La aspirante demócrata a la Presidencia de EE.UU., Hillary Clinton, es la candidata de Wall Street. Ha recaudado 500 millones de dólares en toda su campaña. Más del doble de lo que ha recaudado su rival republicano Donald Trump.
Mientras que en la industria militar, la demócrata ha obtenido una recaudación cuatro veces mayor que Trump, veinte veces más de los bancos y del sector financiero. El trabajo de Clinton en los últimos años ha sido dar conferencias, obteniendo una remuneración de 4.000.000 millones de pesos mexicanos (unos 211.000 dólares) por cada charla.
Hillary Clinton dio la espalda al pueblo latinoamericano en los golpes de Estado que tuvieron lugar en Honduras y Paraguay. Ella es la responsable del retorno de la derecha fascista en toda Sudamérica en la actualidad.
Durante sus ocho años de gobierno, el presidente estadounidense, Barack Obama, ha deportado a casi 3 millones de personas, la mayoría de las cuales son mexicanos. En EE.UU. no existe la democracia. Allí no gana el que convence al pueblo con sus propuestas, sino quien tiene más dinero y puede comprar las elecciones.
Evidentemente Donald Trump es un racista, fascista y misógino al que nadie apoya; jamás hay que votar por él. Pero Clinton no ofrece esperanza alguna. Lo importante para América Latina no es quién vaya a ganar las elecciones en noviembre en EE.UU., sino si los latinoamericanos seremos capaces de defender nuestra soberanía, libertad y democracia en contra de cualquiera que llegue a la Casa Blanca.
Les presentamos una nueva edición de la sección a cargo del investigador mexicano John Ackerman, quien proporciona una perspectiva más crítica, que otros medios de información no les van a ofrecer.