¿En realidad, es lo mismo lo de Enrique Ochoa Reza sobre 'los prietos que no aprietan' y lo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sobre los 'pirrurris'?
¡Cuidado con las contorsiones del liberalismo tropical!
En un país que sufrió 300 años de ocupación colonial, donde se murió la mayor parte de la población indígena, en un país donde el color de la piel sigue siendo una marca de desigualdad, de exclusión y de privilegio y en un país donde las mujeres son constantemente desaparecidas, abusadas y discriminadas, las declaraciones del presidente del PRI constituyen una inaceptable agresión racista y machista que fomenta la división y la violencia.
Pero no todos coinciden con este punto de vista. La primera reacción de muchos fue intentar minimizar la gravedad de estas declaraciones involucrando a… ¡ya sabes quién!
Como Donald Trump después de los violentos ataques racistas en contra de una marcha pacífica en Charlottesville (Virginia), nuestros liberales tropicales insisten en que "ambos lados tienen la culpa".
Para ellos, los exabruptos del presidente del PRI serían equivalentes a las travesuras de AMLO sobre los 'pirrurris', los 'fresas' o los 'fifí'.
Perdón, señores, pero su 'AMLOfobia' les empieza a obnubilar la razón. No existe equivalencia alguna.
- Cuando López Obrador critica a quienes, con sus actitudes y comportamientos, hacen gala de su clase social y buscan colocarse con soberbia por encima de los demás está abogando por una sociedad más justa e incluyente.
- Pero cuando Ochoa Reza se burla de los atributos físicos de la vasta mayoría de los mexicanos y, además, recurre a insultos machistas, está defendiendo el 'statu quo' y ocupando el lugar del colonizador.
No hay dos lados en esta ecuación. La paz y la unidad no se logran haciendo la vista gorda. En aras de construir una nación más justa y democrática
es nuestra responsabilidad como mexicanos denunciar de manera clara y contundente expresiones racistas como las de Ochoa Reza.
Todos somos prietos.