El pasado 16 de septiembre, día de la independencia de México, el presidente López Obrador dio un discurso enfocado en asuntos globales, y no en temas nacionales, algo que suele verse poco en esta conmemoración. Asumió una posición de mediador e hizo una propuesta de pacificación para el conflicto entre Rusia y Ucrania, recordando que la política es un medio para evitar las guerras.
Manifestó que existe un doble discurso en la posición que toman muchos países frente al conflicto. "No podemos dejar de preguntarnos cómo es que los gobiernos de la OTAN le niegan a Ucrania su ingreso a la organización en momentos cruciales, mientras que por otro lado le ofrecen armas", fue el señalamiento que hizo el mandatario mexicano ante las hipócritas posiciones de la Alianza Atlántica al respecto.
Por su parte, a la ONU le reprochó ser presa de un formalismo y una ineficacia política que la dejan en un papel meramente ornamental, algo que está a la luz de todos al menos desde la primera guerra del Golfo en 1991.
De igual manera, cuestionó la efectividad de las sanciones comerciales contra Rusia, puesto que no ha sido la única perjudicada ante estas medidas de presión por parte de la comunidad internacional. "Las sanciones económicas y comerciales contra Rusia […] únicamente han servido para agravar el conflicto, producir más sufrimiento de víctimas, de sus familiares y de refugiados; para agravar el desabasto de alimentos y energía e impulsar la inflación mundial", afirmó el mandatario mexicano.
Además de las críticas, delineó a grandes rasgos una propuesta que busca una tregua de cinco años para que la paz pueda echar raíces a nivel mundial y un plan para la creación de un comité que ayude a resolver el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Dicho comité podría estar integrado, de acuerdo a la propuesta de López de Obrador, por el papa Francisco, el primer ministro de la India, Narendra Modi, y el secretario general de la ONU, António Guterres.
El compromiso del comité sería buscar el cese de hostilidades en Ucrania y el inicio de conversaciones directas tanto con el presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, como con el de Rusia, Vladímir Putin. A esto se le sumaría también el alto de pruebas de nucleares y las provocaciones militares en otros puntos del planeta, por lo que la propuesta no se ciñe a Rusia y Ucrania, sino que parece llevar dedicatoria a otros importantes actores internacionales como Irán, Israel, Arabia Saudita, Europa, China y, por supuesto, Estados Unidos.
El deseo es que, cultivando una tregua por un periodo definido y concreto, los países puedan enfocarse en políticas públicas de mediano plazo para las problemáticas de pobreza y salud que hay en todo el mundo y que se agravaron durante la pandemia. Esta propuesta será formalmente presentada a la comunidad internacional por el canciller Marcelo Ebrard en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Las críticas a la propuesta de López Obrador no se hicieron esperar por distintos sectores al interior y exterior de México. Los conservadores mexicanos dijeron que criticar las sanciones económicas impuestas a Rusia era un apoyo de facto al Gobierno de Putin. Al exterior de México, Mijaíl Podoliak, asesor del jefe de la Oficina del presidente de Ucrania, criticó en Twitter la propuesta, afirmando que era un plan pro-ruso que busca dar tiempo a Rusia para preparar una próxima ofensiva.
El sinsentido del asesor del Gobierno de Ucrania fue calificado por López Obrador como una vulgaridad mental y como defensa de una postura sectarista. Además, el presidente mexicano consideró que estas acusaciones son parte de los gajes del oficio que se viven en la política e insistió en que la propuesta no es pro-rusa, sino que parte de una neutralidad política cuyo único afán es buscar la paz y que la crisis económica mundial no se siga agravando.
López Obrador remarcó que en estos momentos y en los días por venir, tanto el canciller Marcelo Ebrard como el embajador de México en la ONU, Juan Ramón de la Fuente, tienen la tarea de buscar el respaldo internacional a su propuesta de paz con las demás naciones, porque "la guerra es de lo más irracional" que puede haber.
Parece poco probable que la idea del presidente de México prospere en la ONU, sobre todo en un momento en que las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, así como las provincias de Jersón y Zaporozhie, han convocado sendos referendos de integración con Rusia del 23 al 27 de septiembre. Estos cuatro territorios juntos conforman el 15 % del territorio ucraniano.
Como era de esperarse, los referendos han sido ampliamente criticados por la Unión Europea y Estados Unidos, quienes han dicho que no reconocerán los resultados, anticipando que serán favorables para la causa rusa, por lo que podemos prever que al conflicto todavía le faltan muchos capítulos por escribirse.
Al parecer, la proposición de López Obrador quedará nada más en una anécdota que si bien no tendrá repercusiones reales para la resolución del problema, si ha servido para señalar la hipocresía de la OTAN respecto a este conflicto en concreto, así como la futilidad de la ONU en casi cualquier asunto bélico internacional. Queda claro que los organismos internacionales creados al finalizar la Segunda Guerra Mundial hoy son obsoletos y que debemos reformarlos e incluir otros actores internacionales (India, China, Brasil, Sudáfrica, Turquía, Irán) que tienen mayor peso geopolítico que el que se les pretende otorgar en los organismos occidentales.
Sin aceptar que hay una nueva correlación de fuerzas a nivel mundial, poco podremos hacer para avanzar en cualquier dirección.