Meses antes de la victoria electoral de López Obrador en las elecciones mexicanas, sus adversarios políticos tenían pocos argumentos eficaces para convencer a la ciudadanía que votara por ellos y no por el candidato de MORENA. La última carta que se jugó fue promover el voto del miedo anunciando que si AMLO ganaba el día siguiente sería como el del Juicio Final: se desplomaría el peso, se caería la Bolsa de Valores, huirían los capitales. La catástrofe en pleno. Pero no ocurrió nada de esto y los que lo vaticinaron quedaron como mentirosos o en el mejor de los casos como poco capaces para prevenir los movimientos de la economía. La realidad es que los mercados internacionales tenían tiempo que habían dado por descontado el triunfo de AMLO y ya habían asimilado una noticia que no les provocaba mayores sobresaltos.
El mes pasado, López Obrador llevó a consulta la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), una obra que estaba plagada de corrupción y que prometía crear un desastre ecológico para todo el Valle de México. Los agoreros del desastre volvieron a pronosticar que en caso de una cancelación se desplomaría el peso, se caería la Bolsa de Valores y huirían los capitales. El debate se generó por casi un mes y la consulta –con todo y las deficiencias que le puedan ser atribuidas– resultó en una clara muestra del rechazo al aeropuerto en Texcoco. Segunda llamada para la catástrofe, aunque otra vez, esta no asistió a la cita. Los empresarios afectados tuvieron una reunión con el presidente electo y ahí, seguramente, se despejaron las dudas. A la salida del encuentro todos los representantes empresariales manifestaron su confianza y colaboración con el próximo gobierno.
La semana pasada el líder de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, presentó una iniciativa para eliminar el cobro de comisiones bancarias. Nadie lo vio venir, nadie había dicho nada. Esta iniciativa logró lo que no había hecho ni la victoria de López Obrador ni la cancelación del aeropuerto. La Bolsa de Valores cayó un 5,81% en un día de la mano con la perdida que sufrieron las acciones de los principales bancos. El peso retrocedió un poco. Los mercados se pusieron nerviosos. Ahora sí. ¿A qué se debió? Primero, está el factor sorpresa, ya que mientras el triunfo electoral y la cancelación del aeropuerto eran posibilidades reales que se vislumbraron con tiempo, la propuesta de Monreal salió sin decir agua va, por mucha justificación que se pudiera hacer de ella.
Ese mismo día por la tarde, López Obrador y Carlos Urzúa, su futuro secretario de Hacienda, hicieron control de daños igual que semanas atrás lo habían hecho con el dicho de un diputado de Morena sobre la posibilidad de usar las reservas del Banco de México para financiar infraestructura o proyectos sociales, algo que negó rotundamente el titular de Hacienda. AMLO reiteró la promesa de ofrecer seguridad a los bancos durante su gobierno y que no habría cambios importantes en los siguientes tres años. Estos cambios son absolutamente necesarios debido a las altas comisiones que cobra la banca internacional –mucho mayor que en sus países de origen– pero debe hacerse incluyendo en la discusión a quien tiene injerencia en estos temas, que es el Banco de México, organismo autónomo de los poderes Ejecutivo y Legislativo y cuya ausencia en la propuesta, quizás, fue la razón principal de la incertidumbre. Después de las declaraciones de López Obrador los mercados se tranquilizaron, la Bolsa se recuperó ligeramente y el peso se estabilizó.
AMLO declaró que una de sus directrices sería separar el poder económico del poder político, algo que en México quedó completamente ligado durante la presidencia de Miguel Alemán (1946-1952) el "presidente empresario" que consolidó el liberalismo económico y la corrupción política en México. Con el asunto del aeropuerto López Obrador ganó su primer round. Con la propuesta del senador Monreal y las rectificaciones que se hicieron hubo un empate o más bien un round de sombra en el segundo episodio.
Hay quienes dicen que ante el triunfo arrollador de López Obrador que le ha permitido a su partido ser una mayoría calificada (muy cerca de la absoluta) en ambas cámaras del Congreso, el único contrapeso real sería el del mercado. Los que afirman esto se develan como poco demócratas. El mercado no está contemplado en ninguna parte de nuestra Constitución (supongo que de ninguna o casi ninguna) como un mecanismo de contrapeso político. Para esto está el Legislativo, el poder Judicial, la ciudadanía misma, pero no los mercados. Estos son en todo caso grupos de presión, o más bien de opresión como el intelectual liberal Daniel Cosío los definía en su ensayo de 1972 'El sistema político en México'.
Claro que hay que actuar responsablemente, mantener los indicadores macro y promover la estabilidad financiera. Eso es una cosa y otra sería ceder en cada uno de los chantajes (que seguramente los habrá) con cada uno de los grupos de poder. Por otro lado, también deberíamos diferenciar entre el capital empresarial, que invierte en infraestructura, genera empleos y (a veces) paga impuestos, y el capital financiero, ese que es un capital especulativo sin relevancia laboral o de inversión, capital golondrino que en México no paga impuestos, a diferencia de lo que sucede en Londres, Frankfurt o Nueva York, donde las ganancias excesivas producto de la especulación cada vez tienen más mecanismos de regulación.
Los mercados especulativos no tienen compromiso con nadie salvo con la avaricia de los que se benefician de él. Pueden presionar al gobierno de AMLO como abandonaron a su suerte a la Argentina neoliberal de Macri o apoyan el fascismo emergente de Bolsonaro. Son los que provocaron la crisis mundial de 2008 que hoy tiene como consecuencias las políticas de austeridad y el vuelco a populismos de derecha como el de Trump o Bolsonaro e incluso del Brexit que a la larga habrá de tener consecuencias nefastas para toda Europa.
Hay que tener en claro que los mercados no buscan el bienestar de las mayorías (no es su razón de existir) sino maximizar los beneficios de una minoría. Son la expresión de ese 1% de individuos que detenta más de la mitad de la riqueza mundial y de un modelo económico que está creando desequilibrios sociales y políticos en todo el planeta. Así que no, los mercados (principalmente el financiero de tipo especulativo) no deben ser vistos como un contrapeso sano para el ejercicio del poder, ya que minan las democracias y promueven los autoritarismos de derecha.
Ningún hombre es una isla ni tampoco ninguna nación. AMLO debe atender con responsabilidad los factores macro de la economía y debe seguir respetando la autonomía de instituciones como el Banco de México para que pueda seguir trasmitiendo confianza internacionalmente, como hasta ahora ha sido. Pero, también debe ponerle un freno al apetito voraz del capitalismo especulativo y financiero, siguiendo los pasos que otros países (por ejemplo Inglaterra y Alemania) han emprendido para la regulación de estos sectores.
Separar el poder económico del poder político será algo que no se ha hecho en México en ochenta años, por lo que significa un gran reto y empezar prácticamente desde cero por lo que hay que hacerlo sin prisa pero sin pausa. Es un reto compartido con las mayores economías mundiales y la respuesta deberá ser global o, nos encaminamos a la perdida de democracia (social y económica principalmente) en todo los rincones de mundo.
@BuenrostrJavier
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