La Unión Europea (UE) y en particular los países meridionales de la Eurozona – zona compuesta por 17 países de la UE donde el euro es utilizado como moneda - están padeciendo en estos momentos no sólo una crisis de la deuda sino también una crisis de índole sistémica por el hecho que Bruselas – o la “euroburocracia” - y Alemania - que tiene la economía más poderosa de Europa - dictan la política económica a seguir por los países miembros. Así, estos tienen que planear y ejecutar sus políticas económicas nacionales siguiendo las directrices y regulaciones impuestas por las instituciones de la Unión Europea, teniendo que someterse a las mismas al estar de por medio entre otras cosas los fondos de ayudas y subsidios provenientes del presupuesto anual de la UE que los países miembros reciben. Esta ayuda económica ha creado una dependencia que hace que los gobiernos nacionales de los países miembros de la UE incluyan como algo esperado e indispensable dichos fondos en sus presupuestos anuales.
Además, la Unión Europea impone sobre sus miembros la ideología anglosajona económica neoliberal de mercado y su sistema que expone sin protección aparente – por no permitirse la intervención y participación directa del estado en la vida económica - a la economía de países y al bienestar de sus habitantes a los caprichos de los especuladores de las bolsas de valores y a las cíclicas pero descontroladas subidas y caídas de los mercados y la economía. Peor aún, 25 de los 27 países miembros han suscrito un nuevo tratado fiscal cuyo propósito es el coordinar y así controlar a nivel de las instituciones de la Unión Europea las políticas presupuestarias de los países firmantes del tratado. Esencialmente la finalidad de este tratado fiscal es impedir que miembros de la UE lleguen a acumular deudas que sean insostenibles. Es evidente que adherirse a este tratado es entregar a la Unión Europea el poder soberano del estado miembro a decidir y llevar a cabo su propia política presupuestaria. Esto es irónico, pues a la vez que las instituciones de la Unión Europea le prohíben a los países miembros regular directamente e intervenir en sus economías según el pensamiento anglosajón de la economía de mercado neoliberal, la UE no tiene reparos sino mas bien el apetito para controlar cada vez más las gestiones económicas y la soberanía de sus estados integrantes.
En esta situación, un ejemplo de un miembro de la UE que está experimentando un declive dramático es España, país con la quinta economía de Europa pero también con el mayor índice de desempleo con unos 5.3 millones de parados, equivalente a 22.9% de la población activa. De los jóvenes de 16 a 24 años, 48.6% están desempleados según la BBC. Peor todavía, se espera que para el primer trimestre de este año la cifra de desempleados llegue a cerca de 5.5 millones y que al finalizar el 2012 hallan cerca de 6 millones de parados, cifras nunca antes vistas en España. De acuerdo a Giles Tremlett del diario The Guardian, 105,000 empresas y negocios habrían cerrado en España desde fines del 2008, de las cuales 35,000 cerraron sólo en la segunda mitad del año pasado. El Fondo Monetario Internacional ha pronosticado que la economía española se contraerá 1.7% en el 2012, reduciéndose más aún el año que viene. Es de esperarse también que la desigualdad económica vaya en aumento, con los desempleados de la clase media bajando al nivel de la pobreza. Esta desigualdad se extenderá a las familias de los parados, y en este sentido ya casi se ha llegado a 1 millón 500 mil hogares españoles donde no hay ningún miembro que esté asalariado.
El nuevo gobierno conservador español de Mariano Rajoy planea un ajuste presupuestario de €40 mil millones (unos $53 mil millones de dólares), siendo estos en su mayoría recortes presupuestarios para cumplir con la meta fijada por la Unión Europea de reducir el déficit presupuestario a un 4.4%, de un déficit de un 8% alcanzado en el 2011. Sin embargo, estas medidas económicas típicas del sistema neoliberal de mercado probablemente serán equivalentes a echar sal en una herida abierta, prolongando y empeorando la agonía económica española en vez de mejorarla. Esto se debe a que el sistema anglosajón neoliberal capitalista, importado de EE.UU. y el Reino Unido, persigue sobre todo lograr cifras macroeconómicas positivas y el alza de los mercados bursátiles aunque cause un aumento del desempleo y el declive del nivel económico de un segmento considerable de la población. En resumidas cuentas, lo que importa es lograr cifras positivas y los intereses de los grandes empresarios sin importar la opinión del pueblo. Un ejemplo de cómo el gobierno español está supeditado a las direcciones y órdenes de la Unión Europea son las declaraciones del nuevo Ministro de Finanzas, Luis de Guindos, que según Tremlett del Guardian, dijo que Madrid necesita que Bruselas le proporcione sus predicciones de crecimiento económico para España. Así que ahora la UE sabe mejor que el mismo gobierno español cuánto va a crecer su economía.
Para ser justos, es más que probable que un gobierno socialista español hubiese seguido medidas similares a las que planea el gobierno del Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy. Así, el gobierno anterior del izquierdista José Luis Rodríguez Zapatero del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) también había abrazado el sistema neoliberal de economía de mercado, como Bruselas exige, y Zapatero obedientemente viajó a Bruselas para escuchar las instrucciones de la Unión Europea y de la todopoderosa canciller de Alemania, Angela Merkel.