Venezuela tiene sus problemas, como cualquier país del mundo. Su economía no está en buenas condiciones y hay altos índices de inseguridad en centros urbanos. Un área en donde Venezuela supera a los demás países democráticos del mundo es su proceso electoral y los niveles de participación en el ámbito político del país.
Calificado como "el mejor proceso electoral del mundo" por Jimmy Carter, cuyo Centro Carter ha observado más de 100 procesos electorales a nivel internacional, el sistema en Venezuela está blindado.
El proceso de votación en Venezuela tiene triple protección contra el fraude. Primero, cada elector presenta su carnet de identificación con su número de identidad, foto y huella digital que están registrados y verificados en una base de datos del Centro Nacional Electoral (CNE). Segundo, el votante pasa a la máquina electrónica y hace su selección en la pantalla. Su voto se registra de inmediato en el sistema electoral. Y por último, la maquina produce un recibo de papel con la decisión del elector para su verificación, que luego se deposita en una urna. Después, para impedir la posibilidad de una votación doble, un dedo del elector se cubre con tinta indeleble.
En ninguna parte de este proceso la identidad del elector se relaciona con su decisión electoral. El voto es completamente secreto y está protegido por el sistema electoral venezolano. En total, son menos de dos minutos para realizar todos estos pasos. Cuando cierran las mesas electorales, después de que todas las personas de la fila haya votado, automáticamente el 54% de las maquinas son sometidas a una auditoría con testigos de todos los partidos políticos. Esta auditoría se contrasta con los recibos de papel en las urnas.
Tomando en cuenta este nivel de seguridad del proceso electoral venezolano, las críticas desde el Gobierno de EE.UU., la OEA y medios internacionales poniendo en duda la credibilidad de las elecciones en Venezuela son absurdas. EE.UU. tiene uno de los peores sistemas electorales del mundo. Ni siquiera el voto de cada ciudadano se cuenta, y no existe un sistema uniforme, automatizado o protegido. Solo hay que recordar la vergüenza de la primera elección de George W. Bush contra Al Gore en 2000 para un ejemplo de fraude masivo en un proceso electoral estadounidense. Y en EE.UU. se prohíbe cualquier observación internacional del proceso electoral, algo que Washington de manera hipócrita exige de Venezuela.
El próximo 6 de diciembre, habrá cientos de acompañantes internacionales observando el proceso electoral en Venezuela, al contrario de lo que han dicho algunos medios. Una delegación de la UNASUR, liderada por el expresidente de la República Dominicana Leonel Fernández, estará en por lo menos 11 estados del país siendo testigo del proceso de votación. Entre otras figuras y expertos internacionales, el expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero también estará acompañando el proceso electoral.
Voceros de la oposición en Venezuela han anticipado su victoria sobre el oficialismo, incluso declarando que en caso contrario sería un fraude. La democracia no funciona solo cuando uno sale victorioso, es también para los perdedores. La oposición en Venezuela tiene una historia de cantar fraude cuando pierde, y cuando piensa que no tiene chances de ganar, llama a la abstención.
Esta vez, las encuestas indican un resultado bastante estrecho. La mayoría, hasta ahora, han favorecido a la oposición. Solo hay que recordar algunas encuestas realizadas por empresas como la estadounidense Penn, Schoen y Berland, que en 2004 apuntaba a una victoria opositora de 20 puntos en el referéndum revocatorio contra Chávez, o en 2006 decía que la diferencia entre Chávez y Manuel Rosales era de solo 2 puntos. En 2004, Chávez fue el victorioso 59-41, y en 2006, ganó 62,8-36,9. Las encuestas, como cualquier analista político sabe, no son siempre de fiar.
No pretendo especular sobre el resultado electoral del próximo domingo. Son las elecciones más difíciles que ha enfrentado el chavismo en 15 años. No obstante, pensar que la existencia y supervivencia del proyecto bolivariano solo depende de la presencia física de Hugo Chávez junto a un barril de petróleo por encima de cien dólares sería una errada conclusión.
Venezuela ha vivido una profunda transformación durante los últimos 15 años. No solo ha habido cambios en el modelo socioeconómico, sino también en la manera de hacer política. El logro más grande del chavismo no ha sido la extraordinaria reducción de la pobreza y la garantía de los servicios sociales, sino el despertar de una conciencia colectiva que reconoce el valor de cada ser humano. La conciencia y la dignidad no dependen del petróleo ni pueden ser vendidas o compradas.