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Pequeña guerra, grandes beneficios: ¿a quién enriquece la lucha contra el Estado Islámico?

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La 'pequeña' guerra de Obama implica para contratistas de la Defensa y mercenarios grandes beneficios y una escasa supervisión. ¿Quiénes podrán multiplicar sus fortunas gracias a la lucha contra el Estado Islámico en Irak y Siria?
Pequeña guerra, grandes beneficios: ¿a quién enriquece la lucha contra el Estado Islámico?
¿Quién se enriquece con la 'pequeña guerra' contra el Estado Islámico? Esta es la pregunta que plantea en la revista 'Foreign Policy' William Hartung, uno de los directores del Centro de la Política Internacional (CIP por sus siglas en inglés), con sede en Washington.  Anteriormente esa misma publicación empleó el término 'pequeña guerra' para calificar la estrategia de la Casa Blanca en la lucha que lleva a cabo contra los extremistas en el Oriente Medio desde el pasado agosto.

Solo recientemente se ha pronunciado una sentencia contra los mercenarios de la empresa Blackwater que provocaron la matanza de 17 civiles en Bagdad en 2007, y el fundador de la compañía, Eric Prince, propone enviar de nuevo a sus veteranos a combatir el extremismo islámico. La tristemente conocida empresa ha sido rebautizada como Academi y ya no tiene ninguna relación con su antiguo director, pero igual que antes se ofrece para "proteger la infraestructura estratégica" y proporcionar otros servicios armados.

"Cuatro años después de que Estados Unidos iniciara las guerras en Irak y en Afganistán, los contratistas privados superaban en número a las tropas en el campo", dice Hartung. Además de Blackwater, había contratistas de compañías como DynCorp, Triple Canopy y otras. 

La mayor parte de los empleados de esas empresas contratadas por Washington cumplían con misiones más mundanas como servir comidas, construir instalaciones militares o cavar letrinas. Pero había también miles de trabajadores que llevaban armas y custodiaban instalaciones militares, entrenaban a la Policía y a las fuerzas de seguridad iraquíes e incluso de vez en cuando participaban directamente en los combates.

 Solo la guerra aérea podría llegar a costar 20.000 millones de dólares anuales  


El investigador del CIP considera poco probable que la 'pequeña' guerra declarada esta vez por Barack Obama garantice a ese tipo de contratistas una prosperidad comparable a la que les ofrecieron las ya mencionadas campañas militares de la década pasada. No obstante, existen áreas para ganar dinero.

Así, la empresa Triple Canopy ya obtuvo un contrato sin oferta para proteger el Consulado de EE.UU. en Erbil cuando las fuerzas del Estado Islámico estaban a punto de invadir la ciudad el pasado agosto. Ese mismo mes el presidente y jefe ejecutivo del grupo privado de servicios de información CACI International, Kenneth Asbury, declaró a los inversores que algunos de sus contratos con el Gobierno se habían extendido debido a la creciente tensión en Oriente Medio.

Las oportunidades van a aumentar si la guerra en Irak y Siria sigue intensificándose, pronostica el analista. Las estimaciones de los posibles costos de la operación oscilan entre 2.400 y 22.000 millones de dólares para el próximo año. Según la previsión de Gordon Adams, exfuncionario de la Administración de Clinton, solo la guerra aérea podría llegar a costar 20.000 millones de dólares anuales. 

Y, estadísticamente, durante las guerras de Irak y Afganistán aproximadamente uno de cada cuatro dólares presupuestarios gastados tuvo como destinatario a contratistas privados. 
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