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Comparando la España imperial con EE.UU.: Una historia de dos Historias (Parte XII)

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Comparando la España imperial con EE.UU.: Una historia de dos Historias (Parte XII)
Otro posible ejemplo de cómo este mensaje bíblico negativo del Viejo Testamento, del ojo por ojo y diente por diente, pudo haber influenciado a los colonos puritanos ingleses de Nueva Inglaterra, en el actual EE.UU., es el caso de la colona inglesa puritana Hannah Duston, que vivió en la colonia de Massachusetts. 

Durante la Guerra de la Liga de Augsburgo (1688-1697) que enfrentaba en Norteamérica a Inglaterra contra Francia, indios aliados de los franceses atacaron en una incursión en marzo de 1697 el pueblo de Hannah Duston, madre de 9 niños y de 40 años de edad. Su marido escapó con ocho de sus hijos, pero ella fue capturada junto con su niña bebé de seis días. Según la versión de los colonos puritanos, en el ataque por una banda de indios abenaki del Canadá francés murieron 13 colonos ingleses y 13 fueron capturados. Durante la marcha al cautiverio, un guerrero indio mató a la bebé de Hannah Duston. Los indios podrían haber actuado en represalia, porque los colonos ingleses cometían atrocidades contra ellos, matándolos tan solo por ser indios sin diferenciar edad o sexo. Hannah Duston y otra colona cautiva fueron dadas a una familia india de dos hombres, tres mujeres y siete niños que no habían tomado parte en el ataque al pueblo de Duston. Habían pasado ya seis semanas del ataque y una noche Hannah Duston incitó a revelarse a la otra colona inglesa cautiva y a un muchacho colono inglés también cautivo de la familia india ya desde un año. Duston tomó un hacha y mató mientras dormían a los dos hombres que había en la familia indígena, a dos de las mujeres indias y a seis de los niños con el hacha, escapando gravemente herida en la cabeza una anciana india y un niño nativo de dos años. Pero para probar que los habían matado a todos y cobrar la recompensa que se les daba a los colonos ingleses por matar indios, Duston le cortó a todas sus víctimas los cueros cabelludos y escapó con los otros dos colonos, recibiendo de la Corte General de Massachusetts por haber matado a los indios una recompensa de 25 libras esterlinas, dividiéndose los otros dos ingleses otras 25 libras.
Glorificación de una venganza asesina con ecos del Viejo Testamento: Estatua a Hannah Duston, portando en la mano derecha el hacha homicida y en la mano izquierda la representación de los cueros cabelludos de los dos hombres, dos mujeres y seis niños indios que mató por venganza y dinero. El monumento se halla en Boscawen, Nueva Hampshire, por donde Hannah Duston asesinó a la familia de indios abenaki que la tenían cautiva y de donde se escapó.

Por su 'hazaña' que tan poco tiene de cristiana pero mucho del Viejo Testamento –no olvidemos que como cristianos fundamentalistas religiosos los puritanos prestaban más atención al Viejo Testamento que al Nuevo Testamento– a Hannah Duston se la ha celebrado como una "heroína popular" y "madre de la tradición americana de cacería de cueros cabelludos" de indios, siendo la primera mujer en los EE.UU. a la que se le erigió una estatua en monumento. No, no, no, los españoles no hicieron una cosa semejante, como el matar indios como costumbre y el pagar dinero por cada indio asesinado. Más bien, esto fue cosa de los ingleses y después de los angloamericanos estadounidenses, sus descendientes, como lo practicaron en California bajo la bandera de las barras y las estrellas y en donde se pagaron en el siglo XIX 25.000 dólares en recompensas por cueros cabelludos de indios de California, con diferencias en la cantidad a pagar dependiendo de si el cuero cabelludo era de un hombre, de una mujer o de niños indios, pagándose también más o menos dependiendo del tamaño de la cabellera y presumiblemente así de la edad del niño indio asesinado. Y los holandeses, al parecer, introdujeron la práctica de tomar como trofeos los cueros cabelludos de los vencidos entre los indios en Norteamérica. No olvidemos que los holandeses eran en su mayoría cristianos fundamentalistas al ser calvinistas –los puritanos eran los calvinistas ingleses– y por ello seguidores más del Viejo Testamento que del Nuevo Testamento. En el siglo XVII cuando existían asentamientos holandeses en Norteamérica como Nueva Amsterdam (el futuro Nueva York) y estaba Holanda en guerra con Francia, los holandeses le pagaban a los indios una recompensa por cada cuero cabelludo de piel blanca y pelo claro y rubio que les traían, como prueba que los indios habían matado colonos franceses del Canadá. 
Prosigamos examinando los crímenes de guerra de David, discípulo de Samuel y Saúl en sus sangrientas "hazañas". Tras caer en desgracia con el Rey Saúl, David se fue a refugiar junto con su mesnada de guerreros en el reino filisteo de la ciudad–estado de Gat, cuyo rey Aquís les dio asilo a cambio de que entrasen a su servicio. Dice así el primer libro de Samuel: "Subía David con su gente a hacer correrías contra los guesuritas, los guergueseos y los amalecitas, porque antiguamente éstos eran los habitantes de la región desde Telam, yendo hacia el sur y hacia Egipto. Devastaba la comarca y no dejaba con vida hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas, bueyes, burros, camellos y vestidos, y volvía donde Aquís. Aquís preguntaba: '¿A quiénes han atacado esta vez?' David respondía: 'Al sur de Judá, o el territorio de Jerajmeel, o de los quenitas'. David no dejaba hombre ni mujer con vida, para no tener que llevarlos a Gat, pues decía: 'No sea que hablen contra nosotros y nos denuncien a los filisteos'. De esta forma se comportó David todo el tiempo que habitó en el país de los filisteos" (1-Samuel 27, 8-11). Los guesuritas fueron un pueblo que vivió en el desierto entre Arabia y la tierra de los filisteos, los guergueseos fueron una tribu descrita como rica en ganado y ropajes que habitó la tierra entre el sur de Palestina y Egipto junto con los guesuritas y amalecitas. Lo amalecitas también fueron una nación nómada que habitó el sur de Palestina y que no siendo árabes, según parece estaban relacionados con la nación de los edomitas. 

Después de la muerte del Rey Saúl en el campo de batalla contra los filisteos, David será declarado primero Rey de Judá y después Rey de Israel tras la muerte, probablemente ordenada por él, del Rey Isbaal de Israel, hijo de Saúl y contra quien David combatió por dos años para arrebatarle el trono. David como rey llevó a cabo guerras de conquista de reinos vecinos caracterizadas por su brutalidad y masacres tanto de prisioneros de guerra como de civiles. Uno de los países conquistados por David fue el Reino de Moab al este del Mar Muerto. Tras derrotar a los moabitas, el Rey David mandó matar probablemente a la mayoría de los prisioneros de guerra de Moab de la siguiente forma: "Venció también a los moabitas; les hacía tender en tierra y los medía con un cordel: dos cordeles, a los que eran destinados a la muerte, y un cordel, a los que se perdonaba la vida. Los moabitas fueron sometidos a David y le pagaron contribuciones" (2-Samuel 8, 2). Podrían así haber así dado muerte a dos terceras partes de los prisioneros moabitas, perdonando la vida a la tercera parte restante.
Había importantes motivos económicos para estas conquistas hechas por David. Tanto el Reino de Moab como los reinos de Edom, Amón y el reino arameo de Aram-Sobá, también conquistados por el Rey David, estaban en la importante ruta comercial internacional conocida como el Camino del Rey (probablemente en referencia al Faraón de Egipto, que siglos antes la habría establecido para comunicar comercial y militarmente a Egipto con los territorios del imperio egipcio en Canaán y Siria) que comunicaba al Río Nilo en Egipto con el Río Éufrates y Mesopotamia, pasando por los mercados de Palestina, Transjordania y Siria.

David envió al comandante de su ejército y sobrino Joab a atacar con un ejército israelita al Reino de Ammón, que estaba al norte del Reino de Moab. El drama de la guerra y conquista de Ammón empezó con la muerte del rey de los amonitas, cuando David envió una delegación a la capital amonita para darle las condolencias por la muerte de su rey al hijo y sucesor de éste, Janún. Es probable que como sospechaban los asesores del nuevo rey amonita, la visita de los emisarios israelitas tenía la verdadera misión de espiar las defensas de la capital amonita, Rabbá (la actual capital jordana de Ammán). La conquista de Ammón era consistente con las campañas militares de David de someter a los otros reinos vecinos al este y sur de Israel y Judá: Moab, Aram-Sobá y Edom. Y no hay que olvidar a los espías israelitas que entraron en Jericó antes de su destrucción para reconocer sus defensas y estado de la ciudad. El Viejo Testamento relata lo sucedido: "Pero cuando los servidores de David llegaron al país de Ammón, los jefes dijeron a Janún, su señor: '¿Crees que David te ha enviado condolencias por consideración a tu padre? ¿No será más bien a fin de explorar la ciudad, conocer sus defensas y más tarde destruirnos, por lo que David te ha enviado sus servidores?' Entonces Janún tomó a los servidores de David, les hizo afeitar la mitad de la barba, cortar los vestidos a la altura de las nalgas y luego los despidió" (2-Samuel 10, 2-4). La humillación pública de los emisarios israelitas fue la excusa que David buscaba para justificar su invasión y conquista del Reino de Ammón. Así David envió bajo el mando de su sobrino Joab a todo su ejército incluyendo a su guardia real a atacar la capital amonita de Rabbá. Anticipando las intenciones agresivas de David, el Rey de Ammón solicitó ayuda de Hadadezer, rey arameo de Sobá. Las fuerzas israelitas bajo Joab se enfrentaron al ejército aliado amonita-arameo ante la ciudad de Rabbá, venciendo los israelitas tras hacer huir al ejército arameo. Empero, las pérdidas israelitas habrían sido considerables pues Joab levantó el asedio a Rabbá y regresó con su ejército a Israel, entrando él en Jerusalén.
David decidió entonces movilizar a todos los israelitas capaces de combatir y a sus aliados para hacerle la guerra a Hadadezer. Sigue el relato bíblico del Viejo Testamento: "Al ver los arameos que habían sido vencidos por Israel, concentraron sus fuerzas. Hadadezer mandó mensajeros y movilizó a los arameos que estaban al otro lado del Jordán. Estos vinieron a Jelán, mandados por Sobac, jefe del ejército de Hadadezer. Habiéndose sabido David, reunió a todo Israel, pasó el Jordán y llegó a Jelam. Los arameos presentaron batalla a David y se trabó el combate; pero tuvieron que huir ante Israel. David mató a los combatientes de setecientos carros de guerra, y cayeron cuarenta mil hombres de a pie. También cayó Sobac, el general en jefe, quien murió allí mismo" (2-Samuel 10, 15-18). Aunque probablemente las cifras de arameos muertos sean exageradas, su magnitud y el hecho que el general arameo fue muerto reflejan que el ejército arameo fue aniquilado por el ejército de David, matándose a los heridos y no haciéndose prisioneros, viviendo solo aquellos que lograran escapar a la batalla y a la matanza de los vencidos.
Tras derrotar al ejército arameo, David invadió el reino de Hadadezer en Siria para expandir sus dominios hasta el Río Éufrates. Dice el Viejo Testamento: "David derrotó a Hadadezer, rey de Sobá, en Jamat, cuando éste iba a establecer su dominio sobre la región del río Eufrates. David tomó mil carros de guerra, siete mil soldados de caballería y veinte mil de infantería; luego cortó los jarretes de todos los caballos de los carros, a excepción de cien carros que guardó" (1-Crónicas 18, 3-4). La versión del segundo libro de Samuel dice lo siguiente sobre la guerra de David contra el reino arameo de Sobá en Siria: "Venció asimismo a Hadadezer, hijo de Rojob, rey de Sobá, cuando salía a extender su poder hasta el río Eufrates. David le capturó mil setecientos hombres de a caballo y a veinte mil infantes. Desjarretó a todos los caballos de los carros de guerra, reservándose solamente cien" (2-Samuel 8, 3-4). 

Pero la guerra no acabó con la derrota de Hadadezer, al intervenir los que temían ser conquistados por los israelitas: "Los arameos de Damasco vinieron a socorrer a Hadadezer, pero David derrotó ese ejército de veintidós mil hombres. Después de esto, David puso gobernadores en Aram de Damasco, y los arameos quedaron sometidos a David, pagando impuestos" (2-Samuel 8, 5-6). Según las Crónicas: "Los arameos de Damasco vinieron en socorro de Hadadezer rey de Sobá, y David mató a veintidós mil de los arameos. David estableció gobernadores en Aram de Damasco, y los arameos quedaron sometidos a David, pagándole impuestos" (1-Crónicas 18, 5-6). 
Tras someter a los arameos en Siria, David procedió a conquistar a los amonitas como parte de sus planes de expandir su imperio israelita, enviando a su general en jefe Joab. Así relata el primer libro de las Crónicas: "A la vuelta del año, en el tiempo en que los reyes salen a pelear, Joab se fue con la mayor parte del ejército para asolar el país de los hijos de Ammón; después fue a sitiar a Raba, mientras David se quedó en Jerusalén. Entre tanto Joab conquistó a Raba y la destruyó. David tomó la corona del dios Milcom de encima de su cabeza. Comprobaron que pesaba un talento de oro, con una piedra preciosa que fue puesta en la cabeza de David. Se llevó además un gran botín de la ciudad. Sacó de la ciudad a todos sus habitantes y los hizo despedazar con sierras, con trillos de dientes de acero y con hoces. Así hizo con todas las ciudades de los amonitas. Luego David regresó con todo su ejército a Jerusalén" (1-Crónicas 20, 1-3). David ordenó que los amonitas destruyesen las murallas de sus ciudades con los instrumentos y utensilios descritos para que al quedar indefensos no pudiesen resistir a nuevos ataques israelitas, disuadiéndolos así de rebelarse contra David y sus sucesores. Se puede apreciar por este pasaje y el siguiente uno de los intereses de David en conquistar el país de Ammón, la codicia de posesionarse de sus numerosas riquezas y botín de guerra.
La versión del final de la guerra contra los amonitas de acuerdo al segundo libro de Samuel es la siguiente: "Joab atacó a Rabbá de los amonitas y se apoderó de la ciudad del rey (Nota: la ciudadela amurallada donde estaba el palacio real y palacios de príncipes y miembros de la familia real amonitas). Envió entonces unos mensajeros a David para decirle: 'Ataqué a Rabbá y me apoderé de la ciudadela. Reúne, pues, ahora el resto del ejército y ven a sitiar a la ciudad para que te apoderes de ella; no sea que la tome yo y que le den mi nombre'. David reunió todo el ejército, fue a Rabbá, asaltó la ciudad y la tomó. Le quitó al dios Milcom su corona de oro, que pesaba treinta y cinco kilos, y puso de adorno en su turbante una piedra preciosa que allí había. El botín que llevó de la ciudad fue enorme. En cuanto a sus habitantes, los hizo salir de la ciudad, los puso a manejar la sierra, las rastras y las hachas de hierro y los hizo trabajar en la fabricación de ladrillos; lo mismo hizo con todas las ciudades de los amonitas. Y luego David y todo su ejército volvieron a Jerusalén” (2-Samuel 12, 26-31).      

Tras estas conquistas el turno a ser sometido le tocó al reino de Edom, rico por sus minas de cobre e hierro y por pasar por su territorio la importante ruta comercial internacional del Camino del Rey. En esta campaña de conquista el ejército israelita de David bajo el mando de su general en jefe, Joab, se luciría por su brutalidad y crímenes de guerra por su exterminio de la población masculina edomita. Dice el segundo libro de Samuel: "David se hizo famoso y, de vuelta de la campaña de Aram, derrotó a un ejército edomita de dieciocho mil hombres en el valle de la Sal. Puso gobernadores en Edom y todos los edomitas quedaron sometidos a David" (2-Samuel 8, 13-14). Añade el libro de los Reyes: "Yavé suscitó a Salomón un adversario de nombre Hadad, edomita, de la familia real de Edom. Cuando David venció a Edom y Joab, jefe del ejército, subió a sepultar los muertos, mató a todos los varones de Edom, pues Joab y todo Israel permanecieron allí seis meses hasta exterminar a todos los varones. Pero Hadad logró escapar con algunos hombres edomitas de entre los servidores de su padre para irse a refugiar a Egipto. Hadad era entonces un niño de pocos años" (1-Reyes 11, 14-17). Según este relato, las tropas israelitas enviados por David y bajo el mando de Joab habrían exterminado a todos los varones edomitas, niños incluidos, que no habrían podido escapar a la campaña de exterminio de seis meses de duración. Presumiblemente, las mujeres y las niñas edomitas habrían sido esclavizadas y repartidas como sirvientes y concubinas forzadas entre los israelitas.   
El botín de guerra en metales ganado por David tras sus numerosas guerras de conquista fue considerable, sin duda uno de sus principales objetivos al hacerle la guerra total a sus vecinos. Dice el libro de las Crónicas: "David tomó los escudos de oro que llevaban los servidores de Hadadezer y los llevó a Jerusalén. De Tibjat y Kun, ciudades de Hadadezer, David tomó una gran cantidad de bronce, con el cual Salomón (su hijo y heredero) hizo el Mar de Bronce (Nota: enorme depósito hecho de bronce conteniendo el agua para las abluciones de los sacerdotes del templo), las columnas y los utensilios de bronce" (1-Crónicas 18, 7-8), de su famoso Templo en Jerusalén. Toú, el rey de Jamat, reino cananeo sirio, envió a su hijo Hadoram con regalos para David tras haber derrotado éste a Hadadezer, con quien el rey de Jamat estuvo en guerra. Sigue el relato bíblico: "Hadoram traía toda clase de objetos de oro, de plata y de bronce. El rey David los consagró también a Yavé con la plata y el oro que habían tomado a todas las naciones; a Edom, a Moab, a los hijos de Ammón, a los filisteos y a los amalecitas" (1-Crónicas 18, 11).
El Templo de Salomón según una reconstrucción computarizada. Se aprecia parte del Mar de Bronce a la derecha, las dos columnas de este metal a la entrada del templo, elementos decorativos y parte de los diez recipientes menores de bronce sobre ruedas para abluciones de los sacerdotes. Todo este bronce fue capturado y robado en los reinos que el Rey David conquistó.

Haciendo mención de los regalos de oro, plata y bronce que trajo Hadoram a David, dice el segundo libro de Samuel: "El rey David los consagró también a Yavé junto con la plata y con el oro que ya había consagrado procedente de las naciones que él había sometido: Aram, Moab, los amonitas, los filisteos, Amalec, y lo que había quitado a Hadadezer, hijo de Rojob, rey de Sobá" (2-Samuel 8, 11-12). Hay que añadir que la construcción del mismo Templo de Salomón se habrá pagado con el oro y la plata robados como botín de guerra en las conquistas militares del Rey David. Más aún, el Templo también se habrá construido con el dinero obtenido por Israel gracias a su control de buena parte del Camino del Rey y por ello del comercio a través de esta ruta entre Egipto por un lado y Siria y Mesopotamia por otro, control que se hizo posible gracias a las guerras de conquista y agresión de David contra los moabitas, amonitas, edomitas y arameos. Así que no me vengan con falsedades como que el oro dentro de las iglesias españolas era lo que se habían robado de América, lo cual nada tiene que ver con la realidad histórica pues los metales dentro de las iglesias habían sido extraídos de las minas legalmente, así como los indios extraían los metales antes de la llegada de los españoles o como después de la independencia de España se han extraído los metales de las minas en Hispanoamérica. Más bien, que reconozcan los angloamericanos estadounidenses fundamentalistas religiosos que el oro, la plata y el bronce capturados por David y que éste luego “consagró” eran realmente metales robados tomados como botín de guerra por su codicia, y que el bronce del famoso Templo de Salomón, construido por hijo y heredero de David, fue bronce robado por su padre.  
El Dr. Lajos Szászdi es analista de asuntos de defensa, seguridad y relaciones internacionales, autor,  conferenciante y comentador en la televisión y la radio 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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