El gas de pizarra: ¿panacea energética o una nueva fuente de problemas?
El gas de pizarra parece cambiar las perspectivas energéticas globales a la hora de afrontar el problema de las menguantes reservas de combustible, pero algunos expertos destacan su falta de competitividad económica. ¿Conseguirá convertirse en efecto en una panacea energética del futuro?
El descubrimiento del gas de pizarra parecía eliminar cualquier riesgo de escasez de combustible. Se extrae de rocas como el esquisto, muy abundantes por ejemplo en el subsuelo de algunas zonas de Norteamérica. Por eso Washington se ha apresurado a promoverlo como el próximo gran avance en el desarrollo energético.
En los últimos cinco años, tanto Estados Unidos como las empresas transnacionales han invertido miles de millones de dólares en desarrollar la extracción de este hidrocarburo de manera eficiente y así evitar la importación de gas natural. Sin embargo, para algunos expertos de la industria el gas de pizarra no es la pócima mágica que solucionará todos los problemas.
“La revolución del gas de pizarra se originó por los altos precios del gas natural. La cuestión principal es cómo sobrevivirá su industria ahora que los precios del gas han bajado hasta el rango de 100-150 dólares”, indica Konstantín Símonov, jefe de la Caja Nacional de seguridad de la energía.
Además, los altos costos de explotación del gas de pizarra no lo hacen competitivo frente al combustible tradicional.
La explotación comercial de este hidrocarburo podría afectar la posición de liderazgo que la Federación de Rusia tiene en la exportación de gas natural. Sin embargo, para los ejecutivos de la empresa rusa Gazprom, uno de los mayores consorcios energéticos del mundo, la aparición de esta alternativa no parece ser demasiado preocupante.
Los expertos de la industria gasífera rusa afirman que los enormes costos que implica la explotación industrial de gas de pizarra no la hacen sustentable a largo plazo.
“Estamos observando la situación y pensamos que localmente puede llegar a ser viable. Pero es imposible extraer este gas con pérdidas por mucho tiempo. Y si se fija en los proveedores, verá que la mayoría de ellos está perdiendo dinero”, afirma Serguéi Kupriánov, portavoz de Gazprom.
No sólo se trata de costos económicos. La extracción del gas de pizarra también supone un alto precio medioambiental. El proceso libera gran cantidad de metano, uno de los gases que se supone que es responsable del calentamiento global.
“En estos momentos, son más esperanzas que hechos, más preguntas que respuestas. Hay que pensar de manera realista sobre esta fuente de energía, no queremos verlo como si se tratase de una nueva fiebre del oro”, asegura Lena Kolarska-Bobinska, miembro del Parlamento Europeo.
Cada vez aparecen más opiniones que afirman que el gas de pizarra, lejos de ser una solución para la escasez energética, se transformaría en una nueva fuente de problemas.