Se supone que un "populista" es alguien que busca el aplauso fácil en lugar de resolver los problemas de fondo; un líder irresponsable que se esconde tras discursos demagógicos a favor de la economía popular, pero en realidad es profundamente corrupto, cancela libertades ciudadanas y trabaja a favor de una mayor concentración del poder político y económico.
En México conocemos bien a este tipo de líderes.
Como buenos populistas, nuestros políticos neoliberales tienen tres décadas engañando al pueblo con el cuento de que sus "reformas estructurales" nos llevarán mágicamente hacia el bienestar y el progreso.
Carlos Salinas dijo que convertiría a México en un país del primer mundo. Ernesto Zedillo se comprometió a democratizar la Nación. Vicente Fox gritaba que acabaría con la corrupción, corriendo a los "tepocatas" y a las "víboras prietas". Felipe Calderón declaró que terminaría con la violencia y el crimen organizado.
Y Enrique Peña Nieto juró que su 'Pacto por México' modernizaría el país, reduciría el precio del gas y la electricidad y aumentaría los sueldos de los trabajadores. ¡Puras mentiras!
En esta época electoral, es nuestra responsabilidad como ciudadanos analizar bien las ofertas y las trayectorias de cada uno de los candidatos para ya no dejarnos llevar por el miedo o por la demagogia.
¿Quién en realidad tiene la capacidad y el compromiso suficientes para rescatar las instituciones públicas, detonar el desarrollo económico y lograr la justicia social?
Tú decides. Ya no te quedes en las gradas.