La interrogante no sólo es pertinente dada la gravedad de los acontecimientos que están sucediendo en el mundo y la directa participación unilateral del régimen estadounidense en decenas de conflictos, todos fuera de sus fronteras, aunado a las graves dificultades internas que sufre dicha nación y que, por primera vez en la historia mundial, comienzan a ser develados paulatinamente gracias al debilitamiento del poder mediático transnacional.
La razón de la pregunta se fundamenta en que nunca un presidente de ese país había actuado de modo tan irresponsable con sus ciudadanos de tal suerte que, además de propiciar una crisis interna y externa, ha conducido la nación hacia un proyecto de suicidio anunciado para su pueblo o, en su defecto, la conflagración mundial. No sin evidencia se puede suponer que existe una problemática humana y social asociada a ese comportamiento puesto que la lógica de la supervivencia indica que el diálogo es la única forma de zanjar las diferencias que ocurren en todo lugar.
Estados Unidos, país con tanta belleza, un pueblo sano y atemorizado, una economía que puede solidificarse y producir altos beneficios, una integración racial que aporta más que desangra como ahora, con una geografía privilegiada, entre otras variadas cualidades, posee todas las oportunidades para mantenerse como potencia en la medida que se deshaga de principios militaristas y se concentre en su propio desarrollo con el fin de ofrecer opciones de complementariedad, que es la esencia del acercamiento entre naciones como iguales en su trato, deseo universalmente apreciado. No obstante, la realidad ha sido otra y su dirección al precipicio es notable, especialmente cuando ha perdido la primacía económica y política que detentaba producto de una visión estratég ica absolutamente errónea.
El primer hecho es que es imposible sostener la injerencia de este país en tantos frentes y con tantos fracasos en su historia militar. Desde la tragedia provocada al pueblo vietnamita y, a la vez, su derrota absoluta por parte de asiáticos mal nutridos aunque con conciencia patriótica (factor fundamental para la victoria), hasta la demolición de la sociedad libia, la de mayor desarrollo en su región, pasando por los golpes militares en América, las cifras indican que le es imposible triunfar en un solo frente siquiera. El número de soldados con problemas mentales, enfermos, lisiados, suicidas, drogadictos, alcohólicos, empobrecidos y otros, supera claramente las cifras de los componentes en ejercicio. Para ocultar esta tragedia se ha contado con el dominio absoluto de los Medios de Información impidiéndole a sus ciudadanos conocer la realidad y concientizándolos falsamente a través del cine, prensa, videos, televisión, donde constantemente son atacados por fuerzas muy superiores, usualmente conformadas por gente fea y maloliente, aunque siempre finalizan como vencedores. Es la teoría del Capitán América como sueño deseado.
Un segundo elemento es que nunca antes se había logrado unificar un rechazo tan inmenso a Estados Unidos por parte del mundo moderno, donde los porcentajes de oposición a sus políticas alcanzan en algunos de éstos al 90%. La causa tiene relación directa con lo que ha ocurrido en más de medio siglo donde en nombre de la libertad han secuestrado, torturado, asesinado, desaparecido, masacrado, principalmente a millones de latinoamericanos, asiáticos, africanos , lo que ha concitado tal repudio. A la vez que esta política conduce a un gasto militar que desangra las arcas fiscales afectando a los ciudadanos, aumenta significativamente la riqueza de los emporios militaristas.
No haber sufrido nunca una guerra local desde lo internacional y haber hecho de otros carne de cañón, no la exime de riesgos. La vinculación gubernamental al terrorismo se ha hecho evidente y amenaza su integridad, especialmente por las expresiones concretas de yihadistas quienes avisan que tocarán objetivos precisos. El terrorismo que los amenaza nunca ha llegado a su territorio y pese a algunos incidentes aislados y no comprobados (como las Torres Gemelas de cuyos autores aún no se sabe su procedencia occidental), existe un pueblo que vive sometido al temor de la violencia alcanzando mundialmente los límites más altos posibles en cuanto a adquisición de armas, fomentado por el mismo estado, pues es importante tener un ciudadano que se preocupe por la seguridad más que de sus reivindicaciones sociales o económicas. Todo activista es considerado peligroso, independientemente de su edad inclusive, aplicando de inmediato normas basadas en la Seguridad Nacional y cuya policía puede masacrar adultos mayores, enfermos mentales, mendigos u otros, sin ninguna sanción.
Como aún la historia no se conoce en dicho país es conveniente refrescarla: gracias a la Unión Soviética que derrotó al ejército alemán pudo realizarse la liberación en Europa del nacional socialismo, más tarde asociado al imperialismo japonés. No fue debido básicamente a la acción “liberadora” de las tropas occidentales como se ha hecho creer: más bien fueron los guerrilleros en los propios países ocupados los que debilitaron en los frentes internos a los militantes hitlerianos. Pese a ello, aún persisten en Estados Unidos los contratos con organizaciones terroristas como Al Qaeda, bajo la égida de Bin Laden (de cuyo asesinato tanto se ha especulado), especialmente utilizándolos para primaveras de colores bastante oscuras por su procedencia. La vinculación con nazis es iniciada desde el asilo escondido otorgado a científicos y militares desde la Segunda Guerra Mundial y, actualmente, con el nítido apoyo a estos grupos en Hungría tanto como Ucrania. El reciente asesinato de más de cuarenta personas quemadas vivas en Odesa por parte de “activistas pacíficos”, apoyados además por la Unión Europea, indica los niveles de demencia alcanzados.
El resultado de la equivocada política externa y su consiguiente descuido de la sociedad estadounidense ha generado una crisis interna reflejada en los inmensos grados de inseguridad y debilidad económica que ostenta, pese a las cifras oficiales, donde nunca tantas deportaciones se habían consolidado. Hoy se comienza a conocer que “el modo de vida americano”, aunque lo hubiese sido, es actualmente una grotesca imagen ficticia pues existe una contradicción antagónica entre lo que vive la gente y las supuestas expresiones de bienestar: cerca de sesenta millones de pobres y la población carcelaria más grande del mundo inquietan profundamente. ¿No sería mejor emplear toda esa capacidad sancionatoria y agresiva del gobierno en consolidar una sociedad inclusiva, igualitaria, plena de derechos, en vez de iniciar guerra tras guerra en cada momento?
Es ya el momento que alguien aconseje al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que se detenga a reflexionar sobre desaciertos humanos que son propios de complejos o sumisión, no de políticos con experiencia razonable. Dejarse humillar por poderes detrás del mismo Poder, únicamente puede ser enfrentado por alguien que posea un mínimo sentido de patria y humanidad. La decencia es atributo de un gran estadista. Si no se actúa con sentido de respeto integral, causando por ello genocidios, no pasará más de una década donde sea llamado probablemente por un tribunal internacional a responder por crímenes de lesa humanidad. La masacre de Odesa no será olvidada. (1)
Nadie en el mundo desea que el pueblo estadounidense, quien es el que sufre la represión de su régimen, también sea castigado por la acción errónea de sus dirigentes y sectores de fuerza, el que ya ha sido objeto de amenazas por sus propios protegidos, Al Qaeda, por convertir a su país en un gendarme mundial. La mitomanía y el Excepcionalismo, como trastornos mentales deben ser tratados puesto que así como a cualquier individuo lo lleva a su fin, de igual modo pueden conducir una nación a su propia destrucción, paradójicamente iniciada por gobernantes que son quienes constitucionalmente la deben proteger.
¡Qué Dios salve a la Reina Madre Excepcional!
(1) El asesinato por parte de las hordas hitlerianas es de más de cien personas, según datos extraoficiales.