Adén, que hasta hace unos días era una ciudad estable —dentro de lo que la situación yemení lo permite—, se ha vuelto uno de los frentes más activos de la guerra de Yemen. Las tropas leales al presidente Mansur al Hadi (pro-Arabia Saudita) mantenían hasta hace escasos días una alianza estratégica con los independentistas del Consejo de Transición del Sur, apoyados por Emiratos Árabes Unidos (EAU), para hacer frente a los hutíes de Ansarolá (afines a Irán) en el norte. De la calma, sin embargo, ya no queda nada.
Desde que a mediados de semana los independentistas del sur intentasen hacerse con el palacio de Maashiq, en el que está la sede del poder ejecutivo del gobierno de Mansur al Hadi, la violencia y las detenciones aleatorias se han propagando por Adén, provocando varias muertes.
Y es que si la alianza anti-hutí formada por independentistas del sur, las tropas de Hadi y sus respectivos patrocinadores (emiratíes y saudíes) nunca estuvo realmente unida, las diferencias han llegado a su punto de máxima hostilidad ahora que Emiratos Árabes Unidos quiere poner fin a su enfrentamiento con Irán, abandonando a los Saud en su aventura belicista.
Mientras que sus títeres se quedan combatiendo a hutíes principalmente, pero también al gobierno yemení, Emiratos Árabes Unidos ha decidido anunciar su paulatina retirada del conflicto; algo que no ha sentado nada bien en Riad. Más allá de argumentaciones que no explican nada y florituras para justificar la decisión, lo cierto es que en Emiratos existe la preocupación de no haber cumplido sus objetivos respecto a Yemen. Ante el fracaso, hay quienes empiezan a cuestionarse la viabilidad de seguir a Arabia Saudita en la vía de la confrontación contra los enemigos de Israel. Es sabido, además, que la enemistad con Irán es algo que ni siquiera convence a todos los emiratos, provocando en ocasiones previas el desacuerdo de Dubái con Abu Dabi.
Por todo lo anterior, Emiratos Árabes Unidos está intentando forjar una nueva amistad con el país persa; menos esperado, después de llevar más de un lustro combatiendo en el plano militar y diplomático a Irán y a sus aliados.
Los emiratíes decidieron sacrificar sus relaciones con la República Islámica —sin ponerles fin del todo, lo cual es muy importante para entender su acercamiento "pragmático" de ahora— en favor de la política exterior saudí. Del mismo modo, apoyaron la decisión de Estados Unidos de romper el Acuerdo de No Proliferación Nuclear y las posteriores sanciones contra Irán. En Siria, participaron en la creación de grupos rebeldes y yihadistas contra el gobierno, y en Yemen entraron con todo a favor de los independentistas sureños y contra las fuerzas hutíes.
Pero los constantes encontronazos que está habiendo en Hormuz —sabotajes, barcos detenidos, sanciones— han provocado una situación de inestabilidad que no benefician a nadie, y es algo de lo que en los EAU son muy conscientes. A lo sumo puede que no le desagrade la situación a Arabia Saudita, al eliminar competidores en el mercado del petróleo, pero es algo que ya consiguen con las sanciones que EE.UU. impone a los iraníes, por lo que tampoco obtienen provecho alguno de las hostilidades. Ello ha hecho que desde Abu Dabi apuesten por un acercamiento con Teherán para dejar de lado sus desavenencias y lograr mantener rentable uno de los principales pasos de petróleo del mundo.
Desde finales de julio, el gobierno emiratí ha enviado dos delegaciones 'de paz' a Irán, para negociar la seguridad marítima y evitar más daños en petroleros que supongan, por un lado pérdidas económicas, y por otro inestabilidad en el mercado.
Las reuniones que ha habido en Teherán entre delegados emiratíes y sus anfitriones iraníes, aunque no han sido apenas noticia y hay quienes desde Europa y EE.UU. las consideran irrelevantes, en la región han causado un gran revuelo. Por un lado, la respuesta de Irán ha sido la de enviar un mensaje de provocación a Arabia Saudita, dejando caer que los emiratíes ya no están a gusto en La Coalición de Yemen; idea que, por otro lado, no es descabellada, teniendo en cuenta que no han conseguido lo que pretendían y que están intentando marcharse lo antes posible vista la inestabilidad de Adén estos días por ejemplo entre aliados.
Desde el lado saudí, la respuesta ha llegado a través de las Redes Sociales y el hashtag الامارات_شريان_ايران# (EAU es la arteria de Irán), donde acusan a los emiratíes de 'traidores'. De hecho, 'traición' es la palabra más utilizada en Twitter por los más fervientes seguidores de la tiranía de los Saud.
Sintomático de que algún desacuerdo al menos ha habido con la monarquía saudí por el acercamiento —pragmático— de Abu Dabi hacia Irán, es que el think tank pro-saudí Arabia Foundation, en el que participaban económicamente los emiratíes, cerró repentinamente por "diferencias de opiniones entre los donantes" al día siguiente de que se conociese la primera visita de la delegación emiratí a Teherán para hablar sobre la seguridad de sus costas.
Dubái siempre tuvo afinidad con Irán, además de unos lazos económicos y culturales que ni las más beligerantes políticas anti-iraníes adoptadas por Abu Dabi pudieron romper. Ahora parece que los planteamientos más racionales y pragmáticos del emirato del norte comienzan a imponerse en la lógica de la política exterior de Emiratos Árabes Unidos. Abu Dabi, que anteponía la política acordada con Arabia Saudita a los acuerdos comerciales que más interesan al país, ha fracaso en la toma de decisiones, por lo que el país parece estar adoptando un nuevo camino. Emiratos Árabes Unidos, como Qatar y Turquía, parece que está empezando a dejar de lado la agenda anti-iraní, auspiciada por EE.UU., Israel y Arabia Saudita, para comenzar a pensar en sus propios intereses.