Ya basta de la indignante politicización del terremoto en Oaxaca y Chiapas

John M. Ackerman

Los dignos pueblos del sur han sufrido más de 500 años de rapiña, saqueo y represión

Oaxaca y Chiapas son hoy dos de los estados más pobres de México y con la mayor cantidad de pueblos originarios.

Hoy, como en el pasado, estos pueblos demostrarán su enorme fortaleza y espíritu de lucha para salir adelante, a pesar de la hipocresía oficial y el racismo del poder.

Las limosnas no son suficientes. De la crisis actual tendrá que surgir un verdadero renacimiento del sur con una inversión sin precedentes en nuevos hospitales, escuelas, centros culturales, carreteras, y telecomunicaciones.

Sin embargo, en lugar de invertir más, el secretario de Hacienda y Crédito Público de México, José Antonio Meade, fiel a su educación neoliberal y compromisos con el capital financiero internacional, acaba de proponer más recortes millonarios para 2018.

Tres propuestas para recaudar los recursos necesarios:

Es también importante garantizar que los recursos, tanto los públicos como los de la enorme solidaridad nacional e internacional, no sean utilizados con fines políticos o desviados hacia los bolsillos de los amigos y socios del poder.

Ya sabemos cómo son quienes ahora mandan en México.

Afortunadamente, en Oaxaca y Chiapas, y en particular en Juchitán, existe una larga tradición de autogestión comunitaria y democracia popular.

Las comunidades afectadas son quienes deberían organizarse de manera autónoma y democrática para que sean ellas mismas las que administren de manera totalmente transparente la distribución y la utilización de los recursos.

De los escombros del sur tendría que volar el ave fénix de la justicia, la democracia y el desarrollo.