Pasada la noticia derivada del Brexit, es fundamental seguir los procesos de geopoder que se desarrollan en el mundo y las incidencias básicas que derivan de ellas. Una de éstas es la utilización del deporte como arma, especialmente referida al problema del dopaje, razón por la cual hay que comenzar con preguntas esenciales: ¿es factible que en la competencia deportiva planetaria sólo un país sea malévolo, deshonesto, compulsivo, extremo, utilizando sustancias prohibidas…mientras el resto son simplemente atletas llenos de pureza?¿Es posible que en el mundo neoliberal no exista el dopaje, la ambición, el fraude, la codicia, si son sus criterios esenciales de actuación?
Como se conoce, a partir de cuatro informes periodísticos sobre el dopaje en atletas rusos, el Comité Olímpico Internacional creó una comisión autodenominada independiente para estudiar dicha situación. La conclusión fue acusar a la organización olímpica rusa y sugerir que el Estado era quien promovía dichas actuaciones. A partir de allí, se ha elaborado un manual de sanciones ya preestablecido en situaciones políticas internacionales que tienen como primer paso abrir expectativas de fraude, luego orquestar la campaña y, por fin, castigar sin documentación válida aunque con la sospecha en ciernes.
Así se comprende claramente el apoyo del Comité Olímpico Internacional (COI) a la decisión de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), de suspender a los atletas rusos de los Juegos Olímpicos del 2016. Se sabe que en noviembre del 2015 la comisión de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA), acusó a Rusia de violar las reglas antidopaje y recomendó a la IAAF suspenderla de las competiciones bajo su responsabilidad, incluidos los Juegos Olímpicos. A su vez, la IAAF hizo suyas las recomendaciones aplicándolas al laboratorio antidopaje de Moscú (WFLA), prohibiendo realizar cualquier prueba relacionada con la WADA. Además, solicitó a la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), la descalificación temporal de Rusia de todas sus competiciones.
Obviamente la posición ética intransable debe ser la reprobación de toda actuación incorrecta que suponga dopaje pues, además de atentar a la vida del ser humano, afecta al deporte y su integridad, especialmente al constatar que se puede ser exitoso a través del fraude: si un atleta ruso ha violado estos preceptos debe ser sancionado al igual que todos aquellos que han sido descubiertos, independientemente de su nacionalidad. Sin embargo, lo que no es acertado es proyectar ataques de modo unilateral debido a posiciones políticas divergentes empleando al deporte como el escenario para dicha lucha, de tal suerte que se elimina competidores utilizando subterfugios.
Cabe recordar que en el siglo pasado, la pugna entre la ex Unión Soviética y Estados Unidos respecto a la supremacía deportiva significaba mostrar el nivel de excelencia y especialización, lo que implicaba superioridad del sistema socialista o capitalista. En ese sentido, los partidos entre ambas selecciones eran inolvidables y el básquetbol era un símbolo destacado. No obstante, la Perestroika organizada por Mijail Gorvachov significó la caída del socialismo a nivel mundial y la entrega de toda una estructura a la élite neoliberal confesa. De igual modo, el extraordinario auge del deporte masivo soviético se perdió parcialmente con los consiguientes efectos en la recreación, la práctica y el derecho a la actividad física en condiciones de gratuidad, estimulados por el Estado como un factor indeleble de la salud en un pueblo.
Cuando las élites suponían definido este campo, se ha revitalizado nuevamente la discusión pues los países soberanistas actualmente limitan cada vez más los espacios de dominación colonial, lo que obliga a entidades coloniales a aplicar la violencia aprovechando la burocracia dominante en diversas instituciones internacionales.
Los últimos casos confirman el hábito de flagelar a quienes se oponen y triunfan en el campo de la paz, espacio no deseado por élites guerreras. En esa dirección se entiende los nuevos castigos (recordando el boicot por parte de la Alianza a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980), donde ahora la teoría esgrimida es que hubo un programa estatal para el uso sistemático de esta práctica. Ante ello, la destacada atleta Yelena Isinbáyeva ha sugerido de modo coherente revisar los resultados de los controles antidopaje de varios deportistas olímpicos y no sólo de los atletas rusos. Diversos casos lo comprueban.
En el primer caso, la UEFA impuso a Rusia una multa de 150.000€ y suspensión condicional de la Eurocopa 2016 por disturbios masivos, conducta racista y uso de pirotecnia, pues tras el partido entre Inglaterra y Rusia en Marsella una treintena de hinchas rusos invadió la sección donde se encontraban los aficionados ingleses, arrancó banderas y lanzó bengalas resultando al menos 31 personas heridas, 300 hinchas detenidos, así como más de 20 aficionados rusos fueron expulsados del país y tres condenados a prisión en Francia. El día 18 de junio, el periódico británico “The Guardian” escribió que los sucesos en Francia "despertaron temores en el Gobierno británico de que la violencia hubiese sido autorizada por el Kremlin y que la mayoría de los hinchas implicados en las peleas fuesen representantes de los órganos de poder ruso"(¡¡¡¡), insistiendo en la mano negra del gobierno aunque sin prueba alguna.
En el segundo caso, se ha negado a Rusia la participación en los Juegos Olímpicos, proponiendo a todo atleta que desee desertar que lo haga bajo las banderas del COI, similar a las deshonestas propuestas con Cuba como típica fórmula antivalórica.
En el tercer caso, la UEFA prohibióa la Selección de Rusia salir a la cancha con brazales de luto para disputar su último partido de la fase de grupos en la Eurocopa contra Gales, ya que los futbolistas rusos quisieron conmemorar a los 15 adolescentes y niños fallecidos en un trágico accidente en la región rusa de Carelia, aunque posteriormente cambió su decisión.
El cuarto caso confirma que el Consejo de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), ha decidido no volver a admitir como miembro a la Federación de Atletismo de Rusia (WFLA). De ese modo los atletas rusos no participarán en los Juegos Olímpicos que se desarrollarán en Río de Janeiro entre el 5 y el 21 de agosto, puesto que no se habrían cumplido los criterios que permitan la recuperación de la adhesión pese a los documentos existentes en dicho sentido. El organismo ha votado de forma unánime a favor de mantener la suspensión de los atletas rusos, al mismo tiempo que ha “sugerido” que los atletas rusos individuales que demuestren que no se doparon podrían solicitar la participación en Río 2016 pero como atletas 'neutrales' y no bajo bandera rusa.
- En el quinto caso, la decisión de la Federación Internacional de Halterofilia (IWF), estudiando la posible descalificación de la Federación Rusa de Halterofilia, ha rebajado ya el número de levantadores de peso que participarán en los juegos olímpicos de 2016 debido a “la situación con el dopaje en el deporte ruso”.
El análisis de estos hechos donde se viola la legislación vigente, ratifica la politización extrema (sin olvidar la “investigación” a la FIFA después de aprobar el Mundial de Rusia), lo que implica moralmente la obligación de denunciar los planes de las élites neoconservadoras que influyen en las organizaciones deportivas, planificando trampas para posiblemente preparar un camino que atente contra el Mundial de Fútbol de 2018. Insistir en un conflicto armado en Ucrania u otro lugar seleccionado, puede ser la táctica escogida para luego sancionar con esta propuesta.
Irónicamente la falta de coherencia neoliberal, que atiza el fuego de la confrontación, se ve reflejada en que fue Sebatián Coe quien aprobó la prohibición de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) a los atletas rusos de participar en los JJOO en Río, siendo Coe el ganador del oro en los Juegos Olímpicos de Moscú, ignorando el boicot de los juegos por parte del Reino Unido en dicha ocasión. En 1980, Coe afirmó que no se debía mezclar el deporte con la política.
Cinco reflexiones.
Tal como lo habíamos pronosticado, pese a todas las afirmaciones que supuestamente mostraban contradicciones de la Unión Europea al interior, ha acordado prolongar las sanciones a Rusia por seis meses-hasta finales de enero del 2017- debido supuestamente a “las acciones de Rusia en la desestabilización de Ucrania (de cuyo golpe de Estado fue la UE misma la causante),decisión tomada "en el marco de la estrategia de no reconocimiento" de la reunificación de la península de Crimea con Rusia y que es vinculante "para todos los ciudadanos de la UE y empresas con sede en la UE", complementadas con las sanciones relativas a Crimea y Sebastopol durante 12 meses más, hasta el 23 de junio de 2017. Por tanto, cabe interrogarse si esta actual situación “deportiva” es básicamente la politización extrema producto de las frustraciones de una Alianza en decadencia lo que invita a cinco reflexiones:
I.El castigo es una excelente forma de evitar la competencia y a los atletas con alto nivel y rendimiento cualitativo que pueden ganar medallas, convirtiendo al llamado “fair play” en una simple frase de salón.
II.Ante la presión internacional y la existencia de personalidades con mentalidad transparente al interior del Comité Olímpico, ha debido retrotraer su decisión política y aceptar que los deportistas rusos "limpios" de dopaje podrán participar en el evento bajo su bandera nacional, reconociendo que el propio escándalo no habría cobrado tanta fuerza si el asunto se refiriera a deportistas de otros países.
III.Según el abogado deportivo Artiom Pátsev, las declaraciones del periodista alemán Hajo Seppelt y de la cadena ARD admitiendo en tribunales la debilidad de sus reportes sobre el dopaje en el deporte ruso, confirman el uso político dado a dicha información, Aún más, Seppelt ha declarado que creó el documental sólo para atraer la atención al problema, “para que arreglen las cosas en Rusia” y no para manchar a alguien. Táctica similar se hizo con el atentado al avión derribado en Ucrania, los papeles de Panamá, el atentado en Orlando, por lo que no es extraña esta forma de actuar contra la ética internacional.
IV.El empate de Rusia a Inglaterra en el minuto final del encuentro debe haber disgustado sobremanera a los holligans. Pese a ello, el Ministro de Deporte ruso, Vitali Mutkó, instó a los hinchas a obedecer a las autoridades francesas, aunque en una clara intencionalidad negativa “The Guardian” expuso el 18 de junio que los sucesos en Francia despertaron temores en el Gobierno británico de que la violencia hubiese sido autorizada por el Kremlin y que la mayoría de los hinchas implicados en las peleas fuesen representantes de los órganos de poder ruso.
V.Rusia debería preguntar al COI porqué naciones con resultados sospechosos, aunque sean aliados coloniales, no han sido apartados de los Juegos Olímpicos y cuál es la razón para que se castigue precisamente en atletismo, disciplina deportiva donde los rusos son muy fuertes. Causa suspicacia pues en la situación de Lance Armstrong, únicamente fue a él y no a los ciclistas estadounidenses.Es simplemente “extraño” que la Operación Puerto, donde hubo detenciones en 2006, tras ser incautadas 200 bolsas de sangre pertenecientes a deportistas de alta competición de distintos países y dirigida contra una de las redes de dopaje más poderosas en Europa, tampoco llevó a consecuencias tan significativas como en el caso ruso, aunque en este escándalo habían sido implicados federaciones de España, Italia, Grecia o Reino Unido.
Desde el geopoder, ante un mundo en conflicto, se abre como importante alternativa la organización de nuevas entidades que supriman las existentes o las dejen funcionando como utensilios de la Alianza y las élites y, a su vez, se cree una nueva estructura de autonomía planetaria como ya se está definiendo. Así, se verá dos mundos en contradicción y los nuevos modelos de equicracia se considerarán asequibles al mismo tiempo que los viejos perecerán. Obviamente dos bloques estarán confrontados por un mundo en crisis, expoliador, militarista, o una sociedad donde la competencia esté supeditada a las relaciones de buena vecindad humana y territorial en la cual el deporte sea esencialmente un instrumento de crecimiento humano, integrador, conciliador, agonístico.
Para finalizar, el castigo a Leo Messi por defraudar al Estado Español, aunque justo desde la legalidad, deja serias dudas sobre la justicia española pues en el caso de la “Infanta” no se ha actuado de manera similar pese a ser un delito inmensurable frente al caso del jugador argentino. La pregunta que circula en las redes es importante: ¿si Messi hubiera sido jugador del Real Madrid y no del Barcelona catalán, la investigación habría concluido igual? Su respuesta desnuda el papel político en el deporte.