Ayotzinapa-Ferguson: represión selectiva, mito presidencial y “justicia ciega”

Carlos Santa María

La decisión de un “Gran Jurado” declarando inocente a un policía blanco que asesinó a un joven negro desarmado y la desaparición de 43 estudiantes, confirma que no existe la casualidad sino  selección de la víctima y el discurso que oculta la verdad.
 
Los trágicos hechos ocurridos en México y Estados Unidos no son casuales. Son causales pues la desaparición forzada es una práctica recurrente en gobiernos cuya política de estado se reduce a entregar sus territorios para la explotación de corporaciones transnacionales y donde el asesinato de un niño negro de doce años es considerado legal por la fuerza policial y conveniente al definirlo como delincuente potencial.
 
Del análisis se desprende que lo sucedido en Gaza o en Donetsk, al igual que en Kobani o Tegucigalpa, u otros múltiples lugares de conflicto, constituye una red de contradicciones para un objetivo común de domesticación social. Las evidencias lo confirman.
 
La represión selectiva.  

Es absolutamente claro que los 43 estudiantes detenidos y desaparecidos en Iguala no fueron sujeto de castigo por ser jóvenes o estudiar en una escuela normal rural, sino por su convicción en la necesidad de luchar por una sociedad más justa, información ocultada convenientemente por la prensa controlada. Es nítido que la búsqueda de buses para dirigirse a una protesta era el objetivo principal, descartando el motivo entregado, cual sería imposibilitar el acto público de la esposa de un alcalde.
 
Aquí se hace preciso aclarar dos puntos: uno, la idea de la prensa es oscurecer los hechos para distorsionar la realidad y evitar que la gente se dé cuenta que ya existe un germen de cambio lo que puede ser peligroso para élites acostumbradas a la sumisión ciudadana. Por dicha razón, se siembra la idea que fue un hecho aislado, subjetivo, simplemente casual, producto de la “mala” acción de un funcionario. Aquí termina la investigación.
 
Dos, lo científico, estableciendo una sistemática exposición, es que en México se selecciona a quien se elimina y usualmente son personas opuestas al gobierno vigente. Atribuirlo siempre a las mafias del narcotráfico, como ajuste de cuentas, es una excelente forma de desviar la atención hacia la fuente, similar a lo que fue una norma en Colombia donde Alvaro Uribe, ex presidente, creó los falsos positivos como una forma de eliminar sujetos inocentes y presentarlos como guerrilleros para “mejorar” la efectividad militar. Cabe mencionar que el número de personas masacradas en este país, especialmente en edad juvenil, superaron los cinco mil.
 
En el caso de Ferguson,  los tres recientes asesinatos de negros son dicientes pues en todos existió indefensión extrema, especialmente en el último cuando se “neutraliza” a un chico de doce años que jugaba con una pistola en un parque y la policía lo “confunde” con un asesino perversamente dedicado a matar. Naturalmente ambos  son individuos que con sólo protestar se convierten en enemigos públicos del sistema, destruyendo la falacia de una democracia verdadera y el niño es el resultado de la violencia legalizada.
 
La retórica discursiva

Una forma extraordinaria para que un hecho importante sea ocultado en su esencia es distorsionar su origen con el fin de vincularlo a situaciones particulares o simplemente obviar la interpretación verídica de lo sucedido, frecuentemente a través de la farandulización, con el objeto de hacer superficial las consecuencias o justificar la represión desde el ámbito de la ley.
 
Es obvio, entonces, que la prensa internacional entregue la noticia como una situación específica que deriva en la actuación correcta de las fuerzas que “ordenan” la sociedad y, por tanto, se considera moralmente aceptable quitar la vida para proteger a la “sociedad” en su conjunto. Por este mecanismo, las noticias no realizan un análisis sino que proveen los hechos de tal modo que, ante lo incontrovertible, lo transforman de tal modo que la víctima es el agresor y el victimario el inocente que debió realizar dicha acción no deseada jamás.
 
El fiscal Roberth McCulloch ha presentado un informe sesgado culpabilizando a Michael Brown, de 18 años, evitando explicar el papel de la defensa, su acceso a la autopsia, la interpretación del video en el asesinato, la documentación seleccionada, el estudio de seis balazos como brutalidad, etc., los que podrían explicar cómo es factible que un asesinato se convierta en legítima defensa pese a la desigualdad de fuerzas donde uno posee armas y otro está desarmado. Nada de ello es mencionado.
 
Una conclusión paradójica es que tanto el mandatario estadounidense como los fiscales, la policía y el “Gran Jurado”, no ven o no creen en los programas que tanta difusión tienen en Latinoamérica, como CSI u otros, en los cuales siempre descubren científicamente al culpable.

En este caso, son simples inventos para demostrar supuestamente que poseen en el país del norte la más alta tecnología. Lo verdadero es que un ciudadano estadounidense desarmado, con las manos en alto, fue ultimado por un policía al aplicarle seis balazos, lo que demuestra furia incontenida y desproporción en la agresión. Si la intención era herirlo o detenerlo, bastaba con la fuerza física  o un disparo. La magnitud del evento y las pruebas corrobora que las telenovelas de ficción policíaca son sólo eso, un invento o propaganda.
 
La conclusión sobre los Medios es que el respeto a la legalidad es siempre lo más conveniente…aunque no se pregunte a quienes sirven efectivamente las normas en esa comunidad: el fiscal ha anunciado que se han separado los hechos de la ficción, Darren Wilson es inocente y está concluido el proceso.
 
Los mitos presidenciales
 
La coincidencia entre los presidentes Enrique Peña y Barack Obama son la demostración palpable de la unidad en el criterio ante la “subversión”, como es considerada la protesta, marcha u oposición a sus gobiernos.
 
En primer lugar, se comprueba su insensibilidad pues ante la masacre de jóvenes inermes el mandatario mexicano viaja a China para no descuidar su próximo viaje de placer y Obama, luego del asesinato de un miembro de su raza (aunque lo sienta como insuficiente), da una rueda de prensa y regresa a su partido de golf inconcluso.
 
En segundo lugar, con el intento de provocar una reacción emocional, éstos se “solidarizan” con las familias por los “trágicos fallecimientos” y manifiestan compartir su dolor…aunque continúen despreocupadamente gozando los placeres que el poder ofrece y solamente realicen discursos propios de la manipulación propagandística.
 
En tercer lugar, los dos presidentes comparten una visión bélica del fenómeno social y las reivindicaciones populares pues su retórica va dirigida hacia las sanciones y la guerra: no sin razón, Peña amenaza a los grupos inconformes con la cárcel y deja a la mano castigadora de los sicarios una tarea inconclusa; por su parte, Obama, apela a la “cordura” de la ciudadanía aunque legaliza y legitima el asesinato de ciudadanos estadounidenses en la medida que sean contrarios a su raza…en una extraña forma de ver el mundo, similar a Michael Jackson.
 
La pregunta fundamental
 
¿Será que estos hechos permitirán crear una conciencia sólida de cambio que se traduzca en una movilización dirigida hacia la transformación del Estado?

El llamado de Manuel López Obrador a continuar en la búsqueda de una solución a las múltiples desapariciones, la investigación de las fosas mortuorias, el deseo de un cambio en las políticas oficiales, la oposición a leyes que privatizan el país, es el reflejo del descontento que se produce en un país sumido en contradicciones álgidas. De la forma como se conduzca el proceso, ahora agudizado con la exigencia de renuncia hecho por los estudiantes de Guerrero a Peña Nieto, será el resultado de dichas propuestas.
 
Lo políticamente acertado por los movimientos sociales será no cejar en el esfuerzo continuo por transformar la Carta Magna y exigir una Asamblea Constituyente, que haga del territorio nacional y su riquezas un instrumento de desarrollo, en un país con más del cuarenta por ciento de su población en pobreza extrema. 
 
En Estados Unidos, la Cuarta Fuerza tendrá que ser un propósito de todos los sectores que poseen conciencia de la discriminación, la segregación, el descenso en el nivel de vida, la represión selectiva, para unirse en un Frente Común que viabilice la posibilidad de disputar al unipartidismo (Republicano-Demócrata), el poder de decidir a favor de la ciudadanía. Es preciso recordar que la existencia de dos partidos que persiguen en esencia lo mismo es simplemente una oposición burocrática más de de renovación trascendente por lo cual el bipartidismo es básicamente una formalidad.
 
El sistema de justicia ha demostrado su injusticia manifiesta en favor de las élites de poder. Ello no obsta, además, para manifestar que no puede ser menos importante reflexionar en el pesar que hoy las familias afectadas por estas masacres sienten y que perdurará, incluso cuando muchos olviden estos hechos, pues lo humano está lleno de sensibilidad y emociones ligadas al sentimiento, que es lo que nos convierte en personas.
 
El mensaje es claro: el mejor homenaje a una vida perdida producto de la represión selectiva es continuar por siempre el sendero de la transformación, que llegue finalmente a poner en primer lugar al ser humano como sujeto de la vida integral. El Estado tendrá que garantizarlo a través de una normatividad que en la práctica sea coherente con el destino que merece la Humanidad.