre un inminente colapso de China, basados en la gran corrección a la baja que la bolsa china ha sufrido recientemente, son absurdos, opina el analista político Pepe Escobar en su artículo.
El autor señala que incluso grandes fondos estadounidenses como Fidelity y Goldman Sachs han declarado que las turbulencias se han terminado. "Por lo tanto, no es una burbuja", escribe. El analista también cita al economista en jefe del FMI, Olivier Blanchard, quien ha subrayado que el casino del mercado de valores chino "no desprestigia los fundamentos" de su economía, y la caída "fue en gran medida una atracción secundaria".
Suponiendo que los ejecutivos estadounidenses tienen razón y los especuladores de Wall Street realmente lanzaron un ataque, el objetivo sería aplastar, o al menos hacer mella en la campaña china de moverse hacia nada menos que la integración euroasiática
Al mercado de valores chino lo dominan inversores pequeños, de modo que los individuos representan el 80% de las operaciones bursátiles en Shangái y Shenzhen. No obstante, los daños no han afectado a más que 30 millones de casas, la mayoría de las cuales son de clase media alta o muy ricos, precisa Escobar citando a la empresa de servicios financieros Gavekal.
Al mismo tiempo, el analista recuerda que en 2014 fueron creados 13,2 millones de empleos y que también creció un 45,9% el número de nuevos negocios. "La tendencia general, olvidada en los escombros de la histeria sobre la caída de la bolsa, es que el modelo económico chino, despacio pero seguro, se está moviendo hacia un crecimiento más moderado pero más sostenible". Finalmente, Escobar añade que China creció un 7% en el segundo cuatrimestre de 2015, "dejando boquiabiertos a los habituales profetas de la ruina".
Beijing, consciente de los posibles riesgos de "un mercado bajista prolongado", respondió a la corrección con una rápida implementación de medidas de gestión de crisis. "No sorprende la idea de que esta 'Madre de todas las Correcciones', que fue una trampa, también empezó a ganar terreno", señala el autor.
"Una trampa de especuladores de Wall Street está relacionada con los tambores de guerra del Pentágono por aquellas islas en el mar de la China Meridional, y también pretende castigar a China por su colaboración estratégica con Rusia". "No es una teoría de conspiración", asegura Escobar, explicando que la información la obtuvo de ejecutivos de empresas estadounidenses con fuerte presencia en China.
Así, al intervenir para corregir la corrección, Beijing ha enviado un "claro mensaje a los 'especuladores/manipuladores de mercado', que pueden o no incluir el Washington 'oficial'" de que "se olvide de planear un ataque contra su mercado financiero, opina Escobar. Asimismo, señala que un paso bastante significativo en este sentido ha sido el inicio de una investigación criminal por la Comisión Reguladora de Valores de China.
"Suponiendo que los ejecutivos estadounidenses tienen razón y los especuladores de Wall Street realmente lanzaron un ataque, el objetivo sería aplastar, o al menos hacer mella en la campaña china de moverse hacia nada menos que la integración euroasiática", concluye Escobar.