"Los ricos tratan de ser felices. No quieren salvar al mundo" Steve Siebold
Acaba de aparecer otro de los 'novísimos' estudios que, usualmente, se reproduce en los medios occidentales intentando embellecer la imagen de los billonarios del mundo, presentándolos como normales y superiores a la vez, buenos, cultos, esforzados; es decir, deseables para la sociedad ya que, sin ellos, el mundo no prosperaría. Así, según el último informe elaborado por el equipo del portal analítico Gocompare.com y expuesto en páginas mundiales, las seis características más destacadas de estas personas son: estar casados y con tres hijos; pertenecer al signo Acuario, preferentemente (aunque también Tauro y Capricornio); no tener mucha vinculación con la ciencia, pues ser bachiller es lo básico; con alopecia y miopía recurrentes, ser 'caballero' (hombre) como requisito y donde el país de origen es decisorio.
Otras "investigaciones" coinciden o controvierten lo anterior manifestando rasgos como los siguientes: viven bien, por debajo de sus posibilidades; aplican su tiempo, energía y dinero de manera eficiente, buscando la forma de crear riqueza; sus padres no los mantuvieron ni les dieron apoyo económico una vez que terminaron sus estudios; son excelentes para buscar y encontrar oportunidades de negocios; escogieron su ocupación correcta y la mayoría ya son millonarios a los 55 años; la mayoría de los negocios en los que participan son considerados normales ya que poseen constructoras, farmacias, ventas de automóviles, oficinas de control de plagas, granjas, compran y venden antigüedades. La mitad de sus esposas no trabajan fuera de casa y la principal ocupación de aquellas que trabajan fuera es la de educadora; en promedio, su gasto anual es menos del 7 % de su fortuna, o sea, tienen ahorro suficiente para vivir más de 12 años sin trabajar; la mayoría (97 %) son propietarios de su casa y han vivido en ella más de 20 años, por lo que sus propiedades tienen ahora una gran plusvalía; la mayoría no se sienten en desventaja por no haber recibido herencia y cerca del 80 % son millonarios de primera generación; ahorran al menos el 15 % de sus ingresos y viven cómodamente debajo de sus posibilidades. Usan trajes económicos y manejan carros nacionales que no son último modelo; la mayoría de sus esposas son planeadoras y hacen presupuestos meticulosos.
Tienen una fortuna aproximadamente 6,5 veces mayor que la de sus vecinos que no son millonarios; la mayoría de ellos trabaja de 45 a 55 horas por semana; son inversionistas y ellos mismos toman sus propias decisiones de inversión. Tienen buena educación. Solo uno de cada cinco no se graduó de la universidad. Según el multimillonario Steve Siebold, los megaricos son egoístas y no sienten ningún tipo de culpa por ello, ya que consideran el egoísmo como una virtud, cuando el resto del mundo lo entiende como un defecto. Ellos suelen tener claro aquello que quieren y luchan para conseguirlo, puesto que las personas comunes no llegan a enriquecerse por no centrarse lo suficiente en sí mismas.
Sin embargo, pese a estos estudios de caracterización, la vida de dichos personajes es diferente en diversos campos y podría manifestarse en rasgos que no son tocados con profundidad como los siguientes:
1. No profesan ninguna religión existente.
Para un número inmenso de cristianos del mundo, la frase del Maestro fue muy clara: es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos. La razón de que los billonarios descarten este axioma para sí mismos es que no profesan ninguna religión, aunque se declaren afiliados a alguna. Seguir reglas de comportamiento eclesiástico, ayunar, rezar, hincarse o asistir a ceremonias no indican nada en concreto ya que, llegada la hora de romper los preceptos de una iglesia, lo hacen sin ningún remordimiento.
Situación diferente ocurre cuando su envejecimiento los agobia y comienzan a realizar 'nuevas' inversiones: negociar el cielo a través de donaciones, altruismo, buenas acciones… las que ya no tienen sentido porque, lo hecho, hecho está. En esta dirección, son personas con alto temor geriátrico, que apelan a la criogenia si tienen seguridad que serán revividos nuevamente.
2. Creen ocupar un lugar planetario como seres indispensables.
Desde su enfermiza visión están seguros que el mundo colapsaría si no dan trabajo a los desempleados y que, sin ellos, la pobreza se asentaría fuertemente, desconociendo la historia universal, el colonialismo, el papel desestabilizador de potencias, la tortura y otros males que aquejan a la sociedad actual. La esquizofrénica teoría del país indispensable parece ser su fundamento religioso en tanto individuos.
3. Sus negocios van más allá de las simples inversiones normales.
Los diversos informes ofrecen una imagen de inversores legales, excepto por algunos errores al confiar en subalternos. No obstante, se ocultan los negocios de armas y drogas y los vínculos con agencias de inteligencia, inversiones que contrastan con las 'normales'. Su vinculación con la estafa y usura (de la cual los bancos son el ejemplo evidente) y su apoyo a golpes militares los convierte también en inversionistas de lo prohibido. Su ventaja es que, pese a usufructuar de la explotación y expoliación, es muy difícil que puedan ser jurídicamente imputados.
4. Son de una pobreza enorme en sabiduría.
Por más que se busque en páginas especiales o en archivos antiguos, es difícil encontrar a estos personajes haciendo algo por la Humanidad o emitiendo proyectos de desarrollo integral, menos ubicar sus frases de profunda reflexión… excepto cuando las revistas de farándula intentan hacer que lo obvio se convierta en admirable como un producto comercial.
5. Han recibido apoyo financiero-político sin retorno.
Indiscutiblemente, hay personas que han comenzado desde un origen modesto hasta alcanzar cierto nivel económico, lo cual hace reconocible su tesón. Sin embargo, actualmente mucho más allá de una idea luminosa, se conoce que han recibido un apoyo extraordinario del Estado o la misma empresa privada, incluso desde la tributación de los ciudadanos, librándolos de quiebras a través de préstamos sin retorno. Su poder internacional les permite superar desafíos que, para el ciudadano corriente, es impensable traspasar.
6. Actúan en la política mundial a través de Consejos.
La alteración de la realidad por los medios, según la cual los megaricos solo se dedican a buscar dinero, sin importarles otro aspecto, es absolutamente desproporcionado. Es cierto que existe un sector absolutamente alienado en el dinero que tiene una sola mirada para su destino, lo que implica no desconocer que existe una élite que sabe bien para qué se usa el poder financiero-militar y hace de esta fuerza su actividad principal, aunque intentan parecer desapercibidos logrando que los gobiernos o agencias sean los que asuman la responsabilidad. En síntesis, los billonarios del mundo van más allá de los Rockefeller, pues son la corporatocracia, encubriendo su poder detrás de la farándula de millonarios con estatus, verdaderos mayordomos mostrados en público, y así escondiendo a quienes son la fuente de ese poder.
Es preciso destacar que el documento mencionado al inicio evade mostrar que este grupo tiene una mentalidad retrógrada en normas sociales, pues son conservadores en extremo, opuestos a los cambios liberadores o proceso populares, lo que no obsta para que parezcan innovadores en todas las estrategias posibles para destruir a cualquier opositor de peligro. Políticamente, son neoliberales salvajes, pues su concepción de la vida está ligada al uso y explotación del ser humano en su más alta dimensión y se oponen denodadamente a aquello que signifique libertad de acción o trabajo. Desde su visión, consideran que no es necesario para las masas pensar y que basta llenar su cerebro con ideas que puedan recibir en titulares, ya que trabajar es su destino prefijado. Además, existen varias inconsistencias, como que la alopecia está asociada en muchos casos a la ansiedad excesiva. La carencia de amistades verdaderas, sin interés, indica que no poseen lo necesario, especialmente al carecer de principios asociados a la generosidad y el respeto a los derechos humanos: poseer una esposa e hijos que admiran la bondad de un ser permite un grado genuino de felicidad. Cuando la avaricia y tacañería prevalece, parecen no ser conscientes que las personas solo existen vitalmente y no en figuras decorativas: ganar más dinero a costa del sufrimiento de los demás es oprobioso.
En ningún lugar del documento se analiza su papel en la geopolítica, como si fueran seres extraterrestres, con el fin oculto de dimensionarlos como imprescindibles, evitando mostrar sus compromisos. Desde la siquiatría, los megaricos comparten un rasgo común, ya que pueden sufrir trastornos de la personalidad narcisista debido a varias razones: usualmente, no son agraciados físicamente, lo que los hace poco atractivos; consideran su poder financiero como derecho a ordenar y ser obedecidos; sus fracasos los desconciertan, especialmente en el plano de las relaciones afectivas; y tienen fe en su poderosa capacidad material para revertir su futuro. En el caso de aquellos que utilizan su poder para eliminar gobiernos, es factible realizar una relación con la sociopatía: muchas veces, los sociópatas son encantadores y mentirosos, ocultan pensamientos y emociones, tienen una exacerbada autoestima y se ven a sí mismos como superiores, autorizados a pasar por encima de los demás sin sentir remordimiento por sus acciones.
No se puede negar que la visión idílica de los megaricos plantea que no son conformistas: logran sus sueños con alta perseverancia y, supuestamente, ninguno se enfocó en el dinero, sino que fue el resultado del esfuerzo y autodisciplina, dispuestos a fracasar mil veces y levantarse siempre. Una conclusión final de los medios colonizados es que son personas a las que hay que considerar y respetar porque, gracias a ellos, existe el mundo organizado, comprendiendo que son solitarios en esta sociedad globalizada, donde dan lo mejor de sí mismos a costa de no ser reconocidos; es decir, con altruismo inmenso. Lo más especial es que debe reconocerse que dichos personajes son indispensables en el planeta y, de ser sustituidos, el orbe podría caer en un caos. En esta dirección, las críticas a este sector de privilegio se deberían a la envidia por parte de vastos niveles sociales: muchos quisieran ser como ellos o tener lo que poseen siendo diferentes.
Ante dichas explicaciones, la realidad es que hoy existe la corporatocracia como la organización no formal y reservada de los poderosos del mundo, tanto financiera como políticamente, que coordina las acciones que juega la riqueza para reproducirse en el planeta. Y sus miembros piensan en el dominio de modo planificado, sistemático, por lo que no son simples mortales que viven al azar, sino que proyectan su poder y lo acrecientan sin distinción más que el poder mismo.
Por ello, mantener la creencia en los pobres ricos que, solitarios, luchan por abrir oportunidades de trabajo a millones es, simplemente, desconocer la verdad: más de 400.000 sirios fallecidos por obra de la intervención de quienes tienen la intención de establecer el nuevo orden mundial deben hacer reflexionar a todo ser humano consciente. La riqueza verdadera siempre es compartida, comunitaria y solidaria y los megaricos son la expresión contraria a dichos valores, por lo que es la hora urgente de la reflexión profunda en la construcción de la equicracia como sendero para la felicidad social.