Enrique Peña Nieto es el Gustavo Díaz Ordaz de hoy. El 2 de octubre no se olvida, y las demandas del movimiento estudiantil de 1968 siguen hoy más vigentes que nunca.
Libertad, democracia y justicia. Esas fueron las exigencias de hace 50 años.
En 1968, el régimen respondió con balas, desapariciones forzadas y presos políticos.
Durante el actual sexenio, Peña Nieto ha actuado de la misma forma que Díaz Ordaz.
El día de su toma de posesión, el primero de diciembre de 2012, los policías se lanzaron sobre los jóvenes que protestaban pacíficamente en contra del fraude electoral y el retorno del PRI a Los Pinos.
En esta brutal represión, el estudiante Uriel Sandoval perdió un ojo y el activista Juan Francisco Kuykendall, la vida. También se llevaron presos a docenas de jóvenes activistas.
Después vendría la infiltración y la represión en casi todas las marchas estudiantiles, la acumulación de docenas de presos políticos en las cárceles y escalofriantes masacres, como los casos de Nochixtlán, Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato y Ostula, entre otros.
Así como la masacre de Tlatelolco le arrancó la máscara al sistema autoritario, hoy, con Peña Nieto, también hemos abierto los ojos con respecto a las burlas y los abusos constantes de nuestras autoridades.
Así que no es suficiente solamente recordar el 2 de octubre de 1968; también demos seguimiento a los cincuenta años de lucha, de sufrimiento y de sangre derramada por nuestros antecesores, para finalmente conquistar las libertades exigidas desde entonces.
¡Por fin ha iniciado la verdadera transición democrática! Hagamos valer nuestra voz.