A la victoria de Andrés Manuel López Obrador el pasado 1 de julio le siguieron las felicitaciones internacionales. A pesar de los husos horarios tan distintos los gobiernos de China y España fueron de los primeros en hacer contacto. También los gobiernos latinoamericanos establecieron el acercamiento diplomático de forma casi inmediata y enviaron las congratulaciones correspondientes. Debido a la proximidad geográfica y a la tensión de los últimos meses que ha generado la renegociación del TLCAN, algunas de las llamadas que generaban más expectativa eran las de sus vecinos del norte: Canadá y Estados Unidos. Justin Trudeau realizó una breve llamada el mismo día de la jornada electoral mientras que Donald Trump se comunicó al siguiente día pero el contacto fue más largo y en términos amistosos, según se cuenta.
Pocos días después, el 13 de julio, una comitiva de Estados Unidos visitó México encabezada por Mike Pompeo (Secretario de Estado), Steven Mnuchin (Secretario del Tesoro), Kirstjen Nielsen (Seguridad Interna) y Jared Kushner, asesor y yerno de Donald Trump. La comitiva visitó la Secretaría de Relaciones Exteriores y las oficinas de la Presidencia, pero fueron visitas obligadas por la diplomacia. El punto importante y que la propia agenda estadounidense destacó fue la entrevista que sostuvieron con Andrés Manuel López Obrador en su calidad de presidente electo y con su equipo de trabajo, donde sobresalió la presencia de Marcelo Ebrard y Carlos Urzúa, próximos secretarios de Relaciones Exteriores y Hacienda, respectivamente.
La conversación, que se desarrolló en términos amistosos según se cuenta, abordó algunas generalidades de migración y sobre el TLCAN, pero evidentemente al ser el primer acercamiento y sin la presencia de Trump toda la plática era más bien una cuestión informal y que implicaba más sensaciones que certezas. Lo más destacado fue que López Obrador le hizo llegar una misiva a al presidente estadounidense para darle los nortes de la relación que habrán de sostener entre ambos países. AMLO ha sido enfático en el cambio: una relación de respeto, amistosa incluso pero nunca de subordinación o sumisión.
La misiva de López Obrador a Trump
Esta semana se dio a conocer el contenido de la carta de AMLO. Siete cuartillas en las que expone los temas principales en la relación bilateral: comercio, migración, desarrollo y seguridad. En la cuestión de comercio se replantea retomar las negociaciones del TLCAN de manera inmediata pero no de manera bilateral como lo quiere Trump, sino que prefiere que estas se mantengan de forma trilateral, con Canadá en la misma conversación y llegando a los mismo acuerdos. El desarrollo del país es lo que permitiría que bajaran los índices de la migración ilegal hacia Estados Unidos. No es un favor al vecino del norte o a Trump, es cuidar de nuestros ciudadanos, de nuestra gente con menos recursos. Nadie se convierte en un inmigrante ilegal por su gusto está claro, nadie abandona su lugar de origen, sus afectos y sus costumbres para sufrir explotación y rechazo en un país ajeno. Si se llega a este punto es por necesidad. El desarrollo del país, mejoras en los salarios y reducción en la violencia sin duda ayudarían a disminuir los índices de migración ilegal hacia Estados Unidos. Es un escenario ganar-ganar para ambos países.
En esta misiva hay dos asuntos que destacan y que se alejan del lugar común de otros mandatarios. Uno es cuando López Obrador explica el papel primordial que tendrá en su gobierno el desarrollo del sureste mexicano y concretamente el corredor económico y comercial en el Istmo de Tehuantepec. ¿Qué tiene de especial esto? Bueno, el propósito específico es el de facilitar el transporte de mercancías ente el Atlántico y el Pacífico, tal como sucede con el Canal de Panamá. Pero también manda el mensaje que México no será una economía cerrada ni tampoco tendrá como único socio comercial la frontera norte. Se dice con todas sus letras que se privilegiará un comercio con Asia. Evidentemente esto incluye a China, a Japón, a Australia y a todos los miembros del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP, por sus siglas en inglés). Sin vociferar ni tener que amenazar, hay un pronunciamiento y una apuesta clara a ya no depender en su totalidad de los vaivenes y caprichos de la economía y la política estadounidense. Por primera vez en una centuria se pretende ir más allá de la situación geográfica inmediata, sin necesidad de entrar en un conflicto abierto.
Otro punto a destacar es el papel que tiene Centroamérica. Ya sea por cuestiones económicas o de seguridad, miles de migrantes centroamericanos transitan todo el tiempo por México pretendiendo llegar a Estados Unidos. Muchos ya no la hacen y se establecen en territorio mexicano. López Obrador habla de cooperación para el desarrollo en la zona, donde Estados Unidos y México deben invertir dinero para que haya mayor estabilidad en la región y la migración se pueda reducir. No es un asunto de seguridad solamente. Este enfoque es distinto a las políticas que se priorizan en la actualidad y contempla de forma más integral la visión y las necesidades del migrante. Un tema tan complejo requiere de la participación de muchos actores internacionales donde la perspectiva sea más humana y menos policiaca.
La respuesta estadounidense
La respuesta de Trump también se hizo pública esta semana. En términos cordiales, concuerda con los puntos planteados por López Obrador aunque hace énfasis que la renegociación del TLCAN se debe dar con prontitud o se corre el riesgo de tomar otras rutas menos diplomáticas. Coincide que en el tema migratorio se deben explorar las vías de cooperación para el desarrollo pero no quita el dedo del renglón de la seguridad y la legalidad. El que AMLO haya obtenido una votación tan alta (casi 54%) le ha dado una mayor legitimidad y fuerza en las negociaciones con el vecino del norte. Trump también lo lee así y se ha mostrado más prudente y cordial que la relación que tuvo con Peña Nieto, un presidente con poca fuerza institucional y carente de legitimidad.
Han cambiado las formas y el discurso, esperemos que también cambie la relación entre ambos países. Cordialidad y amistad son posibles sin tener que ser sumisos o subordinados incondicionales. López Obrador cuenta con el apoyo al interior del país para generar una nueva relación con Estados Unidos y con el presidente Trump. Por el bien de los connacionales que viven en Estados Unidos ojalá que estos cambios puedan cristalizarse en nuevas políticas migratorias con mayor respeto a los derechos humanos.