Los palestinos recuerdan cada 15 de mayo desde hace 71 años el día de la 'Nakba'. Un día antes en 1948, Ben Gurion declaró unilateralmente la 'independencia de Israel' provocando 'la catástrofe' en Palestina. Entre 750.000 y un millón de palestinos tuvieron que abandonar sus hogares para nunca más volver. Las fuerzas israelíes destruyeron y despoblaron alrededor de 400 localidades, y decenas de miles de ciudadanos murieron.
Y es durante la conmemoración de la Nakba cuando Israel ha decidido celebrar el festival de Eurovision 2019 en Tel Aviv. En esta edición de Eurovision, Israel busca limpiar su imagen ocultando bajo la alfombra de la fiesta sus crímenes más deleznables. Las autoridades israelíes pretenden convertir el espectáculo en un escaparate temporal; temporal como la contención que han pedido a su ejército para que durante el festival no repitan escenas como el asesinato de 60 palestinos durante la conmemoración de la Nakba de 2018, hace exactamente un año.
El espectáculo ha empezado, pero no está en los escenarios sino en la calle. Tras la quimera creada para los turistas con sus guías, comercios, hoteles, actividades, luces, puesta en escena… tienen que ocultar su auténtico rostro de colonización, apartheid, violencia, abusos y crímenes contra los Derechos Humanos.
¿Sabrán los asistentes a la farsa que el Palacio de Ferias de Israel, Expo Tel Aviv, está construido sobre el suelo robado durante 'la catástrofe' en 1948 a los palestinos de al-Sheikh Muwannis? ¿Sabrán los asistentas que bailarán sobre tumbas y sobre el dolor de quienes nunca pudieron volver a su patria? 5 millones de palestinos viven hoy en campos de refugiados mientras su tierra la colonizan judíos de todo el mundo.
De acuerdo a la investigación académica 'La invención del pueblo judío', del catedrático de Historia Europea en la Universidad de Tel Aviv Shlomo Sand, los descendientes de los judíos en 'Tierra Santa' son los palestinos, y la mayoría de judíos actuales carecen de conexión alguna con el actual territorio de Israel.
¿Sabrán los asistentes a Eurovision que estarán celebrando a apenas 75 kilómetros de Gaza, donde Naciones Unidas ha declarado que Israel seguramente esté cometiendo crímenes de guerra contra los palestinos que cada viernes protestan contra la ocupación y el apartheid que comete Israel y del que las Naciones Unidas alertaron en 2017? Desde que los Palestinos van a protestar en Gaza cada viernes, más de 200 han sido asesinados y otros 7.000 han resultado heridos.
Israel va a dejar de lado las bombas durante estos días, pero que los asistentes a Eurovision no se confundan: lo que han visto estallar en Gaza durante todo el año no son fuegos artificiales para darles la bienvenida.
En Gaza, lejos de la exuberancia y el glamour que pretenden mostrar los israelíes en Tel Aviv, la situación es tan desesperada que el 80% de la población depende de la ayuda humanitaria, viviendo en una prisión a gran escala al aire libre que lleva 12 años aislada por el bloqueo que Israel ha impuesto. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) teme que para 2020 Gaza sea un lugar inhabitable.
El país que se vende como una democracia ejemplar en el último año ha abierto fuego intencionadamente contra periodistas y personal sanitario. Al menos 2 periodistas y una paramédico han muerto por disparos de francotiradores israelíes en 2018.
"Un estado solo para los judíos"
Como ya se hizo en Sudáfrica, los espectáculos como Eurovision son poco más que una herramienta propagandística para blanquear el apartheid.
Utilizar el término 'apartheid' no es ninguna calificación propagandística anti-israelí. El apartheid es algo que reconocen los propios sionistas con leyes como la Ley del Estado Nación de 2018 que designa a Israel como "estado judío" o con declaraciones como la del Primer Ministro Benjamín Netanyahu que reafirman la discriminación afirmando que "Israel es un estado solo para los judíos". El carnaval de Eurovision no es más que un intento de limpiar la sangre que cubre la bandera sionista cara al exterior mediante la cultura, del mismo modo que se hizo en Sudáfrica durante su apartheid.
Se trata de la misma estrategia que pusieron en práctica con el 'Pinkwashing'; utilizando la causa LGTBI para distraer la atención del verdadero problema: son una nación que nace de la expulsión y el asesinato de los nativos. Aunque ni siquiera esté legalizado el matrimonio LGTBI dentro de Israel, porque el matrimonio civil no existe en el país.
Israel, que estos días organiza un 'festival cultural', hace menos de un año, en agosto de 2018, bombardeaba el Centro Cultural de Gaza Said al-Mishal, pocos meses después de detener a la poeta Dareen Tartour por publicar una poesía de resistencia en redes sociales; siguiendo el país sionista así con sus políticas de intentar eliminar cualquier resquicio de la cultura e identidad palestinas. Pocos recuerdan ya que el Jerusalem Post, uno de los principales tabloides de Israel, surgió en 1932 como The Palestine Post... aunque sus lectores e incluso redactores en varias ocasiones hayan negado que Palestina hubiese llegado a existir alguna vez.
Una burla hacia los palestinos
La edición de este 2019 de Eurovision es un espectáculo donde no queda el más mínimo ápice de moralidad y dignidad humana en la propia esencia misma de cómo se plantea. La cuenta oficial del 'show' se promociona con un video que dice:
"Es la tierra de la miel, la leche, de siempre sol". La tierra de la miel que no pueden tomar el 80% de los gazatíes que dependen de ayuda humanitaria. La leche –materna– de las dos mujeres embarazadas que asesinaron las bombas de la aviación sionista a principio de este mes. El sol que tapan el humo de los bombardeos y los botes de gas contra los manifestantes de la Marcha del Retorno.
Sigue con que "hay algunos árabes", en un territorio que hace menos de un siglo era de mayoría árabe. "Huyó de Rusia por miedo", para hacer que sean los palestinos quienes tengan ese mismo miedo. Así han logrado que una generación entera de niños enfrente problemas psiquiátricos por la exposición constante al terror.
Pero la guinda del pastel la ponen cuando afirman que su capital es ni más ni menos que Jerusalén, aun cuando la resolución ES-10/L.22 de la Asamblea Nacional de Naciones Unidas dicta que la declaración de Jerusalén como capital de Israel es "nula y sin valor". El 'gag' es una burla hacia los palestinos; tanto musulmanes como cristianos.
Esta soberbia es la esencia de los sionistas, que saben que pueden hacer lo que les plazca sin consecuencia alguna. Con la declaración de independencia de 1948 por parte de Ben Gurion, Israel nacía ya violando la convivencia internacional y anulando el Artículo 22 del Convenio de la Liga de las Naciones vinculante para todos los países de la ONU de acuerdo al artículo 80 de la Carta de las Naciones Unidas, que garantizaba la descolonización y auto-determinación de palestina.
Ni siquiera los delirantes argumentos teológicos pueden justificar lo que Israel hace a los palestinos desde hace siete décadas. Los movimientos ultra-ortodoxos más apegados a la fe, como Naturei Karta o Satmar Hasidins, rechazan la existencia del estado de Israel porque según la tradición judía, su pueblo puede volver a Jerusalén y abandonar 'el exilio' sin su mesías. El sionismo, además, es una ideología nacionalista que busca materializar ideas divinas del judaísmo.
La carta del antisemitismo
Israel se protege de sus críticos llamando antisemita a cualquiera que denuncie sus crímenes. No hay, sin embargo, nada más antisemita que un sionista.
No hay, de hecho, nada más antisemita que crear un ejército de africanos, europeos y americanos para expulsar a los semitas autóctonos de Palestina. No hay, de hecho, nada más antisemita que rechazar la esencia del judaísmo en aras de un nacionalismo belicista, supremacista, chovinista y planteado desde el odio. No hay, de hecho, nada más antisemita que el estado de Israel.