Consumado el golpe de Estado en Bolivia y con la autoproclamación como presidenta interina de Jeanine Áñez con ayuda de las fuerzas armadas, quedó en el aire el proceso para elegir un nuevo gobierno en Bolivia. Ante las masacres de Sacaba y Senkata, donde murieron decenas de indígenas a manos del nuevo gobierno, Evo Morales, desde su asilo en México, decidió dar un paso al costado y renunciar a presentarse como candidato en una nueva contienda electoral.
A partir de entonces comenzó la especulación en torno a cuánto se extendería el interinato de Áñez o cómo y cuándo se habría de dar el proceso de renovación del gobierno; los posibles sucesores del liderazgo del partido de Evo, el Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP); si habría de presentarse nuevamente como candidato el expresidente Carlos Mesa o si quien lo haría sería Fernando Camacho, el rostro más visible del movimiento golpista. Igualmente comenzó el asedio de parte del nuevo gobierno al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para elegir nuevos integrantes y facilitar elecciones que favorezcan al gobierno interino.
Entonces, ¿cuál es el panorama actual? Según la legislación vigente, para fines de diciembre deberá quedar constituido el TSE con las nuevas autoridades. Un par de días después debiera lanzarse la convocatoria, con calendario incluido, para los nuevos comicios. Esto abarca un periodo de 120 días en los que tendría que realizarse la primera vuelta, la segunda en caso que hubiera necesidad, el cómputo final y la declaratoria de triunfo tanto a nivel presidencial como para diputados y senadores electos. Con ese calendario, la primera vuelta tendría que llevarse a cabo a mediados de marzo de 2020. Cuatro meses a partir de ahora.
En tan breve espacio de tiempo es poco probable que cambie la correlación de fuerzas existente en Bolivia. Aun sin Evo Morales, el MAS-IPSP cuenta con un voto duro muy significativo y arraigado en más de veinte años de trabajo político. Ese voto debería rondar sin problema un 40 % del electorado y seguir siendo todavía la primera fuerza político-electoral de Bolivia, independientemente quien sea designado como candidato.
Hay que señalar que el MAS-IPSP se estructura como dos organizaciones que hacen una especie de simbiosis. Quienes están más vinculados al MAS hacen una política más tradicional en el campo de los partidos políticos y las instituciones. Es un órgano hecho para participar y ganar elecciones. El IPSP en cambio es una federación de sindicatos y agrupaciones sociales con una lógica que va más allá de lo electoral y cuyo principal vínculo es con Cochabamba y el movimiento cocalero.
Esta diferenciación fue superada durante mucho tiempo gracias a la presencia de Evo Morales. Es posible que ante la ausencia de Evo, cada organización decida recuperar o imponer sus propios dinámicas, por lo que habría dos corrientes fuertes por los menos. Por parte del MAS y la política tradicional, Adriana Salvatierra, oriunda de Santa Cruz y la Presidenta del Senado más joven de la historia de Bolivia parece ser una candidata natural. También se ha mencionado al excanciller David Choquehuanca como una posibilidad.
En cambio, la gente más vinculada al IPSP y al movimiento cocalero tiene en Andrónico Rodríguez Ledezma a su figura más visible. A pesar de su corta edad, Andrónico Rodríguez es vicepresidente de las seis federaciones del trópico cochabambino, lo que lo convierte en la segunda persona en rango en la región del Chapare y de los cocaleros, después del presidente de las federaciones que es el propio Evo Morales. Rodríguez también ha sido una de las figuras más activas en defensa del golpe de Estado.
Curiosamente, tanto Adriana Salvatierra como Andrónico Rodríguez tienen la misma edad, 30 años, pero han estado involucrados en la política literalmente desde niños, por lo que cuentan ya con una experiencia amplia. Cualquiera de los dos casos representa el cambio generacional que tanto cuesta cuando hay líderes indiscutidos por mucho tiempo, como es el caso de Morales. Y aunque la moneda está en el aire, el MAS-IPSP debe de cuidar de no dividirse en el proceso, como ya lo han sugerido algunos de sus integrantes. Por lo pronto, este sábado 7 de diciembre se convocó en la ciudad de Cochabamba una reunión ampliada del MAS-IPSP, donde sus delegados y delegadas de todo el país trataron de cerrar filas rumbo a la contienda electoral, ya que existe la amenaza por parte del gobierno de facto de impedir la inclusión del MAS-IPSP en la boleta electoral.
Por otro lado, el movimiento golpista ya muestra sus primeras facturas. Carlos Mesa, que terminó segundo en octubre, ha dicho que volverá a competir. Pero Fernando Camacho, presidente del Comité Cívico de Santa Cruz y la principal cara del golpe de Estado del 10 de noviembre, ha dicho que también busca ser candidato. Este abogado de ultraderecha y relacionado con los escándalos de los Panama Papers, ha manifestado que le interesaría ir en dupla con Marcos Pumari, otro de los personajes más activos durante el golpe y quien es presidente del Comité Cívico Potosinista. En caso de ir separados Mesa y Camacho, el voto de los golpistas se podría dividir entre los moderados (Mesa) y los radicales (Camacho), algo que a ninguno de los dos les convendría porque en ese horizonte es poco probable que cada uno alcanzara más del 20%, menos de la mitad del voto duro del MAS-IPSP.
Por último, sin ninguna oportunidad de ganar, pero con muchas probabilidades de ser un factor importante y hasta un fiel de la balanza, está Chi Hyun Chung un médico evangélico nacido en Corea del Sur, que obtuvo casi el 9% de los votos en octubre pasado con el Partido Demócrata Cristiano (PCD), quedando en tercer lugar. Chung ha expresado su deseo de participar nuevamente pero no sería de extrañar que llegara a un acuerdo con alguna de las otras fuerzas, cualquiera de ellas que prometa hacerle más concesiones.
Este es el panorama electoral de Bolivia para los próximos cuatro meses, donde el principal riesgo es que el autoritarismo del gobierno de facto termine por desdibujar el escenario con una eventual prohibición a la principal fuerza política (MAS-IPSP) para participar electoralmente, y entonces vuelva a sumir a Bolivia en una vorágine de protestas y represión.
La comunidad internacional deberá estar muy atenta a este posible escenario y actuar enérgicamente en el rechazo a las formas autoritarias que se siguen extendiendo en Bolivia.