Durante meses el presidente Donald Trump ha estado sembrando dudas sobre el sistema y el proceso electoral en Estados Unidos. En las últimas semanas, sus advertencias sobre la posibilidad de un fraude electoral se han intensificado, mientras su popularidad ha seguido cayendo en las encuestas nacionales.
"Solo perderemos la elección si haya trampa", ha dicho el mandatario, y lo ha repetido en múltiples ocaciones durante entrevistas, conferencias de prensa y discursos de campaña. Si esto fuera dicho por un Jefe de Estado de otra nación, el Departamento de Estado hubiese emitido inmediatamente una declaración expresando su "profunda preocupación" sobre la democracia y la integridad de las elecciones en ese país. Sin embargo, los exabruptos así se han normalizado en los EE.UU. de Trump.
La cuenta de Twitter de Trump parece a un tabloide de propaganda anti-electoral. Casi todos los días, durante las últimas semanas, el mandatario ha publicado mensajes cuestionando el sistema del voto por correo, con el claro objetivo de levantar dudas sobre los resultados electorales. La empresa Twitter ha tenido que bloquear o limitar el acceso a varios tuits de Trump por diseminar información falsa sobre el proceso comicial, con la intención de suprimir el voto.
Por ejemplo, Twitter colocó una advertencia en un tuit de Trump sobre el voto por correo, alertando que el texto había violado las reglas de la empresa sobre elecciones. Sin embargo, no removieron la publicación por "estar en el interés público". Trump había escrito que las cajas designadas para enviar los balotajes eran un "desastre de seguridad" y que permitían que una persona pudiera votar "múltiples veces", lo cual era completamente falso.
Twitter también ha puesto una advertencia de 'fact check' en varios otros tuits de Trump sobre el voto por correo, que divulgan información manipulada. La red social ha aumentado sus esfuerzos para reducir la diseminación de falsedades sobre las elecciones, y parece que Trump y sus seguidores son los principales perpetradores de estas ofensas.
Trump está intentando suprimir el voto porque él mismo ha admitido que, mientras más personas voten, los republicanos pierden. Con la pandemia de coronavirus aún amenazando la vida normal en Estados Unidos, muchos estados están ampliando la opción de ejercer el voto por correo para evitar que las personas tengan que acudir en persona a las urnas el 3 de noviembre.
El voto por correo está permitido en la mayoría de los estados de la nación, y algunos, como Oregon, solo usan este sistema en sus procesos electorales. El mismo Trump (y una mayoría de su gabinete) han votado por correo múltiples veces y ya han anunciado que lo van a hacer de nuevo en las próximas elecciones. Pero, según la lógica de Trump, lo que es bueno para el pavo no es buena para la pava.
Trump está bastante por detrás del candidato demócrata, Joe Biden, en todas las encuestas a nivel nacional y en la mayoría de los sondeos estatales, incluso en algunos de los "estados en juego" como Texas, Florida, Ohio y Pennsylvania. Todo esto ocurre a menos de tres meses de las elecciones presidenciales, previstas para el próximo 3 de noviembre.
Simplemente, el polémico mandatario parece estar desesperado. Por eso está usando su poderosa plataforma para desacreditar el proceso electoral en caso de que él pierda.
Trump, al estilo autoritario, se ha negado a aceptar los resultados electorales, declarando que "tendría que esperar a ver qué sucede", poniendo aún más en duda el proceso y sus intenciones de cumplir con las reglas democráticas.
Nada de esto es nuevo para Trump. Durante su campaña presidencial en 2016, el flamante empresario y estrella de la televisión 'reality' dijo lo mismo antes de esas elecciones, después de realizar una campaña sucia contra Hillary Clinton y cuando hasta él mismo no pensaba que iba a ganar.
La diferencia esta vez es que ya es presidente y tiene mayor facilidad de ser reelecto —claro, en condiciones 'normales'—. La pandemia de coronavirus y la pésima respuesta de la Casa Blanca le ha costado en las encuestas. Una mayoría de estadounidenses creen que el mandatario ha hecho un mal trabajo para responder a la crisis sanitaria, y la caída en su popularidad ha correspondido directamente con el alza en casos y muertes por covid-19 en el país.
Trump ha seguido insistiendo en "un milagro" que hará "desaparecer" el virus y se ha negado a tomar medidas más estrictas para contener las olas de infecciones en el país, que no han cesado desde febrero. Hasta ha presionado a los encargados de la agencia de alimentación y drogas (FDA) para aprobar anticipadamente a tratamientos para el covid-19, que aún no han sido comprobados en los tradicionales ensayos científicos. Muchos expertos temen que Trump esté preparando el terreno para lanzar una vacuna contra el covid-19 antes de las elecciones en noviembre —aun cuando no haya sido comprobada— con la intención de influir sobre el voto.
Estados Unidos está en un momento de mucha inestabilidad, altas tensiones y fuertes divisiones sociales y políticas. La violencia racial no ha disminuido, y cada semana parece que hay un nuevo caso de un policía blanco matando a un afroestadounidense desarmado.
El país ya está hirviendo. Si Trump intenta aferrarse al poder, Estados Unidos podría experimentar el peor estallido social de su historia.