Venezuela y Argentina: ¿el águila imperial tras los “eslabones débiles”?

Carlos Santa María

Cuando se firma el nuevo Acuerdo por el cual se ratifica el alto al fuego en Ucrania e, independientemente de ello, la Unión Europea aprueba nuevas sanciones contra Rusia, con la venia de Angela Merkel y Francois Hollande, la explicación a esta actitud de doble moral se comprende por el uso de principios  para negociar el planeta a partir del capital.

Desde esa óptica, en geopolítica hay varios axiomas que deben conocerse para comprender lo que ocurre en el mundo, estableciendo las necesarias correlaciones, causalidades y resultados efectivos o probables. Así se puede comprender lo que sucede planetariamente y en lo local, ya que ambos tienen una relación directa pues  los fenómenos no suceden  por azar sino que ligados a una estructura que marca los procesos.

Una de las claves ideológicas es la del eslabón más débil o el más fuerte. Según ésta, en todo el mapa de poder existen gobiernos o naciones que son fácilmente asimilables, intervenidos sin cortapisas, doblegados sin oposición usualmente, los que son considerados eslabones débiles ya que no ejercen una oposición que puedan sostener por muy dura que ella sea. El eslabón con fortaleza es aquel donde las posturas de defensa de su soberanía, por ejemplo, marcan un referente internacional y, por tanto, son difíciles de torcer.

En el caso de América Latina se ha continuado una campaña de desestabilización que tuvo una época de gran éxito y cuyos resultados se ven en este momento: por una parte, naciones que sufrieron el flagelo del neoliberalismo a través de los golpes de estado directos, cruentos, y otros que han sido domesticados a través del poder económico-mediático y la estrategia de consumo, tal como ocurre con los países en la Alianza del Pacífico los cuales combinan represión militar superada por democracias o represión social aún estáticas y con gran presión.

Dos gobiernos que se han opuesto al chantaje de las Corporaciones Transnacionales y que han sufrido un embate grosero son Argentina y Venezuela, especialmente al percibir que esos procesos ciudadanos y bolivarianos respectivamente adquieren un gran respaldo popular y se consolidan como alternativas a los modelos de consumo y explotación de las riquezas naturales de éstos.

En el caso de Venezuela, el reciente plan golpista develado muestra una similitud exacta con otros puñetazos dados: actos violentos, guerra informática y difusión del manifiesto “Acuerdo Nacional para la Transición”, señal para movilizar a todas las fuerzas paramilitares que existen provocando un enfrentamiento en las calles y la llamada de auxilio de la ultraderecha “en nombre de la libertad”. Sin embargo, el gobierno desarticuló la conspiración del 12 de febrero que involucraba oficiales subalternos de la aviación militar y  figuras de la oposición, que publicaron ese día un manifiesto convocando a un “gobierno de transición”, cuyas primeras medidas serían privatizar las empresas públicas y revertir las conquistas sociales del pueblo venezolano.

“Coincidencialmente”, por dar un ejemplo, el mismo día un grupo de venezolanos y chilenos se congregó en la nación austral frente a la Embajada profiriendo insultos contra el gobierno bolivariano, sus funcionarios y visitantes que acudieron a un acto en la sede diplomática. Gran parte de los manifestantes eran jóvenes militantes de la UDI o sector derecho en el país.

De igual modo, en Argentina ocurrió la denuncia a la Presidenta después del suicidio de un fiscal, Alberto Nisman, vinculado a Washington. Al revelarse que desde el año 2010 existía una estrecha relación entre la embajada de EE. UU., Israel y Nisman, la supuesta imparcialidad de este fiscal estaba en duda, especialmente sabiendo de la necesidad de acusar al gobierno iraní que cada vez posee mayor aceptación y reconocimiento en el planeta, además de tener unas fuerzas armadas leales y dispuestas a no aceptar chantajes sobre el plan nuclear pacífico que han manifestado. La relación es evidente.

Como ya se demostró en 167 cables revelados por WikiLeaks (donde este funcionario hacía consultas a la embajada estadounidense sobre textos que luego presentaría a la justicia para aportarlos en la causa AMIA, hasta pedidos de disculpas por no entregar datos a su debido tiempo), confirman la orden dada al fiscal paraacusar a Cristina Fernández por el supuesto encubrimiento de Irán en el caso del atentado a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el 18 de julio de 1994, con 85 personas fallecidas.

Respecto al “caso Nisman”, cabe mencionar dos hechos relevantes: elevar al fiscal al nivel de héroe se hace justo cuando la oposición está debilitada por el avance de las políticas sociales del gobierno y, además, no existe ninguna prueba judicial ni evidencia forense seria, científica, que confirme el asesinato. Aún más, las 300 páginas del supuesto informe acusatorio no aportan ninguna prueba exacta de la complicidad de la Presidenta. Por el contrario, corroboran que este fiscal no condujo una investigación independiente como era su deber ético, sino que se asesoró y puso bajo las órdenes de una potencia extranjera para seguir sus dictados. ¿Porqué sólo se investigó la supuesta responsabilidad de Irán y no la de agencias secretas que realizan banderas falsas con probada eficacia? La respuesta confirma también lo anterior.

Los eslabones “débiles” pueden ser más fuertes que lo pensado.

Naturalmente ambas naciones están sometidas a una presión sin igual, esperando las Corporaciones que las próximas elecciones marquen el tan deseado triunfo de las empresas privadas que desean apoderarse de sus riquezas naturales e insistir en “la vía europea” de austeridad macabra, en la medida que no triunfe “la salida”. Por ello, hacer un alto en la profundización de las reformas populares es un suicidio político.

Ante la intervención directa de la Casa Roja manifestando que apoyará "a los ciudadanos de países donde el pleno ejercicio de la democracia está en riesgo, como Venezuela", una idea central es concientizar a Obama para dejar de apoyar directamente a los terroristas del Estado Islámico (corroborado incansablemente por documentación más que suficiente), dedicándose a resolver el grave problema de los asesinatos por la fuerza pública en EE. UU., en vez de indicar a Irán que deje libres a presos políticos causantes de graves acciones genocidas, similar a Venezuela, lo que ha sido respondido por ambas naciones ordenándole a Washington proceder con verdadera intención de transparencia y comprender que ya no posee el poder de obligar a las naciones a someterse por la fuerza.

Un viejo refrán árabe dice algo extraordinario:” no discutas con un tonto porque pueden confundirte con él”. Este podría aplicarse a la geopolítica actual donde algunos líderes aún no perciben la realidad o simplemente se miran su dedo y creen que es la luna. Tal vez vale la pena dejar de enfrentarse a aquellos para centrarse en lo positivo que algunos dirigentes respetados realmente están haciendo por sus pueblos.

Lo que sí es cierto es que en ambos casos, Venezuela y Argentina, las Corporaciones Mediáticas juegan un papel trascendental en desinformar, mentir, engañar y provocar zozobra en un país, desestabilizándolo con el fin de lograr el objetivo fundamental: entregar la soberanía y riquezas naturales al extranjero. Más bien habría que interrogarse en cuanto al país transandino porqué con tanta “ayuda” externa (seguramente de los actores de NCIS), no se  haya producido un sólo avance significativo en la causa AMIA durante los casi diez años en que Nisman manejó la investigación.

Finalmente, los sueños por un mundo más justo, superando los intentos de un águila sagaz, rapaz, que no puede volar como antaño, se pueden resumir en la frase del Yanis Varoufakis, Ministro de Finanzas de Grecia (territorio sometido a las presiones indebidas de los organismos financieros internacionales), extensiva a los gobiernos soberanos: Después de todo, Europa sólo recuperará su alma cuando recupere la confianza del pueblo al poner sus intereses en el centro de todo.”