Si se entiende una profecía como un mensaje histórico de la antigüedad emitido por una persona con un don sobrenatural, obviamente no existe alguna evidente sobre la Siria actual. Si se comprende como una lógica que se va dando en tanto todos los hechos conducen a su realización, podemos asegurar que la realidad confirma su cumplimiento.
Y es que la hipótesis planteada desde hace algunos años referente al triunfo de la nación siria sobre el terrorismo, pese a los embates inmensos avalados por potencias guerreras, posee cada vez más hechos contundentes que la sustentan. La profecía emitida por agoreros neoliberales, con "inspiración divina y sobrenatural", según la cual dicha nación sería destruida como Sodoma y Gomorra va quedando sin argumento válido pese a lo sucedido.
En esta dirección es que deben entenderse las actuales conversaciones de Viena sobre Siria, donde participan Rusia, Turquía, Arabia Saudita y Estados Unidos, a las que recientemente se integraron Irán, China, Irak, Catar, Reino Unido, otras naciones y representantes de la Unión Europea. La razón fundamental es que existe una tendencia cada vez mayor a ver este conflicto en relación con las fuerzas que amparan al extremismo takfirí y sin cuya eliminación no será posible la paz. También han aceptado algunas potencias que la continuidad de Al Assad no está en duda mientras persistan los ataques al Gobierno y a la integridad territorial de la nación.
Los primeros resultados destacan la obligación a las potencias EAIF (Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia) a resignar en parte su deseo de sacar al mandatario de la presidencia legal del país árabe debiendo transar sus intenciones en una mesa de discusión pues, por sobre ello está el objetivo de derrotar al Estado Islámico para garantizar una opción civilizada, tal como existía antes de la intervención occidental en Irak, Libia, Afganistán y Siria misma.
Cabe mencionar que en dicha reunión se habría logrado diversos acuerdos, los que han sido expresados de modo diferente por algunas naciones, aunque se podría manifestar que se acordó la lucha contra grupos terroristas, la unidad, independencia, integridad territorial y seguridad del país, se pedirá a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que negocie un cese del fuego y realice elecciones. Aún hay diferencias sobre el futuro del presidente, aunque el canciller ruso, Serguéi Lavrov, sostuvo nítidamente que los sirios son los que deben decidir. El comunicado conjunto emitido por los participantes destaca que pese a las diferencias sustanciales se ha logrado alcanzar un entendimiento que permite un pronóstico constructivo.
Al respecto de estas conversaciones se puede precisar lo siguiente: uno, las potencias occidentales asisten porque se ven obligadas a hacerlo, lo que no significa que dejen de pensar en dominar dicha región. Dos, los diálogos serán expresión de un sector en contradicción con el derecho del pueblo sirio a decidir su destino y otro que propicia la autodeterminación de los pueblos.
Cabe mencionar que esta reunión surge a partir de hechos evidentes: A, el éxito del apoyo aéreo ruso al Gobierno legal con la destrucción de un número inmenso de objetivos militares, ya que en un mes han destruido cerca de un 35% de la capacidad bélica del Estado Islámico; B, que el Ejército sirio cada vez más se acerca a las posiciones de los takfiríes, pese a ser de lenta consecución, mostrando un avance inmenso en diversas provincias e instalando zonas de contención y avance; C, reconocimiento del papel decisivo de la Federación Rusa en el campo regional y mundial, liderando acciones de paz a través de la diplomacia política.
La interrogante es: ¿Qué se pretende en las mesas de Viena respecto a la opción política y la militar?
Se debe presumir que habrá una diplomacia retórica ante aquella complementaria que pretende sincerar las posiciones: no es cierto que se desee por algunas potencias una Siria unida, laica y pacífica, pues desde el geopoder se conoce que se intenta dividir el país en tres sectores, los cuales permitan una tensión permanente. El beneficio directo sería para Israel, Turquía y Arabia Saudita, pues sus propios proyectos se verían así consolidados. Si existe Siria unida implica una fuerte alianza con Irán, posicionando al Estado persa como el referente más sólido de la región y un actor con el que se debe contar para toda acción de pacificación.
En realidad lo que ocurre hoy en el espectro diplomático y militar es la victoria de las estrategias planteadas al presente y el futuro próximo, estableciendo cinco conclusiones:
1. La Casa Blanca no acepta que Al Assad participe en la denominada transición política pues para ellos él es el responsable de la crisis y no la creación de grupos extremistas. Sin embargo, las derrotas de la Coalición y su disminución notable en la influencia regional le imponen participar para no quedar excluida del todo. Luego de lograrse un éxito gracias a las gestiones comunes la prensa occidental la pondría como el protagonista principal.
2. La idea de que participe el Ejército Libre Sirio es una jugada maestra. Por una parte, se ve si existe realmente y quienes lo componen… o si simplemente es una fantasía; por otra, exige que no luche más al lado del Estado Islámico o Al Qaeda, excluyéndolo de apoyar "moderadamente" al extremismo.
3. Barack Obama no reconocerá lo evidente: que planificaron la secesión de Irak y Siria coordinada con la capacitación y entrenamiento al Estado Islámico, cuyo proyecto falló, entró en crisis y puso su autoridad en entredicho a nivel mundial. La negociación se dará sin esa aceptación pública, transparente.
4. En lo que será de imprescindible acuerdo, lo que no se ha aceptado plenamente por las potencias y sus aliados es que ningún proceso político decisivo puede materializarse mientras exista Daesh y Al Qaeda o alguna organización terrorista "moderada".
5. El futuro de Bashar al Assad no se definirá en Viena sino que lo hará el pueblo sirio, previo a la eliminación del terrorismo en la región, lo que indica que antes es imposible. Las conversaciones son para obtener un reconocimiento de las potencias que apoyan el terrorismo de que no lo harán… por lo menos de modo directo y que deberán enfrentar un rechazo ético mundial si continúa su acción ilegal.
Lo delicado es que paralelamente a lo expuesto públicamente se sigue financiando el terrorismo. El subsecretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha confirmado el envío total de 500 millones de dólares a la "oposición siria", sin definir si es la civil o la "moderada", en forma de "ayuda financiera no letal". Según el funcionario, la intervención militar de Rusia no logrará ninguna victoria militar en el país árabe y, asimismo, si continúa el ataque al Estado Islámico, los exacerbará. La presión de la guerra, según su opinión, es la que obliga al Kremlin a negociar políticamente en Viena. Blinken ha insistido en que esa transición de poder debe terminar con la destitución del presidente de Siria, pues mientras lidere el país no se erradicará el terrorismo ni terminará la crisis.
Paralelamente a estas declaraciones se conoce un nuevo video que muestra cómo miembros del llamado Ejército Libre Sirio (ELS), designados como 'rebeldes moderados' por EE.UU. y sus aliados, encierran a mujeres en jaulas para usarlas como escudos humanos frente a bombardeos sirios y rusos. Se asegura que han colocado decenas de jaulas con más personas en otras zonas bajo su control para tratar de impedir que las aeronaves sirias y rusas realicen ataques aéreos en su contra. Paralelamente, Daesh asesina a doce niños que intentaban escapar de las escuelas de entrenamiento en Mosul donde les enseñan a matar o a ser bombas humanas aún sin quererlo. Este hecho también está ocurriendo en zonas bajo control de la coalición terrorista Yaish al Islam, formada tras la unión de más de 50 grupos terroristas bajo un mismo mando.
Finalmente, es necesario reconocer que se abre un nuevo escenario internacional pues la discusión gira por primera vez en el plano político como alternativa viable por sobre la destrucción del país, donde para no demostrar la derrota bélica y financiera de algunas potencias, gobiernos y reinados, deben ser parte de una conversación no deseada.
La 'profecía' en términos propositivos se cumple negando los vaticinios catastróficos de quienes daban por descontado que Bashar al Assad sería derrocado por las potencias y se produciría el triunfo terrorista (continuando Siria en el caos y fragmentada), presentándose la posibilidad de reconstruir una Siria inclusiva, sin injerencia foránea. Es el espíritu de la reconciliación el que se impondrá tal como lo augura el geopoder complementario.