La riqueza de Arabia Saudita se ve reflejada de manera exorbitante en ciudades como Riad, donde gracias a la petrolera estatal Aramco las construcciones son cada vez más monumentales y lujosas.
Por ello, la repentina noticia de la posible venta de parte de la empresa, sinónimo de la bonanza del país, ha sorpendido a los saudíes.
Según explica Terry Macalister, columnista de 'The Guardian', la incertidumbre sobre las repercusiones que tendría esta venta se mantiene en el aire después de la cautelosa declaración difundida desde la sede de Aramco, en la provincia oriental de Dammam, en la que se confirma el plan inminente de sacar a la venta en bolsa una parte de las acciones de la gigante petrolera.
"También hubo preocupación porque la noticia de la trascendental decisión fue transmitida por primera vez en una entrevista concedida a medios de comunicación extranjeros por el poderoso segundo príncipe heredero, Mohammed bin Salman", explica Macalister. En este sentido, el columnista se hace eco del estupor del profesor Fawziah al-Bakr, experto en educación, que se expresó en estos términos tras conocer la noticia: "Aramco es nuestra columna vertebral y de, repente, anuncian esto".
Aramco predica pero no aplica
La historia de Aramco, según la propia empresa, se basa en el "descubrimiento y el desarrollo de las más grandes reservas de energía que el mundo jamás ha conocido y la rápida transformación de Arabia Saudita de un reino del desierto en un Estado-nación moderno". Su promesa siempre ha sido la de "maximizar el valor de las reservas de petróleo del país para el beneficio de los ciudadanos del reino", explica el analista de 'The Guardian', agregando que para los críticos sigue siendo una cuestión preocupante "cómo exactamente se cumplirá con esto si los inversores extranjeros pueden comprar acciones de la compañía".
La caída del 75% en los precios mundiales del crudo en los últimos 18 meses, hasta los 30 dólares por barril, ha causado daños financieros a las naciones productoras de todo el mundo "que se habían acostumbrado a la financiación de casi la totalidad de sus economías y de los programas sociales con el oro negro", argumenta el autor. El origen de esta caída radice en el desplome de la demanda y un exceso de oferta que, según Macalister, Arabia Saudita y otros miembros de la OPEP se han negado a abordar "en su determinación por sacar del negocio a sus rivales estadounidenses dedicados al 'fracking'".
El déficit presupuestario saudita se disparó el año pasado hasta el 15% del producto interno bruto y más de 100.000 millones de dólares de los 650.000 millones de reservas de divisas del país ya se han utilizado para llenar vacíos dejados por la pérdida de ingresos petroleros, recuerda el experto.