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Opinión

Las protestas de Turquía, ¿un intento de “desarraigar a Erdogan” de la presidencia?

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Las protestas de Turquía, ¿un intento de “desarraigar a Erdogan” de la presidencia?
¿Las protestas de Turquía empiezan por desarraigar un árbol y acaban en un intento de "desarraigar a Erdogan" de la presidencia? 

Las protestas que empezaron hace días en Estambul, y que se extendieron a otras ciudades turcas, en lo que empezó como una manifestación ecologista y pacífica para evitar que unos árboles fueran arrancados y un parque desmantelado, se están convirtiendo en un desafío a la concentración progresiva del poder por parte primer ministro Recep Tayyip Erdogan. 

La plaza Taksim en Estambul se ha convertido para los turcos en el símbolo de la protesta, igual que lo fuera la plaza Tahrir para los egipcios. Sin embargo, algunos analistas discrepan de dicho paralelismo, considerando que mientras en Estambul es el movimiento laico y republicano popular el que monopoliza las protestas contra un cada vez más acentuado islamismo gubernamental, en El Cairo una revolución islamista oculta se gestó contra el poder laico republicano, sacrificando a grupos de jóvenes liberales que pedían más democracia, igualdad y libertad. Estos jóvenes mártires de la plaza Tahrir nada tenían que ver con el islamismo ni con el salafismo, que se mantuvo en una segunda línea esperando la caída de Mubarak.

   

Parque Gezi

El parque Gezi se encuentra en la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, y su importancia histórica se remonta a la época otomana, cuando era un gran cuartel militar, para convertirse hace setenta años en un parque temático para disfrute de la población civil.

La decisión del Gobierno de Erdogan de desmantelar el parque para construir una mezquita ha sido interpretada por los manifestantes como una decisión que amenaza al patrimonio de la ciudad y a la historia del país. Por otra parte, los manifestantes entienden que lo que pasó del Poder militar al Poder civil en su momento no puede pasar ahora al Poder religioso.

Otras leyes que han ofendido a seculares y laicos han sido la prohibición de vender el alcohol a partir de las 22:00 y la de tomar bebidas alcohólicas en un entorno de mezquitas y escuelas.





El puente de Yavuz Sultan Selim 

Otra decisión de Erdogan que ha sembrado la discordia y avivado las protestas es nombrar el nuevo puente en Estambul en honor del sultán 'Yavuz Sultan Selim'. Este sultán otomano, que gobernó entre 1512 y 1520, se caracterizó por su persecución de las comunidades alauitas y conquistó Bilad Al Cham y Egipto en 1516.

Un hecho que ha ofendido a la minoría turca alauita debido a las masacres que se le atribuyen a dicho sultán, y que muchos turcos ven como una falta de consideración por los sentimientos de los alauitas.  

Elegir este nombre podría interpretarse también a nivel geoestratégico, y tiene sin duda una gran carga simbólica. El deseo de Erdogan y su partido de mostrar a sus seguidores y al mundo árabe sunita sus ansias otomanas y su voluntad de reinstaurar el Gran Califato a nivel económico.

¿El desarrollo económico es suficiente?  

La mayoría de analistas opinan que es muy difícil que se produzca una primavera árabe en Turquía debido al desarrollo económico logrado por el Gobierno de Erdogan en los últimos años. Mientras haya una estabilidad económica no es probable una revolución a gran escala y ello por la estrecha relación entre la política y la economía.

Pero no siempre el desarrollo económico significa más democracia. En Turquía, la política del Gobierno empieza a recortar  libertades y derechos a los ciudadanos, y contra eso protestan los manifestantes en Estambul. 

La islamización de Turquía  

Muchos turcos ven en la insistencia del Gobierno por construir la mezquita, además de las leyes aprobadas recientemente, una voluntad de fortalecer la identidad musulmana de Turquía, y consideran que no necesita ser confirmada en un país de amplia mayoría musulmana. Y se niegan a que le país secular creado por Ataturk acabe convirtiéndose en un Estado confesional islámico.

No obstante, la progresiva islamización del país tiene más de fachada hacia el exterior que de aspiración interna. Tras el abandono de su política exterior de “cero problemas con sus vecinos” y ponerse al frente de sus aliados en el conflicto sirio, la Turquía de Erdogan se ha marcado el objetivo de convertirse en el líder económico regional como contrapeso de la creciente influencia de Irán en la región.  

El objetivo final es consagrarse como puente comercial entre la Unión Europea y el mundo árabe, siendo la gran base de la OTAN en la región. Y para conseguir dicho objetivo se necesita convencer al Consejo de Cooperación del Golfo de que sus pretensiones de expansión económica son compatibles ideológicamente con las ansias de islamización fundamentalista suní de la región por parte de Qatar y Arabia Saudita.

Nagham Salman es analista política especialista en asuntos de Oriente Próximo y comentarista de TV.

 

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