Se colapsa el mito de la institucionalidad democrática en México.
Cada día queda más claro que quienes realmente gobiernan en el país son redes de delincuentes metidos en los negocios del narcotráfico, del tráfico de personas, de las obras públicas y en la privatización de los recursos de la nación.
En los últimos días, pistoleros ejecutaron a Javier Valdéz, corresponsal del diario 'La Jornada' en Sinaloa, y a Miriam Rodríguez, una destacada activista en Tamaulipas.
Tanto Javier como Miriam nunca dudaron en denunciar la íntima complicidad entre los delincuentes y las autoridades. Combatían directamente al 'narcogobierno' en todas sus expresiones.
Y cuando vemos cómo se comportaron los militares en Palmarito, Puebla, con una abominable ejecución extrajudicial, un tiro de gracia a la cabeza de un ciudadano, se confirma el colapso de la institucionalidad del país.
No podemos ser ingenuos. Estos acontecimientos no son casos aislados. Son situaciones totalmente inaceptables que implican una corrosión de la institucionalidad en todo el país.
Cuando los gobiernos se alían con los narcotraficantes y los militares se comportan como los delincuentes, ¿hacia dónde podemos voltear? Hacia nosotros mismos.
¡Al diablo con sus instituciones! Solo el pueblo puede salvar al pueblo.