El Presupuesto de Egresos de la Federación de 2018, aprobado la semana pasada por los partidos del Pacto por México en la Cámara de Diputados, no refleja las demandas sociales surgidas a raíz de los trágicos sismos del 7 y del 19 de septiembre.
Los ciudadanos exigíamos una reorientación generalizada del gasto público, un drástico recorte a los gastos burocráticos, electorales y financieros, así como una inversión histórica en las obras de reconstrucción y en las necesidades de las poblaciones más marginadas de todo el país.
El nuevo Fondo de Reconstrucción de Entidades Federativas recibirá solamente 2.500 millones de pesos. Adicionalmente, el Fondo Nacional de Desastres fue aumentado por 18.000 millones de pesos para 2018.
Este recurso es, a todas luces, insuficiente para reconstruir las más de 180.000 viviendas afectadas por los terremotos. Pero el Gobierno tiene otras prioridades.
En 2018, se gastarán 38.000 millones de pesos para cubrir la gran estafa de Fobaproa y, en general, más de 600.000 millones de pesos para el gasto financiero de la deuda pública.
El gasto militar se aumentará un 18% para alcanzar los 102.000 millones. Y el gasto exorbitado en propaganda gubernamental continuará sin freno. Peña Nieto y su gabinete recibirán jugosos aumentos salariales y no habrá recorte alguno a sus prestaciones millonarias. O a las pensiones para los expresidentes.
El Instituto Nacional Electoral llora porque le recortaron 800 millones de pesos, pero todavía recibirá la indignante cantidad de 24.000 millones de pesos en 2018.
Hubo algunas protestas en la Cámara de Diputados. Por ejemplo, el Diputado Ariel Juárez, de Morena, subió a la tribuna para denunciar este atraco.
La respuesta de la bancada del PRI no se hizo esperar. Como en un estadio de fútbol lo abuchearon utilizando los insultos homofóbicos más bajos.
Los mismos políticos de siempre siguen sin "ver ni oír" el enorme repudio social que cada día acumula más fuerza bajo la superficie de la supuesta "normalidad democrática".
Tarde o temprano tendrán que pagar el costo de su desprecio para el pueblo.