Las proyecciones futuras sobre el crecimiento de China e India evidencian que el nuevo orden global tendrá un alto componente multipolar, con definido liderazgo asiático.
Los datos demográficos lo ponen en evidencia. Junto al empuje de otros múltiples factores, se propone como indiscutible la tendencia al liderazgo asiático en el nuevo orden global. El avance del poder de consumo y las variables de competitividad son hoy argumentos por los que se considera ya que el continente asiático es un actor protagónico que modifica la actual estructura mundial.
El poderío militar, con capacidad de persuasión para incidir en cualquier negociación, es un factor determinante también para el estatus en los países que componen el multiétnico mapa asiático. China e India están en primera posición, y el resto de los denominados 'tigres' las acompañan. Con la asignatura pendiente del 'desarrollo y bienestar' en los pueblos de Asia Central, pero con recursos energéticos que hacen valer su poder de negociar por sus intereses.
Japón, desde su escalón individual como potencia con máximos niveles de eficiencia, posee hoy una economía situada en los primeros rankings del mundo, con peso propio en los mercados internacionales.
En el bloque continental asiático encontramos 'emergentes', 'potencias' y Estados con muy bajo desarrollo. Desde estas latitudes se pasará a ocupar los primeros puestos en variables de medición de expansión comercial en el mundo, desde una compleja realidad regional que hoy discute su modelo de integración local.
La capacidad de aumentar el poder adquisitivo pertenece a una gran parte de la población asiática. Poseen protagonismo en los mercados financieros, con alto poder de atracción de inversiones directas desde corporaciones occidentales, y de participar con inversiones propias en otras latitudes. La consolidación de las políticas de presencia en mercados internacionales son un ejercicio de la diplomacia asiática y principalmente de China, con su oficio de un 'soft-power', con orientación en África y Latinoamérica.
Sin la profundidad ni la rigurosidad de un análisis, con tan sólo identificar las variables del presente en Asia es posible hallar esos elementos de previsible liderazgo. Eso es Asia. China, más India, más el resto de los países del 'Lejano' Oriente.
Al compás del silencio, disimular China
En el caso enigmático de China, existen numerosas opiniones al respecto de su intento por llevar con disimulo el rol de potencia mundial, en el que se coloca con su solo movimiento en la arena internacional. China hoy juega al comercio con sus propias reglas, en las que muchos llegan al punto de la interdependencia. Aún debe al mundo el establecer un modelo más sustentable frente al que actualmente desarrolla, siendo que también ocupa los primeros lugares en el ranking de contaminación.
Para el mandatario ruso Medvédev, que lleva este año ya unos cinco encuentros presidenciales, construir lazos con este vecino tiene un tinte de 'nueva era'. Así se caracterizan las dimensiones grandilocuentes y sin precedentes de cómo serán las asociaciones estratégicas con China.
En el enfoque continental, para el caso chino, hay infinidad de palabras analíticas que interpretan su lugar en el mundo que viene, pero se necesita un párrafo aparte para dejar abiertos los principales interrogantes que rodean su existencia.
El frente interno
No siendo el objetivo de estas líneas confeccionar un pormenorizado detalle de las complejidades internas en cada uno de los Estados del continente asiático, los desafíos como bloque continental abren incógnitas sobre cómo deberán sortearse esos obstáculos y cómo se realizarán desde los parámetros más convencionales del mundo occidental.
Caso por caso, pueblo por pueblo, es innumerable la cantidad de asuntos internos, desde las prioridades de las agendas domésticas hasta a las insustituibles aspiraciones de la arena internacional.
'Demandas': la referencia de lo que se viene. Los especialistas debaten hoy determinar las consignas estratégicas de las demandas del futuro. En base a esto, se tejen conjeturas sobre la expansión demográfica poblacional y sus consecuentes necesidades de abastecimiento en todo el planeta.
En la competencia entre los países de Occidente y Asia, el motor acelerado del crecimiento está del lado oriental. Un camino de amplios entendimientos y consensos deberá prevalecer para menguar fricciones. La misma ONU advierte que el abastecimiento de los recursos es a futuro el principal posible motivo de conflictos armados, y Asia será demandante a gran escala. Sudamérica y África hoy parecen estar en posición pasiva.
Serán entre 30 y 40 años para que las proyecciones del continente asiático ejerzan su predicha 'dominación'. Ese concepto es motivo de preocupación. Hoy la humanidad no puede logar sustentabilidad por su actual modelo de desarrollo y consume recursos que amenazan la garantía de los mismos a futuro.
La magnitud del crecimiento poblacional de China y su relativa escasez de recursos 'per cápita' abre la encrucijada de la cuestión de la 'demanda global'.
Multilateralismo, el gran factor común
Dentro de las evidencias que brindan componentes de previsibilidad para la interpretación -tales como las estadísticas y las tendencias-, al buscar los puntos principales de la política exterior que prevalecen en los países asiáticos está expuesto que Asia mira al mundo desde el enfoque del multilateralismo.
El camino del multilateralismo es el modo de consolidar el marco institucional. Así, por ejemplo, en la VIII ASEM ('Asia-Europe meeting') en Bruselas, cumbre de los 27 de Europa y 16 países asiáticos a mediados de Octubre, participaron invitadas Rusia, Australia y Nueva Zelanda. Lo anterior es una muestra de cómo la cooperación y el comercio se enfocan en el presente en el continente asiático.
En la cumbre de la ASEAN (Asociación de Estados Asiáticos) de octubre, los líderes de Asia también hicieron participar a Rusia y los Estados Unidos. Allí lanzaron un 'Plan Maestro de Conectividad', que procura conectar al ciudadano y las instituciones del continente.
La democratización de las relaciones internacionales y el armado de un mapamundi con actores de Asia imponen su peso para contribuir al equilibrio de fuerzas, frente a la preponderancia unipolar que va convirtiéndose en pasado. Asia va por consolidar su espacio en esa competición global.
En esta década, sucederán importantes transformaciones hacia el multilateralismo, y muchas iniciativas en el alto nivel político tendrán la etiqueta 'Made in Asia'. Esto se sumará significativamente al fortalecimiento de un esquema de cooperación y diálogo frente a las complejidades mundiales que se avecinan.