De acuerdo con 'The Economist', naciones petroleras de América Latina como México están reconsiderando su política hacia las empresas petroleras extranjeras.
Por ejemplo, la mexicana Pemex redujo este año sus gastos de capital en 4.000 millones de dólares (aproximadamente un 12%) hasta 23.500 millones, de manera que, según, los expertos, el país necesita tapar urgentemente este déficit para mantener la producción petrolífera.
El gigante brasileño Petrobras, por su parte, anunció el mes pasado un recorte de gastos de capital de más de un tercio para los próximos cinco años hasta 130.000 de dólares. Los especialistas destacan que el mercado cayó a pesar del descubrimiento en 2007 de enormes reservas de petróleo en las profundidades del océano Atlántico que podrían convertir a Brasil en uno de los cinco mayores productores de crudo del mundo. Sin embrago, las autoridades brasileñas decidieron mantener a Petrobras como operadora principal de los yacimientos descubiertos, lo que espantó a los socios extranjeros.
A su vez, este año la inversión en la industria petrolera de mediana capitalización de Colombia será la mitad de la del año pasado, según los datos de la empresa de asesoría energética Wood Mackenzie.
Al mismo tiempo cabe destacar que la situación abre nuevas posibilidades para la región, por ejemplo para Rusia y América Latina. La mayor petrolera rusa, Rosneft, acordó una inversión por valor de 14.000 millones de dólares en el desarrollo de los yacimientos petroleros de Venezuela, comunicó el pasado 27 de mayo el presidente Nicolás Maduro. En los últimos cinco años la compañía rusa ya invirtió 1.800 millones de dólares en cinco proyectos conjuntos. Entre otros planes, Rosneft programa suministrar crudo venezolano a Cuba y procesarlo en la isla.