¿En qué consiste el verdadero plan de Netanyahu y EE.UU.?
Varios analistas serios, reflexivos, coinciden plenamente en que detrás de la supuesta contradicción entre Barack Obama y Benjamín Netanyahu, referida al acuerdo nuclear con Irán, la realidad es que pueden existir diferencias de apreciación aunque lo fundamental es que el pacto entre ambos es irrompible y se sustenta en acuerdos secretos no conocidos por la opinión pública internacional.
El fervor mediático referente al tema, incrementado a su máximo por los medios, tiene un objetivo dual: por una parte, hacer creer al mundo que el presidente de Estados Unidos se opone decididamente a que las negociaciones con la república iraní sean detenidas por obra de acciones israelíes; por otra, que esta diferencia denota el interés de la potencia por el equilibrio atómico y que no cejará en lograr la justicia equilibrada. En ese sentido, es un representante de las opciones pacíficas en el planeta.
Ante ello, es pertinente mencionar que, en primer lugar, las supuestas contradicciones entre el Estado de Israel y EE.UU. son inexistentes, puesto que ambos no son signatarios de las convenciones para lograr una normativa internacional que elimine o disuada el peligro nuclear. Por el contrario, los mandatarios estadounidenses conocían de los avances nucleares de Israel antes de 1985, encubriéndolos y no haciéndolos públicos sino hasta que un técnico judío denunció la existencia de este armamento. La historia del secuestro de Mordecai Vanunu y el posterior traslado a su país natal demuestra el grado de colusión existente.La evidencia confirma que el Gobierno sabía de la existencia de un programa nuclear israelí desde 1987, encubriendo el desarrollo de una bomba de hidrógeno y su programa nuclear. Aún más delicado es que la Casa Roja continúa su cooperación financiera y bélica con Tel Aviv, pese a que las enmiendas Symington y Glenn (1976 - 1977), prohíben dar ayuda a países que desarrollen armamento nuclear y no sean firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear. Es la clara violación a su propia legislación.
Cabe hacer notar que este supuesto enojo ha sido publicitado al más alto nivel llegando al extremo de vincularlo a las formas que adquiere la farándula, de tal suerte que se pierde el análisis esencial de la situación planteada desviando la atención hacia lo superficial: dos hombres enfrentados por una temática que los vuelca a realizar declaraciones personales. Hacer insustancial una situación es el mejor modo de desvirtuar su sentido profundo y la delicada vinculación con las guerras que pueden detener la existencia humana. Comentar quiénes irían o no a la conferencia, si las sillas estaban llenas con espectadores, qué reacciones causó o la ovación a su discurso (pese a ser datos interesantes), de ningún modo responde al problema fundamental: ¿qué se está planeando en secreto y va más allá de la apariencia?
En segundo lugar, confirmando lo anterior, el presidente Barack Obama afirmó que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu no ofreció ninguna alternativa viable a las conversaciones nucleares con Irán (durante su discurso ante el Congreso del país), no diciendo nada nuevo respecto al tema y, a la vez, sostuvo la unión irrompible entre ambas naciones. Asimismo, insistió en que este impase no afectará de ningún modo las conversacionesentre Teherán y los mediadores internacionales sobre el programa nuclear iraní.
Lo anterior conduce, entonces, a establecer una posibilidad que detrás de estas divergencias ya conocidas, donde un país está por las negociaciones, y otro insiste en la confrontación, en caso de producirse un ataque, Washington no tendría ninguna responsabilidad, rechazaría todo lo que se realice militarmente… aunque no intervendría como ha sido la constante.
¿Dónde está la clave de la hipótesis planteada?
Ya se conoce que el Grupo 5+1 (China, Reino Unido, Francia, Rusia, EE.UU. más Alemania), e Irán, han comenzado la fase final de las negociaciones sobre el programa nuclear iraní donde se establecerán los puntos que delimitarán el modo en que se desarrollará el procedimiento pacífico esbozado por la nación persa, en reunión a efectuarse el próximo día 31 de marzo. No obstante, los diálogos con EE.UU. siguen en completo hermetismo pues se sabe con claridad que la aceptación del acuerdo puede darse, aunque trae un peligro inmenso escondido.
No se puede olvidar que Netanyahu ha manifestado que esta concertación implica la destrucción del Estado de Israel, propiciado según sus palabras por el país terrorista por excelencia en el mundo, tal y como lo ratificó en su conferencia en el Congreso estadounidense. Hay que recordar que otros actores árabes y transnacionales están involucrados, como el Estado Islámico (terrorismo organizado para atacar a todas las naciones soberanas), y donde Arabia Saudita ofrece incluso a las Fuerzas Aéreas israelíes que sobrevuelen su espacio aéreo en futuros ataques contra intereses persas.
Es preciso reconocer que existen en esta nación de América del Norte legisladores, dirigentes, ciudadanos, organizaciones, que creen profundamente en un tratado respetuoso y en la necesidad que EE. UU. concentre la mirada en su propia problemática álgida. Se ha denunciado que Netanyahu acusa a Irán de perseguir la bomba atómica cuando su propio régimen cuenta con más de 200 ojivas nucleares, se niega a adherirse al Tratado de No Proliferación (TNP) y, además, impide toda inspección a sus instalaciones nucleares: el Organismo Internacional de Energía Atómica tiene vedado su ingreso a dichas instalaciones.
Finalmente, mientras se dialoga sobre los Derechos Humanos en las Naciones "Unidas", subrepticiamente Obama prorroga durante un año las sanciones impuestas a Rusia en 2014, de modo similar con el bloqueo impuesto a Irán. En ambos casos el temor a que estas naciones sean actores geopolíticos independientes y no meros objetos de dominación es una fuente ideológica que soporta el excepcionalismo y el plan sionista al agredir a dichos países. Si se une a la coyuntura electoral que se vivirá en Israel el 17 de marzo, también es evidente el deseo de sumar votos y obtener financiación para la próxima elección.
Ante las pretensiones de Barack Obama para que Irán suspenda sus actividades nucleares durante diez años "o más", sumadas a sus declaraciones según la cual esta lleva a cabo actividades provocativas en la región y apoya a grupos "terroristas", evitando explicar la multimillonaria ayuda militar a Israel, todo configura el escenario próximo planteado.
La conclusión, delicada por cierto e hipotética aunque con fundamentación, es que EE.UU. e Israel realizan un serio espectáculo de teatro bien programado, de calidad representativa, con el fin de engañar al mundo fingiendo diferencias y abriendo un espacio enorme a la probable intervención israelí, incluso condenándola retóricamente por su acción unilateral contra la República Islámica de Irán. Expertos coinciden en que corresponde a una estrategia de Washington para iniciar el conflicto, ya sea con Israel como atacante directo o ante la negativa de Irán de aceptar condiciones que afecten su soberanía, legalizando la táctica militar contra un país que fomenta el terrorismo… como lo ha sentenciado el primer ministro. Así, los intereses occidentales se logran "torciendo el brazo algunas veces cuando no nos hacen caso".
Lo cierto es que aprovechando la experiencia de las "revoluciones primaverales", se dará la impresión de que se exploraron todas las acciones de paz hasta verse obligado a defender la supervivencia del planeta tierra ante el peligro oriental.
Para nadie con un mínimo nivel de razonabilidad debe quedar en duda que los intereses geopolíticos de las corporaciones transnacionales están vinculados a los gobernantes de determinadas naciones que han entregado su poder a estas.
Mientras sea nítido que en el mundo se juega hoy una confrontación efectiva entre la justicia social real y el modelo neoliberal que conduce al austericidio, las fuerzas que sostienen la paz y la integración en equidad continuarán su ascenso imparable pese a las amenazas del imperio.
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