La semana pasada un grupo de hackers dio a conocer datos de las Fuerzas Armadas de Chile, Colombia, El Salvador, México y Perú en una serie de filtraciones que se han dado a conocer como los Guacamaya Leaks, nombre que les dio el propio grupo de 'hacktivistas', como ellos se definen y que anteriormente filtró información de las acciones de diversas compañías petroleras y mineras con concesiones en Latinoamérica.
Hasta ahora, la mayor información ha provenido de Chile, Colombia y México, países de los que se han revelado cientos de documentos confidenciales del Estado. En Chile, se extrajeron cerca de 400.000 mensajes, entre los que se encuentran los hechos ocurridos tras las masivas manifestaciones sociales que estallaron el 18 de octubre de 2019, que se extendieron por varias semanas y en las que hubo decenas de muertos. El hackeo en Chile derivó en la renuncia del general Guillermo Paiva.
En México, Guacamaya extrajo 4.144.000 documentos que acumulan seis terabytes de datos (principalmente correos electrónicos) y revelan información de los últimos seis años en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Pero lo que anticipaban que sería un escándalo de proporciones bíblicas, especialmente porque fue dado a conocer con bombo y platillo por periodistas y medios ligados al conservadurismo y la oposición en México, no ha tenido hasta el momento revelaciones que impacten la opinión pública.
Por ejemplo, una de las "primicias" que se revelaron fueron las complicaciones en el estado de salud del presidente Andrés Manuel López Obrador, algo que es de sobra conocido desde hace años y que siempre ha sido del dominio público. Incluso, el mandatario ha bromeado varias veces sobre sus achaques y que estos nunca le han impedido trabajar alrededor de 16 horas, los siete días de la semana.
Otra de las primeras noticias que pretendían ser una "bomba" fue el de las disputas dentro de las propias Fuerzas Armadas, con las diferencias que se dieron a conocer entre el titular del Ejército, el general Luis Crescencio Sandoval, y el de la Marina, el almirante José Rafael Ojeda. La realidad es que las diferencias entre varios miembros del gabinete se han ventilado en distintas ocasiones y las discrepancias entre el Ejército y la Marina son ya históricas, aunque siempre se han llevado con institucionalidad. Nada nuevo bajo el sol.
Entre la información que ha llamado un poco más la atención es la relativa al caso Ayotzinapa, que hace unos días cumplió ocho años y enfrentó las posiciones del Ejército y las del subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas. Así, de lo expuesto por los Guacamaya Leaks, ahora sabemos que al menos 20 presidentes municipales de los alrededores de Iguala (Guerrero) estaban vinculados con distintos grupos del crimen organizado y cuya información tuvo siempre el Gobierno de Enrique Peña Nieto, además de ser algo predecible.
De igual manera, se dieron a conocer detalles sobre la agenda del secretario de la Defensa Nacional, entre los que destacan las reuniones con su antecesor, Salvador Cienfuegos, quien fuera detenido y liberado en Estados Unidos por acusaciones de lavado de dinero y vínculos con el narcotráfico. Pero esto tampoco supone una novedad ya que Cienfuegos fue invitado a uno de los mayores eventos del sexenio, cuando se inauguró el nuevo aeropuerto internacional cercano a la Ciudad de México y que será administrado por el Ejército.
En la agenda del secretario de la Defensa están múltiples encuentros con varios personajes de la política nacional, pero esto es de lo más común para una persona de alto rango en un gabinete presidencial. Tal vez, el único nombre que se ha mencionado con cierta suspicacia es el de la diputada de oposición y excandidata presidencial, Margarita Zavala, con quien se reunió el martes 29 de abril del 2022, ya que aunque los encuentros entre adversarios políticos no es algo especial per se, llama la atención que el general no es un político y que la diputada Zavala es la esposa del expresidente Felipe Calderón.
Podríamos seguir con lo que dicen las filtraciones: cuáles son los barrios más peligrosos de la Ciudad de México; el seguimiento al embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, a gobernadores de oposición, a activistas y hasta a la cantante chilena afincada en México Mon Laferte por su relación con colectivos feministas. Pero dado que todas las participaciones fueron públicas es que hablamos de monitoreo y no de espionaje, lo que sería muy cuestionable. Lo otro simplemente parece un registro como el que se puede encontrar en cualquier hemeroteca.
Es decir, no hay nada especialmente relevante o delicado en la información expuesta hasta ahora, salvo quizás un reporte que vincula al Cártel del Noreste con el Gobierno de Veracruz, pero que tiene poca lógica dado que este cártel pertenece al estado de Tamaulipas, donde el ahora exgobernador que dejó el cargo hace una semana, ya tiene una orden de aprehensión de parte de la Fiscalía General de la República
No hay ninguna bomba mediática, ningún escándalo. Algunos periodistas y especialistas consideran que en las próximas semanas o incluso meses será cuando se vaya conociendo la información pormenorizada, dado el volumen, y que de ahí surgirán los contenidos delicados. Puede ser.
Por el momento, el secretario de Defensa ha sido llamado a comparecer ante la Cámara de Diputados por las filtraciones y los órganos de transparencia demandan información detallada, lo cual no deja de ser algo positivo. Ojalá que esto ayude a que la vida pública sea cada vez más pública y que la información militar sea cada vez menos opaca e inescrutable.