La política exterior estadounidense según Mitt Romney: Israel (Parte III)

Dr. Lajos Szaszdi analista político

Israel es el aliado más estrecho de EE.UU. Con respecto a las relaciones israelí-estadounidenses, Mitt Romney, el candidato del Partido Republicano a la presidencia de EE.UU. ha llegado a decir que "nosotros tenemos intereses coincidentes. Nosotros compartimos valores”, durante su entrevista con Wolf Blitzer de CNN de comienzos de octubre "y la nuestra es una alianza basada no solo en intereses compartidos sino también en valores compartidos imperecederos", como afirmó en su discurso en Jerusalén de fines de julio pasado. Hay que aclarar que desde los últimos 50 años ha habido incidentes y puntos de fricción en estas relaciones que demuestran sin ambages que EE.UU. e Israel no comparten los mismos intereses ni los mismos valores a la hora de calibrar sus relaciones bilaterales.
    
Un punto de fricción en las relaciones bilaterales israelí-estadounidenses concierne al periodo de gobierno del presidente John F. Kennedy a comienzos de la década de los años 60 del siglo pasado y que tiene que ver con la oposición del presidente estadounidense al programa de armas nucleares secreto y prohibido de Israel. Se puede decir también que las medidas israelíes para encubrir su programa de desarrollo de armas nucleares, en violación del derecho internacional y de los principios de la no proliferación de armas nucleares defendidos por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y por EE.UU. bajo Kennedy, sirven para explicar por qué el actual Gobierno israelí no confía en la política oficial de Irán, de que su programa nuclear es solo para fines pacíficos.

Sin duda, al Israel acusar a Irán de buscar en secreto o tener capacidad para desarrollar armas nucleares, realmente se está mirando al espejo por haber obtenido su arsenal nuclear de manera secreta e ilegal a través de su reactor nuclear de Dimona en el desierto del Negueb, en violación de los principios de la no proliferación de armas nucleares, de las normas internacionales al respecto y de la supervisión de la AIEA. Israel así atribuye a Irán lo que ha estado haciendo furtiva e ilegalmente desde la firma del acuerdo de octubre de 1957 con Francia para la construcción del reactor de Dimona, bajo los auspicios y supervisión de un joven Shimón Peres, en aquel entonces con 34 años director general del Ministerio de Defensa israelí y actualmente presidente de Israel.
 
El presidente de Israel Shimón Peres, quien ahora dice que una opción militar y no una diplomática es la solución más probable para lidiar con el programa nuclear iraní:


Inclusive, Peres no fue franco con Kennedy en una reunión que ambos tuvieron en la Casa Blanca en Washington en abril de 1963. Así, según Avner Cohen en su libro titulado 'Israel y la bomba' ('Israel and the Bomb'), Shimón Peres le contestó al presidente ante su preocupación por el programa nuclear israelí, lo siguiente: "Yo le puedo decir lo más claramente que nosotros [el Gobierno israelí] no introduciremos armas nucleares a la región, y ciertamente nosotros no seremos los primeros. Nuestro interés es en reducir armamento, incluso en un desarme completo".            
    
Realmente no había valores compartidos entre EE.UU. e Israel cuando éste último engañó a la comunidad internacional en general y a EE.UU. en particular en cuanto a perseguir un programa de armas nucleares, no meramente tener la capacidad de potencialmente hacer armas nucleares como se acusa a Irán. Tampoco había intereses compartidos al oponerse el presidente Kennedy al sospechado programa de armas nucleares israelí. Pero el candidato a la Presidencia por el Partido Republicano y "santo de los últimos días" no parece saber de ello, pudiéndosele aplicar al condenar a Irán por su programa nuclear y a la vez ignorar el arsenal nuclear israelí las palabras de Jesucristo recogidas por el Apóstol San Mateo: "Hipócrita: quita primero la viga de tu ojo y entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano".

John F. Kennedy:


Según el libro de Avner Cohen titulado 'Israel y la bomba' ('Israel and the Bomb'), el presidente Kennedy en la primavera de 1963 temía que el programa nuclear israelí tuviera graves consecuencias para la seguridad de la región de Oriente Medio y del mundo y consideraba por ello que solo una fuerte presión de EE.UU. podría impedir que Israel desarrollase armas nucleares. La Administración Kennedy creía que un sistema intruso de inspecciones basado en dos inspecciones anuales podría parar en seco el programa de armas nucleares israelí.

En aras a lograr esto, Kennedy mandó una fuerte carta en junio de 1963 al entonces primer ministro de Israel, David Ben Gurión, exigiendo que el gobierno israelí aceptase lo que EE.UU. consideraba eran las condiciones mínimas necesarias para que las visitas de inspección norteamericanas de Dimona fuesen eficaces. Kennedy amenazó en su carta que si el gobierno israelí no satisfacía las exigencias estadounidenses, esto "pondría en peligro el compromiso del Gobierno de EE.UU. para con, y su apoyo a, Israel", en palabras de Cohen. Según ministros del Gobierno de Ben Gurión, las presiones de Kennedy con respecto a las inspecciones estadounidenses del reactor de Dimona llevaron a la súbita renuncia del primer ministro israelí, quien así habría evitado recibir la carta de presión de junio de 1963 que el presidente de EE.UU. le mandó.  
    
Pero esta no fue la última amenaza de Kennedy al Gobierno israelí. En su carta de julio de 1963 al sucesor de Ben Gurión, el primer ministro Levi Eshkol, el presidente estadounidense amenazó que el cometido de EE.UU. hacia Israel y su apoyo al Estado judío "se vería seriamente en peligro" - citando la carta - si el Gobierno israelí no le proporcionaba datos fidedignos sobre el reactor nuclear de Dimona a Washington. Aún más, el secretario de Estado estadounidense, Dean Rusk, continuó con las presiones a Israel al declarar en agosto de 1963 que el "único asunto" en las relaciones bilaterales israelí-estadounidenses era lo del reactor de Dimona, y que hasta que Israel concediese lo que EE.UU. exigía no habría más de que tratar. Realmente, Israel a su vez pedía que EE.UU. le concediese un "Acuerdo de Seguridad Bilateral" garantizando en un tratado la voluntad estadounidense de defender a Israel y así evitar un nuevo Holocausto de ser atacado el Estado judío. Kennedy no concedió a Israel dicha garantía de seguridad en una carta que el mandatario estadounidense le envió al Premier israelí Eshkol en octubre de 1963 y en la cual se reafirmaba la voluntad de EE.UU. de defender "la seguridad e independencia de Israel".

Sin embargo, la presión estadounidense sobre las dos visitas anuales a Dimona permanecía sobre la mesa, y sin una garantía de seguridad a Israel formalizada en un acuerdo bilateral, el Gobierno israelí habría considerado su programa de armas nucleares como la única garantía infalible para garantizar la seguridad de Israel y evitar así un futuro Holocausto.
Hubo una reunión secreta de representantes de EE.UU. e Israel el 13 y 14 de noviembre de 1963, en donde uno de los puntos más importantes de discusión fue el deseo israelí de adquirir misiles balísticos estadounidenses, probablemente para su futura y secreta fuerza nuclear, deseo que la delegación americana rehusó satisfacer. Lo demás es historia. El Presidente John F. Kennedy, el primer presidente católico de EE.UU., fue asesinado por Lee Harvey Oswald el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas. Dos días después del magnicidio, el asesino de Kennedy fue a su vez asesinado por Jack Ruby, un estadounidense de origen judío cuyo nombre original era Jacob Leon Rubenstein, habiéndolo hecho quizás para que Lee Harvey Oswald no hablara. Según la versión oficial, Jack Ruby murió de cáncer del pulmón en la cárcel poco más de tres años después y antes de haber ido a juicio.

El Vicepresidente de Kennedy y su sucesor como Presidente, Lyndon B. Johnson, aflojó las presiones del asesinado jefe de estado hacia Israel sobre el reactor nuclear de Dimona, delegando en cambio en los israelíes la formulación de las reglas de las visitas de inspección norteamericanas. Así, las amenazas de Kennedy a los primeros ministros israelíes Ben-Gurión y Eshkol de que si Israel no asentía a sus demandas con respecto a las visitas de inspección americanas a Dimona, esto “pondría en peligro el compromiso americano para con la seguridad y bienestar de Israel”, fueron abandonadas por Johnson y sus sucesores en la Casa Blanca.  

Mitt Romney:


El gobierno de Israel le mintió al gobierno del Presidente Kennedy sobre su programa de armas nucleares, programa que iba en contra de los intereses de EE.UU. Realmente en vista de EE.UU. e Israel  y “valores compartidos imperecederos”. Más aún cuando el programa de armas nucleares israelí es de una magnitud y complejidad que constituye una amenaza a la seguridad no sólo del Oriente Medio pero potencialmente del mundo, como temía el Presidente Kennedy. Según Seymour M. Hersh “La opción de Sansón” (“The Sampson Option”), La instalación nuclear de Dimona tiene 6 pisos subterráneos y 39 unidades separadas donde se produce el plutonio y otros elementos radiactivos para allí fabricarlos en armas nucleares.

Basándose en el testimonio del técnico nuclear israelí Mordecai Vanunu, quien trabajó en Dimona y después entregó a la prensa inglesa fotos tomadas furtivamente de las instalaciones secretas subterráneas del complejo nuclear de Dimona y proporcionó testimonio de sus actividades, para alrededor de 1986 Israel habría tenido más de 200 armas nucleares, siendo capaz de producir bombas  termonucleares  o de hidrógeno, bombas de fisión de efecto aumentado (“boosted” fission) en que con menores cantidades de plutonio se puede aumentar el efecto explosivo de la bomba y bombas de neutrones, cuya producción en masa habría empezado a partir de 1984. Según la información dada por Vanunu, la cantidad de plutonio producido en Dimona, capaz de producir hasta 12 ó más armas nucleares por año, le habría proporcionado a Israel un arsenal de unas más de 500 armas nucleares hoy en día. Mentir y violar el principio de la no-proliferación de armas nucleares no son valores ni principios compartidos - díganselo a Romney.